Para saber qué piensa y hace el fiscal especial islandés Ólafur Þór Hauksson sobre lo que sucede con la crisis bancaria en su país, puede leerse esta vieja entrevista en el Huffington Post: Special Prosecutor of Iceland Bank Crash: "The Idea Most People Have of Banking Has No Basis In Reality".
Para comprender el alcance del fenómeno, lo que escribe a continuación Alejandro Navas sobre el "Hércules de Islandia", como llama a Ólafur Þór Hauksson, quizá la persona más importante hoy en ese país:
Por un favor especial de los dioses, el rey griego Augías llegó a contar con el ganado más numeroso de su tiempo. Sus inmensos establos, desbordados por el estiércol, nunca los había limpiado nadie. Hércules lo consiguió en un solo día —el quinto de sus doce famosos trabajos—, para lo que abrió un canal que atravesaba aquellas cuadras y desvió el cauce de dos ríos cercanos, que arrastraron los excrementos.
Islandia ha sido uno de los países más extremadamente afectados por la crisis financiera. Ya en otoño de 2008 se encontraba al borde de la suspensión de pagos, y desde entonces no se ha apreciado mejora en la situación. Las deudas de sus tres grandes bancos —Kaupthing, Landsbanki y Glitnir— equivalían a doce veces el PIB islandés. Esta crisis nunca vista sirvió para movilizar al pueblo, que, a golpe de manifestaciones y usando huevos como munición, forzó la dimisión del Gobierno, la nacionalización del sistema bancario y la reforma de la Constitución (en la que la libertad de expresión se va a blindar).
Estamos ante un pueblo que ha decidido tomar su destino en sus propias manos, y no abdicar en una élite política y económica de competencia y moralidad más que dudosas. La negativa de los islandeses a pagar de su bolsillo las deudas que sus bancos habían contraído con Inglaterra y Holanda llevará a su país ante la justicia internacional y pone en peligro su incorporación a la Unión Europea, algo que no parece preocupar mucho a sus ciudadanos.
Al contrario de lo que ocurre en los demás territorios occidentales, los responsables del desastre islandés tienen que responder de sus actos ante la justicia. Ya se han registrado las primeras condenas. El Hércules que se encarga de limpiar esos establos tan llenos de podredumbre es el fiscal especial Ólafur Hauksson.
Recuerda al héroe mitológico tan solo en la estatura física, pues mide dos metros. Por lo demás, se trata de una persona normal, de 53 años, casado y padre de cinco hijos. Antes de hacerse con esta fiscalía especial, apenas había destacado, como corresponde a un modesto fiscal de provincias. Y el puesto recayó en él porque fue el único que lo solicitó. Contra todo pronóstico, está haciendo una labor admirable.
Ha sido capaz de orientarse en la selva de legislación y contabilidad bancaria y ha puesto a trabajar con ardor a un equipo ilusionado (cuando empezó su tarea, en febrero de 2009, disponía de dos colaboradores; ahora cuenta con setenta y dos). En estos momentos tiene abiertos más de cien sumarios y ha interrogado a más de seiscientas personas. Se ha ganado la admiración de los buenos, el temor de los malos y el respeto de todos.
Y su buen hacer irradia más allá de las fronteras islandesas. Las autoridades de otros países, que también querrían proceder judicialmente contra la delincuencia financiera, se han puesto en contacto con el Gobierno islandés para recabar experiencias del fiscal Hauksson. Importan las estructuras políticas y jurídicas, las condiciones sistémicas, pero siempre importan igualmente las personalidades de quienes encarnan los procedimientos institucionales.
“Es nuestra obligación conducir esta investigación hasta el final. No puede ser que la justicia cuelgue a los pequeños rateros y deje escapar a los grandes delincuentes”, declara Hauksson. En estos momentos prepara la causa contra la cúpula de uno de los grandes bancos, acusada de llevar a cabo un auténtico saqueo de los depósitos en beneficio propio. La vista se anuncia para dentro de unas semanas, y ha suscitado una alta expectación. No es tan frecuente ver a destacados banqueros sentarse en el banquillo de los acusados.
Renuncio a comparar la experiencia islandesa con la nuestra. Mientras escribo estas líneas, me llega la noticia de que la Comisión Europea expedienta a España por no controlar el sueldo de los banqueros. ¿Dónde está el Hauksson español? ¿Para cuándo una justicia independiente?