Dicen de la prisión de Alcatraz que fue un sitio inexpugnable, que de allí era prácticamente imposible escapar por la distancia existente entre la isla en la que se encuentra y la bahía de San Francisco, y por las bajas temperaturas de sus aguas. Sea por esta leyenda, o por las películas que sobre ella se han producido, lo cierto es que es uno de los edificios más visitados en la ciudad de San Francisco…
Fue en el año 1775 cuando el español Juan Manuel de Ayala desembarcó en las costas de San Francisco. A aquel islote abandonado que se enfrentaba a las costas de la bahía lo denominó “isla de los pelícanos”, aunque se transformó en “isla de los alcatraces“, por la cantidad de pájaros de este tipo que cobijaba. Sin embargo, su verdadera historia, la que rigió su destino desde entonces, comenzó en el año 1847, cuando la Armada norteamericana puso sus ojos en ella.
Vale la pena señalar que algunas leyendas de los nativos americanos señalan que la isla estaba habitada por espíritus malignos. Para conocer al primer propietario legal de la isla tenemos que remontarnos al año 1846. En junio de este año, el gobernador mexicano de la Alta California, Pío de Jesús Pico, cedió los derechos de propiedad a Julian Workman con la única condición de construir un faro. Años más tarde, después de que Workman cediera la propiedad de la isla a su yerno Francis, éste la vendió por 5.000 dólares a John C. Frémont, que la adquirió en nombre de los Estados Unidos. A raíz del estallido de la Guerra Civil Americana en 1861, es utilizada como centro de reclusión para prisioneros confederados.
El 12 de octubre de 1933 el Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América adquiere la propiedad de la isla y, en 1934, entra a formar parte de la Agencia Federal de Prisiones.
Construcción en la isla
En 1848 en virtud de la firma del “Tratado de Guadalupe Hidalgo”, que puso fin a la guerra entre México y la nación americana, California entró a formar parte de los Estados Unidos de América. Cuenta una leyenda que un carpintero divisó en el fondo de un río el intenso resplandor de unas pepitas de oro. En pocos meses se desencadenó la fiebre del oro, con familias de medio mundo viajando atropelladamente hacia California, razón por lo que hizo aumentar la población de San Francisco desmesuradamente.
La isla de Alcatraz era conocida por su excelente posición estratégica. Los trabajos de fortificación de la isla se realizaron entre 1853 y 1858; que es cuando el primer destacamento formado por unos doscientos soldados, toman posesión de la isla. Allí se instalaron las mejores defensas de la ciudad, ubicando decenas de cañones que velaban constantemente por su seguridad. También se construyó el faro para guiar a los barcos que estaban en alta mar.
Cuando la fiebre del oro se extinguió, el fuerte se convirtió rápidamente en una base de arresto militar, convirtiéndose en un lugar de confinamiento en diferentes hechos históricos, desde la Guerra Civil, hasta la guerra contra los españoles, e incluso, fue utilizada durante el catastrófico terremoto de San Francisco del año 1906, como lugar de seguridad para los habitantes de la ciudad mientras ésta volvía a levantarse.
En el siglo XX cuando la época de la Ley Seca (1919-1933) el crímen organizado alcanzó su punto álgido, con una numerosa cantidad de gánsters y contrabandistas pululando por el país. Tras el crack de 1929, la depresión de los años 30 hizo a los pobres aún más miserables, y muchos no dudaron en empuñar su escopeta. Eran aquellos años una época de dificultad sociales y económicas, donde la crisis financiera y la Gran Depresión habían propiciado la aparición del crimen organizado. La necesidad provoca actitudes impensadas en épocas normales, y la violencia y el caos se iba adueñando de algunas ciudades donde las mafias imponían su ley.
Alcatraz volvió a convertirse en la solución perfecta, como icono que era, para encarcelar a los más conocidos mafiosos. Sería un golpe de efecto con el que dañar a todo ese crimen organizado. Y así, en agosto de 1934 comenzaron las obras para tapar antiguos túneles de guerra, y para reconvertir antiguas salas de artillería en más celdas para prisioneros. Se levantaron torretas de vigilancia, se separaron los edificios según la peligrosidad de los criminales y se establecieron puestos de control. Quedaba así completado el cambio de imagen de la nueva Alcatraz, convirtiéndose en una prisión federal.
“Si gánsters como Al Capone simbolizan la rebeldía de la nación, entonces Alcatraz sería el símbolo nacional a la hora de castigar a los rebeldes”, fueron palabras de Esslinger.James A. Johnston el que fuera nombrado primer alcaide de Alcatraz, cargo que ejerció desde 1934 hasta 1948. Creía firmemente en la posibilidad de reformar a los presos mediante el trabajo y una férrea disciplina, para su posterior reinsercción en la sociedad. También abolió una serie de medidas que consideraba denigrantes para los presos, como vestir los clásicos uniformes a rayas, o portar grilletes. Sin embargo, Johnston era una persona severa y estricta, que no se fiaba un pelo de los criminales. Un tren que atravesaba el país conducía a los prisioneros desde otras penitenciarias federales hasta Alcatraz.
Los presos de Alcatraz
Los primeros años de la isla se conocieron como los años del silencio, en los que no se podía hablar, silbar o cantar y sólo se permitía comunicarse con otros internos durante tres minutos por la mañana, tres por la tarde y dos horas los fines de semana.
Dentro de las gruesas paredes con refuerzos de acero, barrotes redondeados del mismo metal a prueba de sierras, ventanas inmunes a las balas y demás mecanismos disuasorios de seguridad estuvieron tipos duros como Al Capone, Doc Barker, o George “Machine Gun” Kelly. La seguridad de esta prisión era tal que cuando traían prisioneros ni siquiera se apeaban del tren al llegar al fin del trayecto; los vagones eran remolcados sobre una barcaza y transportados a la isla. Los presos que cometían graves infracciones de las normas internas eran confinados en la Strip Cell, conocida también como “Oriental”. Era una celda infame, fría y completamente oscura, con un simple agujero en el suelo para aliviar sus necesidades. El recluso yacía desnudo y recibía la comida (una dieta restringida) a través de un hueco en la puerta.
Se comenta que Al Capone fue, sin duda, el prisionero más famoso de Alcatraz. Llegó a la isla en 1934, siendo aún un mafioso temido. Sin embargo, cuando abandonó la prisión cuatro años después su estado mental había sufrido un enorme deterioro: retirado en su celda, hablaba solo y se comportaba de un modo extraño. Capone había comenzado a mostrar los primeros síntomas de una sífilis que debió de contraer siendo aún joven. Está documentado que en Alcatraz intentó manejar los asuntos de otros presos, pero no tuvo éxito, y su contacto con el exterior estaba estrictamente censurado.
Otro de los grandes conocidos de la prisión tuvo un perfil muy diferente: Robert Franklin Stroud, “el hombre pájaro” de Alcatraz. Durante su encierro previo en Kansas nos cuenta su biógrafo Thomas E. Gaddis – encontró un pequeño gorrión en el patio de la cárcel y se lo llevó cuidadosamente a su celda para alimentarlo. Colocó un calcetín sobre la bombilla y depositó el gorrión en el interior, al que nutría con cucarachas. Poco a poco comenzó a criar una ingente cantidad de canarios y pasar horas estudiándolos y anotando las observaciones. Llegó a escribir dos libros sobre las enfermedades de los pájaros…
Fugas
La historia de esta prisión recoge que estuvo funcionando por espacio de 29 años, en todo este tiempo se produjeron 14 intentos de fuga con la participación de 36 reclusos, ninguno con éxito, dos personas lo intentaron dos veces; siete murieron y dos se ahogaron.
‘La Roca’, nombre con el que popularmente se bautizó al enclave carcelario, sufrió la primera gran oleada de violencia entre los días 2 y 4 de mayo de 1946. Fue el primer intento de fuga que se fraguó entre los muros de la prisión federal. El trágico suceso que ha pasado a la historia como “La Batalla de Alcatraz” se saldó con dos guardias muertos y once heridos y tres reclusos muertos y uno herido. El fracasado intento de fuga acabó con dos de los presos cómplices del motín ejecutados.
Sin lugar a dudas el caso más espectacular lo protagonizaron Frank Morris y los hermanos Clarence y John Anglin el día 11 de junio de 1962. Los tres cumplían condena por haber atracado varios bancos. Su trabajo diario en el taller les permitió tener acceso a todo tipo de herramientas; incluso se permitieron el lujo de fabricar una especie de botes salvavidas con plásticos e impermeables que habían sustraído de sus lugares de trabajo cotidiano. Por la noche, después de que los guardias comprobasen que no faltaba ninguno de los reclusos en las distintas galerías, los tres atravesaron los muros de sus correspondientes calabozos a través de las aberturas que habían realizado pacientemente a lo largo de varios meses de arduo trabajo; treparon por los conductos de ventilación, alcanzaron la azotea y se deslizaron a través de un canalón hasta el suelo, donde se pierde su pista definitivamente.
Algunos investigadores creen que una vez terminado el descenso a través del canalón, los tres protagonistas de la fuga se tiraron al agua y a bordo de los artilugios que habían fabricado a modo de lancha pusieron rumbo a la “Isla del Ángel”, a tres kilómetros al noroeste de la “Isla de Alcatraz”. En dicha isla, según parece, los investigadores del FBI hallaron algunas pertenencias de Clarence Anglin (fotografías familiares y una agenda con direcciones y números de teléfono). Un mes después, ante la imposibilidad de hallar ninguna pista fiable sobre el paradero de los tres reclusos fugados, las autoridades les declararon oficialmente desaparecidos.
Cierre de la prisión
Por decisión del Fiscal General Robert F. Kennedy, la prisión fue cerrada el 21 de marzo de 1963, debido al alto coste de su funcionamiento en relación con otras cárceles (casi 10 dólares por preso al día, a diferencia de 3 dólares por preso al día en Atlanta). Además, medio siglo de saturación de las aguas saladas habían erosionado gravemente los edificios, y la bahía estaba siendo muy contaminada por las aguas residuales de los aproximadamente 250 reclusos y de las familias del personal de la prisión en la isla. La cárcel de Marion en Illinois, abrió sus puertas el mismo año y sirvió para reemplazar a Alcatraz.
Protesta de nativos americanos
En 1.969, seis años después de que se cerrase la prisión, un grupo de nativos americanos dirigido por el activista Richard Oakes, llegaron a la isla de Alcatraz y reclamaron las tierras en nombre de los “indios de todas las tribus”. Los activistas esperaban poder establecer una universidad y un museo en la isla. Protestaban por sus derechos civiles, y aclararon al gobierno estadounidense que su objetivo era conservar su identidad cultural. La protesta duró cerca de dos años. Oakes abandonó Alcatraz tras la muerte de su hijastra allí mismo en 1.970, y los ocupantes restantes, cuyas filas se quedaban cada vez más contenciosas y divididas, se retiraron por orden del presidente Richard M. Nixon en 1.971. Desde entonces, la isla se convirtió en parte del Área de Recreación Nacional Golden Gate, fue finalmente nombrada Parque Nacional en 1972, y un año después, se abrió al público. En torno a un millón de personas visitan Alcatraz cada año.
Su reputación como fortaleza inexpugnable ha propiciado películas desde “King of Alcatraz” (1938) protagonizada por Anthony Quinn hasta “Seven Miles from Alcatraz” (1942), así como “Fuga de Alcatraz” (1979) y “Terror on Alcatraz” (1986) ambas de Clint Eastwood “El Hombre de Alcatraz” (1962) y “La Roca” (1996) de Sean Connery, Nicolas Cage y Ed Harris están consideradas como las más fidedignas.
Fenómenos inexplicables
Según parece los informes sobre todo tipo de fenómenos inexplicables nunca han cesado y han sido varios los testigos presenciales que han vivido en sus propias carnes experiencias de lo más extrañas. Varios de los guías turísticos coinciden en afirmar, que en la celda 14D (una de las celdas donde los reclusos pasaban largas jornadas incomunicados en el bloque D) han sentido “fuertes opresiones en el pecho .. la temperatura de esta celda es mucho más fría que las otras del bloque .. no se puede entrar sin cazadora”.
Un rumor que ha corrido de boca en boca desde hace muchos años, se refiere a un suceso aterrador que tuvo lugar en dicha celda en 1940. Un preso fue encerrado en la celda de castigo y a los pocos minutos empezó a gritar como un poseso que una extraña criatura de ojos brillantes le estaba acechando. Nadie respondió a los gritos horripilantes del recluso y a la mañana siguiente los guardias encontraron al preso sin vida agazapado en un rincón de la celda con una expresión horrible reflejada en su cara. Las investigaciones que se llevaron a cabo para esclarecer la extraña muerte del convicto no dieron ningún fruto. El caso no llegó a resolverse aunque, algunos de los guardias afirmaron que el asesino podría haber sido el espíritu de algún interno fallecido en alguna de las celdas del bloque D.
Otras crónicas de antaño citan los lúgubres sótanos de la cárcel como lugar de apariciones espeluznantes, inexplicables olores, bruscos cambios de temperatura y gemidos aterradores. Entre 1946 y 1963 miembros de la seguridad del penal afirmaron haber presenciado el deambular de figuras fantasmales a las que bautizaron como “soldados fantasma”, en clara alusión a los presos confederados muertos en el lugar durante la Guerra de Secesión”
En años posteriores varios grupos de investigación de fenómenos paranormales han accedido a las instalaciones, a la caza y captura de los sucesos que se desarrollan entre sus solitarios y fríos muros. Todos coinciden, en mayor o menor medida, que las zonas donde se producen malos olores, cambios bruscos de temperatura, ruidos extraños y presencias desconocidas, son el bloque D, el antiguo hospital y los sótanos.
Punto y aparte merece el hecho de que en las antiguas duchas de la prisión, más de uno ha creído oír el tañido de las cuerdas de un banjo. Y es que uno de los gánsters más afamados que estuvo recluido en el lugar solía tocar el banjo mientras esperaba turno para ducharse…
Archivado en: Siete Leguas Tagged: Al Capone, Alcatraz, celdas, gansters, guerra Secesión, ley seca, mafias, prisión