Revista Libros
Alejandro Céspedes. Soy Lola Jericó
Publicado el 28 octubre 2022 por Santosdominguez @LecturaLectoresAlejandro Céspedes. Soy Lola Jericó.XLII Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez.Diputación de Huelva, 2022.
Soy Lola Jericó, un instrumento,una niña que llega del colegio a su casa con las alas rotas, meada,empapada en sudor,de la boca le rezuma espanto,una muñeca con ojos artificialesde alta tecnología, un títere seco–híbrido de chatarra y trenzas postizas, sepultado en el vientre de la madre–girando en círculos entre la carne y la madera. Por dentro de mis ojoshay un silencio que escuece.Y tengo que ponerme a hacer «deberes»: recolocar los huesos partidos de los sueños.
En su impotencia para restituirseuna máquina reza al dios de los mecanos.
Con esos versos comienza Soy Lola Jericó, el libro con el que Alejandro Céspedes obtuvo el XLII Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez.
La fuerza expresionista de esos primeros versos se mantiene y crece en intensidad a lo largo de las cuatro partes del libro, sostenido sobre esa poderosa voz lírica de Lola Jericó, “una sombra inconsistente / a quien el cuerpo de una niña / perseguía sin tregua. // Procedo de esa estirpe de mujeres / que no han tenido padre / por voluntad propia.”
A golpe de tambor suena con fuerza la voz femenina de una víctima en la que se resumen otras voces y otros silencios:
Yo sé que en otra vidafui modelo de Rembrandt cuando pintó su cuadro Buey desollado.
La creciente intensidad de esa voz se levanta sobre un escenario de abandono y derrotas, de heridas abiertas y sangre inocente, de barbarie y abusos paternos (“cada noche la misma pesadilla”), de silencio y sordidez, de dolor que “sabe a pólvora quemada”, de búsqueda desolada de la identidad y la reconstrucción de sí misma:
Alguien dentro de mí repara los destrozosque me han hecho las otras que me habitan. Así podrán mañanavolver a descoserme las suturas.
Porque en ese itinerario hay un tiempo también toda la plenitud del deseo y para la esperanza ahora que suceden la pérdida y el silencio, la soledad (“Cada vez que me miran, los espejos que miro se vacían”), la muerte y la nada:
Saber que lo importante no se encuentra en la muerte ni tampoco al principio de la vida,y no saber qué es lo que en verdad importa entre esos dos vértices de nada...
Y desde ahí encamina sus palabras y sus zozobras Lola Jericó hasta el magnífico poema que cierra circularmente el libro:
Alguien fuera de míse empeña en que no duerma,pero yo me estoy viendo desde dentro ya casi tan dormida...,con la misma desganay el mismo abatimientoque en nuestra despedida.
Todo lo que ahora soy busca su sitio.Todas las que no fui encuentran sitio.
El tambor que hay debajo de mi pecho izquierdo espacia sus latidos.En mitad del silenciouna cuchilla cae en la bañera.
La sangre escribe un nombre sobre el agua: Soy Lola Jericó,un instrumento.
‘¿Quién es Lola Jericó?’ se titula el epílogo en el que Alejandro Céspedes evoca, más cerca de Blanchot que de Borges, la presencia virtual de ese personaje femenino en su vida. Concluye así:
¿Quién es Lola Jericó? Lola es la niebla.
Santos Domínguez