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¡Aleluya: El Rijksmuseum por fin abre!

Publicado el 05 abril 2013 por El Patíbulo

Cultura rijksmuseum-amsterdam

Publicado el 5 abril, 2013 | por Antonio Cruz

Este año los holandeses tienen dos acontecimientos transcendentales que celebrar: la entronización de los nuevos monarcas, y la reapertura del Rijksmuseum, el museo nacional de Ámsterdam, una de las pinacotecas más importantes del mundo. Llevaba meses esperando poder redactar este artículo y parecía que no iba a llegar nunca (aún quedan un par de semanas) el 13 de abril de este año 2013: un día para enmarcar. Deduzo que los medios, en su apartado cultural se harán eco de tan importante noticia, (o eso espero), y la inmensa mayoría irán en la misma línea, reparando en la grandiosidad de la obra arquitectónica y titánica restauración (todo en los Países Bajos es una lucha contra la naturaleza: “Dios hizo el mundo y Holanda los holandeses”, reza el refrán neerlandés) y en la dicha de volver a ver juntos (¡por fin!) a Mondriaan, Hals, Vermeer (léase “Fermiir”), Ruysdael y por supuesto uno de los epígonos de la pintura holandesa y símbolo del museo: Rembrandt y su Ronda de noche. Pero ha habido mucho más que todo esto.

Restaurar el edificio diseñado por el holandés Cuypers, cuya obra comenzó en 1876 y finalizó en 1885 no ha sido ni un camino de rosas ni obra de unos cuantos años, sino doce largas primaveras, cuatro más de lo previsto y con un gasto final de casi 400 millones de euros. Los arquitectos sevillanos Antonio Cruz & Antonio Ortiz (por mucho que parezca, el primero nada tiene que ver conmigo) han sido los encargados de llevar a cabo tan magna obra, pero haciendo un símil militar ha sido todo un camino repleto de minas, ya que no en vano, al comenzar la restauración los operarios tuvieron que recurrir al uso de trajes de buzo para cimentar el edificio y haciéndolo a más de diez metros de profundidad. Pero el gran problema estaba por llegar para los arquitectos españoles, cuando éstos se toparon con uno de los símbolos del país, la bicicleta, mucho más relevante incluso que el individuo que va sobre ella.

Históricamente el Rijksmuseum se ha servido de un paso para los ciclistas que atravesaba el edificio (que servía también a músicos callejeros, entre otros), y cuando se supo que los arquitectos españoles (que han jurado que no tenían nada contra las bicicletas e incluso hacían uso de ellas en la capital hispalense) tenían la escasamente brillante idea de suprimirlo se armó la “marimorena” –que hasta puede armarse fuera de nuestras fronteras– por lo que las protestas paralizaron completamente la obra. Pero aunque la “marimorena” se pueda dar extramuros de España, el pueblo holandés no llegó a más y aceptaron con estóica resginación la eliminación de tan histórico paso. Los arquitectos han calificado el incidente como “una historia larga y absurda” o “tediosa batalla ciclista” en un ejemplo que pone de manifiesto que a pesar de los años no han entendido la esencia holandesa en general ni la amsterdamesa en particular. Una pena.

Sí, una pena, porque probablemente era sólo una reivindicación –la de los ciclistas– sentimental y simbólica, “absurda” la calificaron los arquitectos, pero los pueblos se construyen a base de costumbres o tradiciones que nos pueden resultar disparatadas, algunas incluso perniciosas, pero esta no hacía daño a nadie. Una de las señas de identidad del pueblo holandés tal y como han vuelto a demostrar es su transigencia en casi todo: política interna con respecto a la inmigración, política con la UE (aunque el número de euroexcépticos crece de manera alarmante con la proliferción de partidos políticos anti-UE como el del polémico Geert Wilders), transingen con el idioma rebajándose a hablar en otro idioma no sólo con el turista, también permitiendo que su documentción oficial sea expedida en otro idioma diferente al neerlanedés–como en las universidades y otros organismos oficiales– o permitiendo que en las empresas no se deba usar obligatoriamente el neerlandés, en un país que social, cultural y económicamente está por encima de la mayoría de países civilizados, y no en vano no es casualidad que Merkel haya encontrado en los Países Bajos su gran aliado en la UE. No me imagino a las universidades acpetando documentos en otro idioma que no sea el español (y esto lo digo por experiencia) o en nuestras empresas.

Sé que con la reapertura del Rijksmuseum, Ámsterdam ya no sólo tendrá los porros y las prostitutas como único fin turístico con el que van allí la inmensa mayoría. Ya no habrá excusa, en una de las ciudades más desaprovechadas –aunque parezca lo contrario– y desconocidas de Europa. Alegría por la reapertura, pero tristeza porque nuestros compatriotas no ha entendido el espíritu de una ciudad.


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