En una sociedad, y en un país, en el que tristemente ya estamos acostumbrados a que los famosos, sean, eso, simplemente famosos sin más, y no ejemplos de nada, bien está que por un momento se nos haya colado, en estos dos últimos días, casi de soslayo, la noticia de un cantante, muy nuestro, Alejandro Sanz, parando uno de sus conciertos, ha sido en Rosarito, México, pero podía haber sido en cualquier sitio, para recriminar a un hombre que estaba agraviando, y al parecer, agrediendo, a su compañera.
Ahora incluso, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, dirán que no ha sido más que pura pose, o que como la publicidad del hecho le ha venido muy bien, y que entre lo comido por lo servido, que se quede la cosa como está, y que no hace falta que se le reconozca nada, cosa que además, él, Alejandro, seguro que no lo hizo con esa intención, sino como ocurre cada vez que compone una canción, era, simplemente, porque le pide el cuerpo.
La verdad es que, es todo un lujo, que en unos momentos en que, al parecer, todo el decorado actual, al menos el nuestro, se cae víctima o de la corrupción o de los intereses más interesados, podamos ver que, al menos, hay alguien que se viste por los pies, y que nada quiere, quizá porque ya todo tiene, o porque la vida, su vida, está completa simplemente con los suyos, y haciendo lo que más le gusta.
Porque de Alejandro Sanz se podrá decir de todo, pero no que hace música comercial. Hace, tan fácil y tan difícil, como lo que le pide su cuerpo, e incluso su corazón, roto o entero, y tiene la suerte, tenemos la suerte, de que a la gente, así, en general, le gusta. Si alguien ha intentado alguna vez cantar sus canciones, son de todo, menos fáciles, tanto de garganta, como de retener las letras en la memoria, una verdadera borrachera de imágenes y sentimientos.
Así, desde fuera, las letras de Alejandro Sanz siempre han tenido todo el sabor de nocturnidad y alevosía. Letras e historias moldeadas por sus entrañas, tras una mezcla, como todo autor que se precie, de alcohol, soledad, humo y experiencia.
Que lo ocurrido hace dos días, el bajarse del escenario para llamar la atención a alguien que no estaba haciendo bien “sus” cosas, y que da la casualidad de que era un hombre sacando los pies de su tiesto e invadiendo los de una mujer a la que seguro consideraba como "suya", es tan verdad como que desde hace unos cuantos años su banda, como mínimo, sin contar a un coro femenino (de un mínimo de dos componentes), tiene también otras dos mujeres (una a los teclados, y otra a la guitarra), y no hace como los partidos políticos que van aireando sus números de participación femenina para convencernos y votarle.
Lo que acaba de decir este vecino nunca ha sido usado, y me parece correctísimo, para vender el producto, que como artista, y grande, que es Alejandro Sanz, lanza cada vez que comienza una gira.Cuando sea mayor, más mayor aún, tremendamente viejo, quiero tener la fuerza que tiene Don Alejandro para defender sus convicciones, sean sobre el Ártico, los derechos humanos, o sabiendo, simplemente, que es mucho saber, dónde los sueños aprenden a nadar.*FOTO: DE LA RED