Revista Cultura y Ocio

¡Alégrense chicos, ya vienen las inversiones!

Por Acevedo

Hubo un tiempo, al principio de la crisis, en que comenzó a decirse que había que cambiar el modelo económico de España. Para todos era evidente: nuestro país tenía importantes “problemas estructurales”. Lo decían hasta los más reputados analistas internacionales: “el modelo de crecimiento que ha tenido España ha llegado a su fin porque estaba impulsado por una amplia disponibilidad del crédito y eso no va a volver. Además, el crédito se ha dirigido a sectores que no ofrecen capacidad de exportación de cara al futuro, como el sector inmobiliario o el financiero”. Y era cierto: casi el 40% del PIB dependía del ladrillo, y con el ladrillo, la especulación, la corrupción urbanística.

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Ya todos lo decían, y además era evidente. Sin embargo, al Gobierno de turno le costó comprenderlo. Durante un tiempo intentó evitar la crisis con una brillante estrategia: repetir una y otra vez la consigna mágica: “España no está en crisis económica”, “es prácticamente imposible que se reproduzca en España la crisis hipotecaria de EEUU”. Se trataba, básicamente, de cerrar fuertemente los ojos y rezar para que, al abrirlos de nuevo, el monstruo hubiese desaparecido. La estrategia se fundamentaba en una compleja teoría que defienden multitud de economistas: las crisis se producen… porque la gente se empeña en decir que hay crisis. Uno lo dice primero, luego otros comienzan a repetirlo, la gente se asusta y deja de comprar, las tiendas cierran, etcétera, etcétera. Por lo tanto, la crisis surgen… en la mente de la gente.

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Poco a poco, visto que la brillante estrategia y la compleja teoría en la que aquella se sustentaba no producían los efectos esperados y la economía del país comenzaba a desmoronarse, fueron comprendiendo que, efectivamente, la economía de España debía tener graves “problemas estructurales”.

Entonces se pusieron manos a la obra para conseguir que el país saliese “airoso” de la  “crisis internacional pasajera”. La nueva estrategia pasaba por “cambiar el patrón de crecimiento de la economía española” que, hasta ahora, dependía en gran medida del mercado de la vivienda”. “A diferencia de Alemania, no podemos salir de la crisis con el mismo modelo económico con el que entramos porque el sector de la construcción no va a recuperarse al mismo nivel. Vamos a potenciar sectores de futuro y que permitan que la economía española se recupere”. E hicieron lo que hacen los gobiernos: leyes. Efectivamente, el BOE del 5 de marzo de 2011 publica la “Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía sostenible”, ¿alguien se acuerda? La Estrategia para una Economía Sostenible —se explica en el Preámbulo— daba prioridad al incremento de la inversión en investigación, desarrollo e innovación para servir a un nuevo crecimiento, a un crecimiento equilibrado, duradero, sostenible, asentado en la mejora de la competitividad, en la innovación y en la formación…

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Bellas palabras. Los hechos, sin embargo, fueron otros. A los pocos meses de la promulgación de la Ley, ya saltaba la alarma en la comunidad científica al conocerse el recorte del dinero destinado a financiar los proyectos de I+D, las becas y los contratos de investigadores que el Gobierno planteaba realizar en el siguiente año. Pero los recortes no se quedaron ahí. En el presupuesto para 2012 se recortaron 600 millones de euros sobre el presupuesto ya recortado del año anterior. Todo en un país en que la propia estructura de las empresas (el 99,88% de las empresas son pymes) y la mentalidad rentista de la mayoría de los empresarios hace inviable dejar el I+D en manos del mercado, de la iniciativa privada.

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Fuente: ABC.es

Total, que el sueño de cambiar el modelo económico español se reveló, efectivamente, como un sueño, una quimera, algo imposible con nuestros mimbres. Por lo tanto, el asunto se olvidó y no se habló más del tema.

Luego llegó el nuevo Gobierno de turno y cogió el toro por los cuernos. Si la economía española tenía graves problemas estructurales, había que poner en marcha grandes reformas estructurales: la del sector financiero, la del mercado laboral (abaratando costes laborales y despidos) y la estabilidad presupuestaria. En cuanto a aquello del cambio del modelo económico, si el Gobierno saliente ya lo había enterrado, no sería el Gobierno entrante el que fuera a resucitar esa ridícula utopía progre. España puede salir de la crisis con el mismo modelo económico con el que entró en ella. Igual que Alemania. Y no se hable más. Lo que hay que hacer es corregir algunos desajustes y favorecer las condiciones para que el dinero vuelva a entrar en España. Y sentarse a esperar, aprovechando cualquier ocasión para decir que ya se está saliendo de la crisis, siguiendo la misma compleja teoría económica que antes mencionamos: Uno lo dice primero, luego otros comienzan a repetirlo, la gente se anima y comienza a comprar, las tiendas abren, etcétera, etcétera. Porque las recuperaciones surgen… en la mente de la gente; de alguna gente.

Estos días han sido destacados miembros de la oligarquía económica los que se han puesto a repetir la cantinela. Uno lo dijo primero (Botín, BSCH) y otro comenzó a repetirlo (Alierta, Telefónica), éste último representando nada menos que a todo un think tank (el Consejo Empresarial de la Competitividad). Y si lo dice todo un think tank, por algo será. Ya solo falta que la gente se anime y comience a comprar, las tiendas abran… Porque, según parece, en España está entrando dinero por todas partes. Dinerito fresquito, y sin necesidad de cambiar el modelo económico. ¡Genial!

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 Y puede que sea cierto. En las temporadas de rebajas, como en los mercadillos, la gente se anima a hacerse con las gangas y aumentan las ventas. Y España está en venta… a precio de saldo. Por eso entra dinero, porque hay compradores. Se vende la riqueza de nuestro subsuelo y muchas de las empresas que se encuentran sobre el mismo suelo. Según los datos que se manejan, está aumentando la Inversión Extranjera Directa (en 2012 subió un 3,7% y más está subiendo en 2013) y la inversión de cartera (en acciones en la bolsa). El dinero que se fue de España cuando su economía comenzaba a desplomarse vuelve ahora “animado por el bajo precio de los activos españoles”. “La bolsa española está barata” y también lo están muchas empresas: “Es ahora cuando hay que comprar, cuando las cosas están baratas. Bill Gates ha visto que FCC tenía mucho valor y ha hecho lo lógico: comprar cuando el precio es más barato que el valor. Y eso es lo que está haciendo ahora muchísima gente en la bolsa”, explica un profesor de Economía del Instituto de Estudios Bursátiles.

España se vende

Así que no es extraño que sea verdad lo que dice, exultante, nuestra vendida oligarquía. Entra dinero en España. Y más que va a entrar, a corto plazo, a medida que se profundiza en el proceso de desinversiones que están protagonizando las multinacionales “españolas” en el extranjero, particularmente en América Latina, para hacer frente a su elevado endeudamiento. Un ejemplo lo tenemos en la petrolera Repsol, una de las integrantes de la armada “española” en Latinoamérica, aunque más del 50% de sus acciones se encuentra en manos de capital extranjero. En los últimos tiempos ha vendido a la china Sinopec el 40% de su filial brasileña, el 3,3% de YPF a dos fondos de inversión, el 30% de Refap a la brasileña Petrobras, etc.  En el sector energético se han producido un total de 34 desinversiones; en el financiero, 24; y en el de infraestructuras, 19. Las transacciones se han producido en Chile, Brasil, Estados Unidos, México, Argentina, Perú y Colombia. Ciertamente, aún mantienen las multinacionales “españolas” un nivel importante de IED en Latinoamérica. De hecho, “España” sigue siendo uno de los principales inversores en la región, aunque -desde antes de la actual crisis- entre el 30% y el 60% del capital de sus multinacionales estaba en manos de fondos de inversiones extranjeros, principalmente de Estados Unidos, Reino Unido y resto de Europa. Sin embargo, este destacado papel que las multinacionales “españolas” han venido desempeñando a nivel internacional no puede sino tender, en la actual crisis, a la reducción, tanto en valores absolutos como relativos. Así, “mientras que las multinacionales norteamericanas incrementaron su participación en los flujos de IED hacia los países de América Latinan, España, que en 2011 había sido el tercer país en orden de importancia, perdió fuelle. Las inversiones de firmas españolas se redujeron sensiblemente en un contexto de desinversiones y cayeron del 14% al 5% del total, al mismo tiempo que las de China escalaron posiciones y las de Holanda aumentaron un punto, al 11%”. “No creo que el país tenga el capital para crecer en la región, pues le falta recursos para mejorar su propia economía“, comenta Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). De hecho, el proceso de desinversiones de las empresas españolas en el exterior ha crecido un 412% en relación con el año anterior y seis veces más que en 2010.

Dolares

Por lo tanto, debe ser cierto que, por un lado y por otro, está entrando dinero contante y sonante a España, pero cuanto más dinero entra más se reduce el protagonismo del imperialismo español y más aumenta la dimensión semicolonial de nuestra economía; una dimensión que el país no ha podido superar durante toda la contemporaneidad (siglos XIX-XXI) y que no puede explicarse al margen de una inconclusa revolución burguesa que, en el siglo XIX, no fue capaz de llevar a la burguesía al Poder estatal. Si esto no se comprende no puede entenderse tampoco la inutilidad de cualquier esfuerzo que se haga para cambiar radicalmente nuestro modelo económico, nuestro “patrón de crecimiento”. Aunque algún Gobierno se lo tomase realmente en serio -cosa que en verdad creo que nunca se ha hecho- chocaría con los intereses de la retrógrada oligarquía en la que cualquier Gobierno en España ha de sustentarse.

Por tanto, podremos volver, como dicen, a cifras de crecimiento positivo, pero será a costa de ser cada vez más semicoloniales, de tener una economía más sometida a los intereses del capital extranjero. Y el pueblo será quien lo pague. La cuestión no es, pues, crecer o no crecer, sino hacia donde se crece. Porque crecer ya crecimos mucho en otro tiempo, en los años buenos de la burbuja inmobiliaria. En 1995, por ejemplo, nuestro PIB creció un considerable 5%. Pero aquel crecimiento fue la antesala de este hundimiento. Y seis millones de parados lo están pagando.

Por lo tanto, las declaraciones de Botín y Alierta son como si los indígenas americanos, viendo llegar los barcos de los conquistadores que venían a saquearlos, hubiesen exclamado: ¡alégrense, chicos, ya vienen las inversiones! Hay gente que nunca cambia.

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[fotograma de la película “Bienvenido Mister Marshall”,

de Luis García Berlanga]


Archivado en: Sociología Tagged: crisis económica, especulación urbanística, I+D, Imperialismo, Inversión extranjera, modelo económico, semicolonial
¡Alégrense chicos, ya vienen las inversiones!
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