Alejandro cuenta la historia de la fulgurante victoria política de un joven y desconocido miembro de un mínimo y casi desconocido partido político alemán. Al menos hasta ahora, el joven y su partido eran prácticamente ignorados, frente a los pesos pesados de los partidos y políticos dominantes.
El caso es que comienza hablando del tabaco y el antitabaquismo, porque la historia de Sebastian Frankenberger y del marginal Partido Eco-Democrático (ÖDP) tiene que ver con el tabaco.
Es una historia que sin duda quedaría muy bien en cine o en televisión. Sobre todo esperando ulteriores desarrollos de esta aventura de un pequeño David frente a los Goliats de la política alemana. Y sin olvidar lo que dicen los fumadores...
Esto nos cuenta Alex:
A partir del 1 de agosto queda prohibido fumar en todos los establecimientos del sector hostelero en Baviera. Así acaba de aprobarlo en referendum el pueblo de esa región alemana. Es verdad que sólo votó el 37,7 % de los 9,4 millones de ciudadanos, pero este dato muestra sobre todo la incapacidad de la industria tabaquera para movilizar a la opinión pública, a pesar de los ingentes medios que empleó (se considera que el lobby del tabaco es el segundo más influyente del país, después del automovilístico). El 61 % de los votantes se pronunció a favor de la prohibición.
Cuesta imaginarse las enormes carpas de la fiesta de la cerveza de octubre sin la niebla producida por el humo de innumerables cigarrillos, pero parece que no hay vuelta atrás. Los representantes del sector hostelero pintan un cuadro apocalíptico, con el anuncio de pérdidas cuantiosas y el cierre en cadena de bares y restaurantes. La cosa no queda ahí, pues el debate se va a plantear enseguida en el ámbito nacional. Incluso Bruselas sigue muy atenta los acontecimientos, considerando el caso bávaro como un posible ensayo de interés para el conjunto de la Unión.
No me propongo abordar ahora la cuestión del tabaquismo, también de actualidad en nuestro país; de la experiencia bávara me interesa sobre todo destacar la personalidad de Sebastian Frankenberger, el promotor del referendum contra el tabaco.
La infancia de este joven de 28 años estuvo marcada por su pertenencia a la Iglesia católica: monaguillo y organista en la parroquia de San José, en su ciudad natal de Passau. Inquieto y con cualidades de líder, fue representante de los alumnos en su colegio. En la universidad estudió Teología, algo no tan infrecuente entre los universitarios centroeuropeos. Su intención era trabajar como agente pastoral en la diócesis de Passau, pero no había puestos libres ni buenas perspectivas para el futuro inmediato, así que Sebastian pensó en alternativas: se convirtió en guía turístico en Austria -Passau está en la frontera-, realiza sustituciones en el trabajo pastoral de la diócesis y organiza exposiciones para diversos artistas.
Su inquietud por la política no le llevó a afiliarse a la CSU, partido hegemónico en Baviera, sino a un minúsculo grupo ecologista, el Partido Eco-Democrático (ÖDP), que en sus treinta años de vida todavía no ha conseguido representación parlamentaria. Su lema es tan expresivo como vulgar –“también una pequeña chincheta puede mover a un gran culo”-, y efectivamente se ha hecho notar en la vida política bávara, sobre todo suscitando debates que han tenido amplia repercusión. Por ejemplo, ese pequeño partido promovió el referendum que llevó en 1998 a la supresión del Senado de Baviera (¿quién no votaría a favor de la eliminación de tantos organismos políticos o administrativos de elevado coste y dudosa eficacia?).
Sebastian Frankenberger es concejal de su ciudad en representación del ÖDP y ya ha anunciado su candidatura para la alcaldía. Habrá que ver si consigue dejar una huella duradera en el escenario político o si no resulta más que una aparición tan fulgurante como efímera. En cualquier caso, ya ha conseguido más que muchos políticos en toda una vida, y su ejemplo nos muestra que sí se puede hacer algo en un ambiente político que parece secuestrado por los partidos tradicionales y sus camarillas firmemente aferradas a los resortes del poder.
Cuando tanta gente joven se encuentra como paralizada, desanimada ante la perspectiva de un horizonte profesional jalonado por contratos precarios y sueldos escasos, y recelosa ante una clase política que le inspira profunda desconfianza, personas como Sebastian o pequeños grupos como el ÖDP nos indican que hay salidas para el que no se da por vencido, aunque aparentemente no haya perspectivas de éxito. Afortunadamente y contra todo pronóstico, David sigue derrotando a Goliat.