La Alemania del 74 no fue el equipo que mejor jugó a lo largo de la historia del fútbol, pero sí uno de los que más ganó. Tenían todo lo imprescindible que un buen conjunto tiene que tener para triunfar: un buen portero (Sepp Maier), un defensa imponente que sacaba la pelota como los ángeles (Franz Beckenbauer), un centrocampista con mucho trabajo y talento como Rainer Bonhof y un delantero letal, un asesino del área llamado Gerd Müller, el Torpedo. Junto a ellos, un elenco de artistas secundarios que cualquier película firmaría: Hoeness Overath o el depredador Berti Vogts.
La Alemania del 74, una maquina engrasada para ganar partidos
La constancia y la practicidad eran las notas más características de un equipo que priorizaba el juego colectivo en detrimento de las individualidades. Los balones aéreos, la presión sobre el rival, la marca de una escuadra donde el trabajo y el sacrificio tenían un protagonismo inusitado. No jugaban todo lo bien que se podía esperar, pero daba igual. Ganaron un Mundial, el del 74, en su casa y ante su público. Comenzaron sin un dominio claro, e incluso cediendo una «derrota útil» ante la otra Alemania, la Democrática que le permitió esquivar a toros como Brasil o Argentina en su camino hasta la final.
SELECCIÓN DE LA REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA 1974: Beckenbauer, Maier, Schwarzenbeck, Bonhof, Hölzenbein, Grabowski, Ger Müller, Overath, Vogts, Breitner y Hoenes FOTO: MarcaEn el partido decisivo, nadie apostaba por ellos. Enfrente un rival nuevo, temible que jugaba como nadie lo había hecho hasta la fecha. La Holanda de Cruyff, la Naranja Mecánica, la selección que acababa los partidos no sólo ganando, sino exhibiéndose. Con 0-1 perdiendo en el primer minuto de la final, ni siquiera un condenado a muerte hubiera confiado como tabla de salvación en ellos.
Sin embargo, remontaron, ganaron y demostraron que sólo tenían un lema: vencer, vencer y vencer. Fue así, como dos años antes habían conquistado la Eurocopa del 72 en Bruselas ante la URSS y como el Bayern de Múnich (el embrión de aquella selección) había logrado un triplete histórico en la Copa de Europa. Los amantes del fútbol los tendrán olvidados, recordaran quizás a la Holanda de ese fútbol eléctrico llamado también «total», o incluso, a la Polonia de Lato, pero en Colgados por el Fútbol aquí va nuestro homenaje a esta selección, que más que equipo de fútbol resultó ser una máquina de títulos.