Hoy Joquín Torres te recomienda al pintor y escultor suizo Alberto Giacometti.
Nació en un hogar rodeado de arte, influenciado por su padre y por su trabajo con el impresionismo. Sus inicios se basaron en el dibujo, al igual que en la plástica, formándose en la Escuela de Artes y Oficios de Ginebra.
Más tarde se trasladó a Paris, cuya ciudad le llevó a sumergirse en el ambiente cubista posteriorimente desembocando en el surrealismo. En las obras de este período, muy personales, se reconoce la idea surrealista del simbolismo de los objetos.
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Afianzó su estilo más carcaterístico con el abandono de la corriente surrealista y su retorno a los inicios figurativos, en los comienzos de la década de 1940. Es durante este periodo cuando empiezan sus obras de figuras humanas alargadas y de apariencia nerviosa, de superficie áspera, a menudo de tamaño natural y que podían ser representadas solas o en grupo.
Son estas obras las que han hecho de Giacometti uno de los artistas más originales del siglo XX, también en pintura, donde sus obras se caracterizan por representar figuras frontales e hieráticas, simbólicamente aisladas en el espacio.
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En estas creaciones que representan la soledad y el aislamiento del hombre se ha querido ver un trasfondo de la filosofía existencialista. La familia y los amigos del artista fueron sus modelos preferidos, en particular su hermano Diego, al que reprodujo en numerosas esculturas, pinturas y dibujos.