“Los márgenes de lo extraparlamentario”. Con esta afirmación, probablemente bastante exagerada, comenzaba julio para el Partido Popular de Cataluña. Las elecciones del 27 de septiembre pesaban como una Espada de Damocles sobre la formación de Alicia Sánchez-Camacho, y los datos hacían presagiar una catástrofe de proporciones nunca antes imaginables. El Centre d’Estudis d’Opinió mostraba, en su primer barómetro de opinión[1] política de 2015, que un 23% de los hipotéticos votantes de Ciudadanos en las futuras elecciones habían votado en 2012 al PPC. Y no solo eso, sino que un 19% de sus antiguos electores declaraban sentir más simpatía por el partido de Albert Rivera que por la gaviota. La sangría también se veía reflejada en las encuestas, en las cuales el PPC frisaba el 7-8% en intención de voto, consolidando el peor resultado de su historia en la Comunidad.
Y entonces llegó el golpe de timón.
El 29 de julio Alicia Sánchez-Camacho era reemplazada por Xavier García Albiol, hasta hace escasos meses alcalde de Badalona y figura muy polémica por sus declaraciones racistas[2] hacia los colectivos de inmigrantes de la ciudad. Y sin embargo personaje con mucho tirón, capaz de sacar 10 concejales en una de las ciudades más pobladas de Cataluña pese a la debacle de todo el Partido Popular a lo largo y ancho de la Comunidad. Reemplazando a una Alicia Sánchez-Camacho situada ya en la bancada de los perdedores Rajoy intentaba lanzar un mensaje de recuperación en un feudo que parecía totalmente abandonado, más aún con el crecimiento de Ciudadanos en medio de la enorme polarización identitaria.
La tarea que esperaba al candidato no era nada sencilla. A raíz de los datos que tenemos del último barómetro preelectoral del CIS[3] el PPC sería rechazado, sin ninguna posibilidad de recibir un voto, por parte del 71,5% de los encuestados. Pero la situación es peor aún: otro 12% de los ciudadanos catalanes con derecho a voto consideran que tienen una posibilidad entre 1 y 4 de elegir al PPC como depositario de su confianza…dejando un margen muy estrecho para poder maniobrar. Primera dificultad.
En lo relativo a los problemas que los catalanes consideran como prioritarios desde luego no se encuentra la inmigración. El debate identitario, la crisis económica y el relato independentista del expolio por parte de España al que se ha visto sometida Cataluña durante demasiado tiempo copan los primeros puestos en las preocupaciones de los ciudadanos, por lo que replicar la estrategia seguida en Badalona parece una posibilidad totalmente fuera de alcance. Segunda dificultad.
Y tercera y última. Pese a nacer en un espectro ideológico aparentemente diferente, su defensa de la unión de España, su no asociación con una marca nacional debilitada[4] y la labor desarrollada en el Parlament de Cataluña en los últimos años sitúan a Ciutadans muy por delante del PPC en todas las encuestas. Dificultad y obstáculo prácticamente insalvable.
Con estos mimbres, ¿qué sentido tenía seguir con el torrente de calamidades, que diría Hamlet, en lugar de darles fin con atrevida resistencia y asumir la desaparición de la marca en un escenario político fragmentado y cambiante? Pues el sentido dado parece haber sido el de reconversión a un partido minoritario pero que se aferre a sus puestos en el Parlament, y para ello no hay mejor candidato que García Albiol.
¿Por qué Albiol?
El barómetro del CIS deja siempre datos muy interesantes, que merecen ser analizados en profundidad, y especialmente en retrospectiva, como forma de evaluar la campaña electoral de los actores implicados. Así, la pregunta 16 hace referencia a una serie de líderes políticos del escenario catalán y al conocimiento de los encuestados sobre los mismos. Los resultados son devastadores, con Inés Arrimadas (C’S) conocida por solo un 29% de los encuestados, Joan Coscubiela (ICV, ni siquiera candidato) por un 42% y sin ni siquiera consulta acerca de Lluis Rabell, candidato de Catalunya Sí que Es Pot. En cambio a García Albiol lo conocen el 70’2% de los encuestados. ¿Para bien o para mal? Lo que está claro es que el PP se ha decantado por el “hombre fuerte” y el carisma frente a un hipotético candidato de perfil bajo.
Y no debemos quedarnos solamente en los datos, sino recurrir al aspecto simbólico y de la construcción de un relato en el marco del debate catalán. Albiol representa una figura de combate, dispuesta a bajar a la arena y debatir con quien sea, encarnando una defensa de la unión con España que Ciudadanos había arrebatado al PPC en los últimos tiempos. Su cara a cara con Raül Romeva y sus intervenciones hacen pensar en un intento de abanderar la defensa de la unidad del Estado para intentar convencer al votante indeciso a confiar de nuevo en el Partido Popular. O incluso, aunque la apuesta es más arriesgada (pese a los datos con los que iniciábamos el artículo), a intentar retirarle apoyos a Ciudadanos para que se sumen a las filas populares. Albiol podía parecer la última baza desesperada para reconstruir la base de apoyos del PPC, y las encuestas (pese a una nueva bajada en las de Sigma-Dos y Metroscopia) parecían anticipar una recuperación del partido.
Este movimiento, que pese a sus connotaciones estratégicas no deja de enviar al PPC a una zona muy concreta del mapa de partidos catalán, debe entenderse en el sentido de la división clara que se produce en Cataluña en cuanto a preferencias de voto. El mejor artículo a este respecto es el de Kiko Llaneras en “El Español”[5] que, aparte de mostrar datos curiosos como la diferencia del votante tipo de Ciudadanos en el Estado y en la Comunidad, nos dice que el votante promedio del PPC es de lengua castellana, padres, o él mismo, nacidos fuera y renta media-baja.
La idea que nos ronda por la cabeza entonces es la siguiente: la nominación de Albiol viene determinada por una comprensión de que el escenario político catalán ha cambiado mucho con respecto al mapa de hace apenas 5 años, y que en un escenario con numerosos partidos compitiendo por nichos de electores totalmente diferentes entre sí merece la pena asegurar una base que permita mantener la competición no solo en esta elección, sino en unas hipotéticas futuras en las cuales el grado de movilización de otras fuerzas no sea tan alto. Por supuesto esto no deja de ser jugar a hacer futurología, pero con las proyecciones actuales cuesta imaginar a CDC atrayendo a votantes de orígenes españoles, o cuya lengua materna sea el castellano, o Ciudadanos pudiendo captar voto catalanista moderado[6][7]
Los efectos inesperados:
Y, de nuevo, más futurología. ¿Qué puede suponer la llegada de Albiol para las otras formaciones? Descartaré a Ciudadanos, que podría ser uno de los principales afectados si ve como esas nuevas bases de apoyo (los amplios porcentajes de antiguos simpatizantes del PP) deciden volver al redil, para centrarme en las candidaturas de Junts y Catalunya Sí que es Pot (CSQEP), que podrían encontrar un “aliado” inesperado en el exalcalde de Badalona.
En el caso de los primeros por su intención de convertirlo en referencia de la oposición “españolista” frente a la opción de construir un país nuevo. ¿Qué mejor atractivo para un “fresh start” que dejar atrás un “españolismo racista” encarnado en la persona de Albiol? No es casualidad que Raül Romeva quisiera carearse en directo con el líder del PPC, puesto que figuras como Inés Arrimadas o Miquel Iceta pueden representar una opción de oposición más moderada que capte al votante aún no movilizado (Que, según los datos, es mayoritariamente no independentista)
¿Pero y CSQEP? Decía el profesor Orriols que los antiguos votantes de ICV no están plenamente decididos a votar a la confluencia[8], y aún suponiendo que solo un 20% de los que votaron a la formación ecosocialista en las pasadas elecciones generales se abstuvieran, ¿puede esta fuerza renunciar a tantos miles de votos? Las proyecciones que daban la victoria en las elecciones catalanas a una hipotética alianza Podem+ICV quedan ya muy atrás en el tiempo, y la gran mayoría de sondeos coinciden en dar a Ciudadanos el papel de primera fuerza de la oposición a la espera de ver los niveles de participación y el movimiento de los indecisos de última hora. Aquí es donde Albiol puede jugar el papel clave, sin pretenderlo.
Una escalada del PPC, con un Albiol en primera plana en los medios, enfrentándose a los líderes de las listas unitarias y siendo visto como la referencia de la defensa de la “unidad estatal”, ¿sería mínimamente aceptable para los antiguos votantes de ICV? El llevarlo a la primera plana del combate podría suponer un revés para los independentistas si al hacerlo consiguen movilizar inconscientemente a votantes de izquierdas espantados ante la perspectiva del de Badalona sentándose en la bancada del Parlament como líder de la oposición ante un gobierno de Mas (o quien correspondiera) y llevarlos de nuevo al seno de Catalunya Sí que Es Pot pese a los malos augurios actuales. Por supuesto esto puede derivar también en que esos votantes decidan movilizarse hacia opciones como la lista unitaria o las CUP, en lugar de “tirar el voto”, pero la primera hipótesis parece más probable en consonancia con las preferencias ideológicas.
Sea como fuere lo cierto es que su entrada en la campaña ha supuesto una nueva reordenación, por pequeña que haya sido, del mapa siempre cambiante del escenario político catalán, y provocado que las listas soberanistas, Ciudadanos y CSQEP hayan retocado sus estrategias para posicionarse ante los decisivos comicios del 27-S. La respuesta, como siempre, tras las urnas.
[1] Consultable en la página web del CEO, sección de “Estudios”-Barómetro de Opinión Política:
Barómetro
[2] El País publicaba este artículo destacando varias declaraciones del candidato, pero sin duda la breve “bio” que hizo “El Español” con motivo de las elecciones del 24 de mayo es de lectura obligatoria.
[3] CIS
[4] En todo caso no tan reforzada como se podía esperar antes de las elecciones del pasado 24 de mayo, pero Ciudadanos sigue teniendo tirón a nivel estatal.
[5] También podemos destacar este informe de Sociedad Civil Catalana
[6] Papel que podría representar Unió tras su escisión de CDC
[7] Debemos tener siempre en cuenta la diferencia en cuanto a coordenadas de voto existente en Cataluña, donde el eje nacional se solapa con el eje izquierda-derecha, asociándose “Españolismo” a la derecha. La ubicación ideológica de C’S y el PP está mucho más echada a la derecha en Cataluña que en el resto de España. Para más información sobre este tema el artículo del profesor Elías Dinas (“Left and right in the Basque Country and Catalonia”) y del profesor Lluis Orriols en “El País”
[8] Y por ello probablemente Pablo Iglesias o Alberto Garzón se han desplazado al campo de batalla, con sus rostros por delante de los del candidato Lluis Rabell en algunos carteles.