No tenía otra opción. Albert Rivera dimite tras consultarlo con la almohada. Necesitó dormir poco, o no dormir nada para decidir que se iba. Se va en el umbral de los 40 años, con una vida por delante para alejarse de la política o regresar a la política una vez superado el fracaso. España no ve bien a los perdedores, pero eso no quiere decir que no haya perdedores que se vuelven ganadores. Puede ser el caso de Rivera.
Este chico de Barcelona va a aprender mucho. Ha pasado de todo a nada. De aspirar la gloria a quedar en la miseria de los 10 escaños. De ser la tercera fuerza política del país a ser la sexta fuerza política y en retroceso. Le puedo la ambición. También lo hizo fracasar la soberbia. En vez de luchar por un Gobierno de España lucho por una España sin el Gobierno de Sánchez.
La soberbia es la peor consejera que podemos llevar a nuestro lado. Hoy lo eres todo y mañana no eres nada. Hoy tienes dinero y mañana no tienes ni calderilla. Una persona debe ser humilde. Un político, persona también, debes ser aún más humilde. No es momento para hacer leña del árbol caído, pero hay que aprender. Todos tenemos que aprender del caso Ciudadanos. No sólo Albert Rivera.
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