No todo es tristeza, no todo es miseria.
En una sala en la que todos los niños padecen desnutrición severa, por muy duro que sea siempre hay hueco para la alegría, para una sonrisa.
Endalech llegó al hospital en brazos de su madre. No era más que huesos… Había perdido toda la grasa que cubre la piel. No tenía fuerzas para sostenerse en pie, no tenía músculos para sostener su cuerpo.
Llegó al hospital entre la vida y la muerte, ingresó gravemente enferma. Los primeros días fueron muy duros, de mucha incertidumbre, se manejaba entre la vida y la muerte.
No tenía fuerzas para sostenerse en pie, pero sí que tenía fuerzas para sonreír ante una mirada de alegría.
Siempre hay tiempo para la Alegría, en medio del sufrimiento, en medio de la tristeza, en medio de la miseria, allí en medio, una sonrisa dibuja sonrisas, contagia la Alegría.
Fue este Alegría la que alimentó su cuerpo, junto a la leche terapéutica, el correcto manejo médico y los cuidados de todo el personal asistencial. La Alegría, el Amor, son cuidados y tratamiento esenciales y fundamentales ante la recuperación de los niños y niñas que no podemos olvidar. Hoy lo recordamos. No lo olvidemos mañana.
Siempre hay tiempo para la alegría.