Alejandro Mallada es un joven, jovencísimo, poeta que ha trabajado duro este verano en los textos del que ya es su primer poemario, aún inédito, y de título 33, y que escribe así de bien:
HAY QUE ABRIRLOS
Lleno la bañeray como un contorsionistame metobuscando la postura(hay una)en que entro lo más posibley es además cómodacomo para mantenerlaunos minutos.
Divido el bañoen dos partes:primero será mi troncoel que quede fuera,después lo sumergiréy con mis piernascolgando de la bañerapodré hundirla cabeza.
Aguantocon ella sumergiday escuchoel silencio y el ruidoa través del agua,que empiezaa colarsepor entre los apretadospárpados.
Pienso en abrirlos,algo me diceque dolerápero los abro,tengo que abrirlos,hay que abrirlosaunqueduela.
Imagen cedida por el autor
COMPAÑEROS
Ya iba notando
con el pasar de los años
que la espalda se resentía,
que me dolía
punzantemente,
donde más duele,
con el simple gesto
de intentar dormir.
Aguanté a base
de tranquilizantes adulterados
que apuntaban con saña
a un hígado
saturado de trabajo.
¿Que qué pasó?
Tuve que parar en mitad de la calle
sacar las pesadas piedras de la mochila
y dejarlas
allí mismo.
Las pesadas piedras
en las que se había
convertido
el pan.
Alejandro Mallada en su poemario inédito 33.