Revista Cultura y Ocio

Alberto garcía-teresa

Por Acalvogalan
ALBERTO GARCÍA-TERESA
Mencionado por:
David Benedicte
Matías Escalera Cordero
Javier Esteban Gayo
Carmen Herrera Castro
Antonio Orihuela
Menciona a:
Begoña Abad
Niall Binns
Antonio Crespo Massieu
Matías Escalera Cordero
Enrique Falcón
Diana Fernández-Bujarrabal
David Franco Monthiel
Miguel Ángel García Árgüez
José María Gómez Valero
Ángel Guinda
María Ángeles Maeso
Antonio Martínez i Ferrer
Antonio Méndez Rubio
Antonio Orihuela
Ángel Padilla
Zachary G. Payne
Ana Pérez Cañamares
Isabel Pérez Montalbán
Jorge Riechmann
David Eloy Rodríguez
Carmen Ruiz Fleta
Uberto Stabile
Bio-bibliografía
Alberto García-Teresa (Madrid, 1980) es doctorando en Filología Hispánica y ha cursado también estudios de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada.
Escribe crítica literaria y teatral en diferentes medios, como el periódico Diagonal –en el cual ha coordinado la sección de «Libros»–, las revistas Gigamesh, Prótesis, 2001 o las revistas digitales Culturamas –donde ha dirigido los contenidos de poesía– Artes Hoy, Espéculo, Youkali, Ariadna-RC, Bibliópolis o Prospectiva, entre otros. Ha sido coordinador de la revista de crítica sobre ficción especulativa Hélice, codirector de Jabberwock y redactor jefe de Solaris.
Es autor de los poemarios Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, 2008) y Oxígeno en lata (Baile del Sol, 2010) y de la plaqueta Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética (Umbrales, 2008). Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés, al serbio, al macedonio y al rumano.
Ha coordinado diversos ciclos de poesía para Traficantes de Sueños y La Marabunta, en Madrid.
Poética
Considero que la poesía consiste básicamente en mirada y respiración, y a eso precisamente nos puede enseñar: a mirar de una manera desveladora, penetrante, detenida, que atraviese la superficie y la apariencia de las cosas y de los hechos en una sociedad donde se nos quiere hacer creer que vivimos en un escaparate. A ganar en atención, cualidad indispensable para adquirir sentido crítico en una realidad donde impera, alentada por el Poder, la construcción de ficciones, lo espectacular y lo inconexo.
De igual manera, pienso que la poesía nos obliga a respirar de otra forma, de manera más pausada, más consciente de sí misma y también de nosotros mismos como sujetos. Con ello podemos escapar de las dinámicas de la velocidad impetuosa que nos marca el capitalismo, que considera obsoleto todo lo que no es inmediato y que no deja espacios para la reflexión, para ejercitar ese citado pensamiento crítico que pudiera revelar el horror y la deshumanización que genera el sistema.
Al mismo tiempo, creo que lo peor que puede hacer un poema es dejar al lector en el mismo sitio en el cual estaba antes de entrar en el texto; que tras salir de él vea que su mundo permanece intacto. En ese sentido, como lector, busco una poesía que me revuelva y que me conmueva, que me ayude a salir de mí y encontrarme en y con lo Otro y las otras personas, que pueda servirme de lanzadera o punto de partida en una indagación filosófica, sociológica, política y ética de la realidad para poder crecer, ser mejor persona y transformar la sociedad actual en una justa y digna para todo lo vivo. En esencia, que me ayude a caminar. Como muy bien indica Jorge Riechmann, «creo en una poesía que acompañe al ser humano; y ésa es la poesía que yo necesito» http:///?ui=2&view=bsp&ver=ohhl4rw8mbn4#132398e1acb36579_13238c8a3e6f8259__ftn1.
Poemas

TANTOS construyendo cerrojos
y tan pocos buscando llaves
(De Abrazando vértebras, inédito)
UN ECONOMISTA
Un economista no sabe qué hacer con un arco iris.
No entiende el aleteo de una abeja,
por qué trinan escandalosamente las gaviotas,
qué guarda una camada en su madriguera.
Se inquieta ante un caracol que,
sobre una brizna empapada de rocío,
indiferente se despereza.
Ante el murmullo chispeante de un río,
ante un eclipse inundado de estrellas,
ante tu sonrisa o una mano abierta,
agita desconcertado su cabeza.
Un economista no escucha la memoria
ni atiende al compás de los latidos.
No sabe buscar tanteando en silencio la belleza
en toda palpitación dichosamente tendida
a la luz, al viento, a la alegría.
Un economista aún busca con vehemencia
con qué moneda comprar la vida.
(De Oxígeno en lata, 2010)
HAY QUE COMERSE EL MUNDO A DENTELLADAS

Hay que comerse el mundo a dentelladas.
Hay que sacar los dientes, pulirlos,
clavarlos con ahínco y rabia.
Hay que comerse la vida a dentelladas;
con mordiscos secos, intensos,
de puro y reluciente hueso.
Con bocados de corazón hambriento.
Hay que defender el mundo a dentelladas.
Hay que danzar entre rechinar de espadas;
de espadas a pecho descubierto.
Hay que vivir en permanente guardia,
defendiendo la vida cuerpo a cuerpo,
defendiendo la vida cara a cara.
Hay que descubrir el mundo a dentelladas.
Hay que desenterrar estrellas de la arena,
hay que dibujar trazos de arco iris con los dedos
machacados por la rutina, el trabajo y el tedio.
Hay que apartar niebla de las cabezas
con gritos de silencio y de conciencia.
Hay que sumergirse en el mundo a dentelladas.
Hay que escurrirse de las sombras sonoramente,
con estruendo de ideas y palabras.
Hay que escurrirse sonoramente
con redobles de actos y pasiones,
con puños de carcajadas.
Hay que atacar la vida a dentelladas;
caminar en la penumbra precaria,
caminar frente al poder y las pirañas.
No ceder terreno nunca al terror y la ignorancia.
Levantar la vista ácida hacia el mañana.
Hay que acariciar la vida a dentelladas;
arrebatarles el tiempo robado cada jornada,
esparcir abrazos entre timbres y pagas,
regalar ternura y devolver pedradas.
Hay que comerse el mundo a dentelladas.
Hay que comerse el mundo a dentelladas.
(De Hay que comerse el mundo a dentelladas, 2008)

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