Llegamos al final del primer Duelo literario y a todo o nada se define el choque entre Alberti y Guillén.
Los destructores siempre van delante,
Cada día con más poder y saña,
Sin enemigo ya que los espante.
Triunfa el secuestro con olor de hazaña,
Que pone en haz la hez del bicho humano.
Ni el más iluso al fin la historia engaña.
El infierno al alcance de la mano.
Vino el que yo quería
El que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
Luceros sin cabañas,
Lunas sin patria,
Nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
Un nombre,
Un sueño,
Una frente.
No aquel que a sus cabellos
Ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
Sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
Ató el silencio.
Para sin lastimarme,
Cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
Y hacerme el alma navegable.
Para leer TEXTOS del autor de este blog (Leandro Murciego)