Reconozco que no he visto el partido entero, sólo he visto los últimos 10 minutos de tiempo reglamentario. Estaba mundializándome con la victoria de Brasil ante Costa de Marfil cuando me llama mi hermano desde otra habitación y me dice: “Tú, que van 2-2”. Se refería al partido del Alcorcón contra el Onteniente, partido de vuelta para subir de Segunda B a Segunda División A con 1-1 en la ida.
En la primera parte iban 0-2 con un Alcorcón que no encontraba para nada su juego, ese que le hizo meterse en ese play-off de ascenso y que le hizo hacer la machada contra el Real Madrid en Copa del Rey. Así que al encontrarnos con ese empate haciendo zapping y con el partido del mundial resuelto nos pusimos a ver el partido. Tras tres minutos de visionado, en el 83’ penalti a favor de mis vecinos (resido en Móstoles). Todo el mundo saltando, celebrándolo, y va Sergio Mora y lo falla, bueno más bien lo para el portero porque el lanzamiento fue lamentable.
Todo el mundo con las manos en la cabeza, llantos en la grada, decepción a tutiplén hasta que llega el minuto 93’ y toma, de rebote gol de los de “Anquelotti” y alegría para el que escribe. No por que le tenga simpatía al equipo, nada más lejos, sino porque había apostado por él en una combinada y si perdía palmaba unos eureles.
En eso momento empezó el caos. Lo primero invasión de campo. Jóvenes de todo credo, raza y condición saltando por el campo cual alegre Flip (el saltamontes de La Abeja Maya) y a todo esto el árbitro sin pitar el final. Los del Onteniente después de algunas trifulcas con algunos jugadores amarillos deciden irse por su cuenta y riesgo al vestuario y recuerdo, aún no había pitado el colegiado.
A todo esto entre la seguridad privada y los jugadores, van echando a todos esos jóvenes exaltados del campo mientras el utillero local busca como loco una camiseta y unos pantalones para Iñigo López, el autor del gol, que se había quedado en gayumbos tras el éxtasis del tanto.
El caso es que 18 minutos más tarde, sale el Onteniente a jugar ¡1 mísero minuto! y casi mete gol, pero en esa ocasión el balón no entró. El árbitro pita el final, alegría, alboroto, nueva invasión de campo y el portero visitante Rangel buscando una camorra que no encontró.
En resumen, los amarillos culminan un gran año con el ascenso a Segunda. Felicitaciones a mis vecinos, sinceramente, lo han merecido.