El número dos de Cayo Lara intentando ser un revulsivo para el partido que limite el daño que Podemos hace en la formación, termina por entregársela en bandeja al Sr. Iglesias, que es bastante más listo. Su última frase puede pasar a la posteridad: “Legalmente es el Rey, pero la legitimidad no se la doy” (sobre Felipe VI). El Sr. Garzón tiene el carnet para otorgar y quitar legitimidades, pasando por encima de la Constitución que fue aprobada por una amplia mayoría en 1.978, y que, pese a sus defectos, contempla en su texto la posibilidad de verse modificada. Tal vez el problema de D. Alberto es que busca mecanismos alternativos para tales cambios, arrogándose el derecho a utilizarlos por poseer, como casi todos los progresistas, el modo políticamente correcto de hacer las cosas. Si tal frase se hubiese pronunciado desde una formación conservadora, saltarían las alarmas sobre la deriva fascista de la derecha carpetovetónica, pero como es lógico, nada sucede si se pronuncia en aras de la libertad, como no puede ser de otro modo, procediendo de una conspicuo de IU. El único problema estriba en que tal libertad, para algunos, pasa por el control de los medios de comunicación para evitar adoctrinamientos que no sean los suyos, por supuesto. Un ejercicio más de democracia.