Corría el año 2010 cuando la DR1 (la televisión pública danesa) estrenaba la afamada y más que alabada serie política de culto; Borgen. Al principio de la serie podemos ver como Birgitte Nyborg; la líder de un pequeño partido centrista danés; los denominados “Moderados” , consiguen acaparar una gran cantidad de votos junto a una serie de partidos minoritarios, en detrimento de los partidos tradicionales; los laboristas y los liberales. Contra todo pronóstico, la joven Nyborg consigue construir un ejecutivo formado por una coalición de gobierno compuesto por cuatro partidos (moderados, laboristas, la izquierda y los verdes) y proclamarse como primera ministra; a pesar de tener bastantes menos escaños que otras fuerzas; como los propios laboristas, que luego terminan apoyándola.
Cuando tuve la oportunidad de ver la serie, observé impresionado esta situación ¿Cómo puede ser posible que la líder de un partido minoritario, que ha quedado lejos de los votos y escaños obtenidos por los partidos tradicionales, consiga posicionarse al frente del Gobierno? La respuesta es muy sencilla, el diálogo y consenso.
Desde el principio de la serie, podemos observar como Nyborg intenta llegar a acuerdos con todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria; llegando incluso a coquetear con la extrema derecha; sin éxito alguno. Es esta actitud dialogante y de consenso la que la permite al final, situarse al frente del Gobierno.
Podemos llegar a pensar que Dinamarca nos queda muy lejos y que nuestra política poco o nada tiene que ver con la danesa. En cierta parte es verdad, aunque estamos viviendo actualmente una situación inédita en nuestro país hasta la fecha, lo que nos hace pensar que la “fórmula Borgen” como muchos han denominado no sea tan descabellada como puede llegar a parecer.
Llevamos inmersos más de dos meses en una situación de bloqueo institucional, en la que parece casi imposible llegar a ningún acuerdo concreto y lo que es aún más difícil, lograr construir un gobierno consistente que logre dar la estabilidad institucional y económica que España necesita, vislumbrando en un horizonte no muy lejano la repetición de unos nuevos comicios en el mes de junio, lo que a mi parecer, seria un grave error. Aquí es donde entra en juego Albert Rivera y Ciudadanos.
La formación naranja ha dejado claro desde un primer momento su actitud dialogante; tendiendo puentes tanto a izquierdas como a derechas, asumiendo el papel que caracteriza al resto de partidos de centro liberal-demócratas europeos; intentando llegar a acuerdos con ambas fuerzas.
Viendo la situación actual, en la que las posibilidades de entendimiento entre las dos grandes fuerzas, PP y PSOE son prácticamente nulas, la formación naranja adquiere relevante importancia. La relación entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy está más que rota, especialmente desde aquel debate a dos moderado por el presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión de España , Manuel Campo Vidal, en el que el líder socialista fue especialmente duro con el Presidente del Gobierno (recordemos esas palabras en el que Sánchez acusaba al dirigente popular de no ser una persona decente) caracterizando el debate por un tono muy tenso y bronco; debate por cierto, más propio de la época de Felipe González y José María Aznar que en el pleno año 2015 con un más que evidente “cuatripartidismo”
Además de la nula relación entre ambos partidos y las cúpulas de estos, el Partido Popular no hace más que reiterar su derecho a gobernar por ser la lista más votada, remitiendo el hecho por parte de Mariano Rajoy de una forma continua de que en Europa siempre gobierna la lista más votada, afirmación además que es completamente falsa, ya que en Dinamarca sin ir más lejos, gobierna el partido liberal “Venstre” con 34 escaños, apoyado, entre otros, por el Partido Popular Danés con tres escaños más que estos.
Por otro lado, el Partido Socialista se niega a ir de la mano de los populares debido a las mas que diferentes propuestas y planteamientos entre unos y otros (recordemos que el programa electoral del PSOE incluía, entre tantos otras cuestiones, la derogación de multitud de leyes y reformas puestas en marcha por el Gobierno de Mariano Rajoy como la reforma laboral, la LOMCE, la Ley Mordaza…) es por ello que sería casi imposible la denominada “Gran Coalición”. Es por ese motivo que Albert Rivera puede alzarse por el centro de ambos como la gran alternativa de consenso entre unos y otros, formando un equipo de gobierno entre populares, socialistas y naranjas con Rivera al frente del Ejecutivo.
Es una opción entre las varias que se nos plantean ahora mismo. Es una opción difícil, para que engañarnos, que necesitaría de muchas reuniones, acuerdos, pactos y consenso entre ambos; con el objetivo siempre en el horizonte de proporcionar a España una estabilidad política y económica que permita reactivar las inversiones que llevan paradas desde el mes de diciembre y son necesarias para la recuperación económica.
Sería una legislatura de corta duración, de unos dos años aproximadamente, con la vista puesta en unas futuras elecciones que aclaren la situación política en un futuro próximo. Además, sería importante el papel desempeñado por Podemos; ya que quedaría como único partido al frente de la Oposición y principal azote del Gobierno, hecho pues, importante a tener en cuenta en unas futuras elecciones.
Quedan aproximadamente poco menos de dos meses para volver al punto de partido y empezar de nuevo. Hay quien dice que dos meses es muy poco tiempo y que estamos abocados a futuras elecciones, yo por el contrario pienso que dos meses en política es demasiado tiempo y puede pasar cualquier cosa, ¿Quién dice que no podemos encontrarnos con un nuevo caso como el de Carles Puigdemont en vísperas del final del plazo para la formación de un nuevo Gobierno?