Desde Hannover fuimos hacia Goslar, una pequeña ciudad que se encuentra a una hora y quince minutos en tren.
Caminamos unos minutos y traspasamos la puerta Rosentor. Había dos figuras que nos daban la bienvenida a la ciudad. Era una obra del inconfundible escultor Fernando Botero: Hombre con bastón y mujer con paraguas.

Paseamos por sus calles medievales con iglesias en piedra blanca y casas de entramado de madera preciosas.

En una pequeña plaza había una de las iglesias que formaban parte de la ruta de iglesias y monasterios del Harz.

Es la cordillera montañosa más alta del norte de Alemania y la ruta abarca entre Goslar y Halberstadt 115 km de recorrido.

Llegamos a la Markplatz con edificios emblemáticos, una fuente y cafeterías.

Pasamos por el Köningsbrücke Pons Regis, un encantador puente histórico de madera en Goslar. Data del 1160 y donde se podía escuchar el relajante sonido del agua fluyendo.

Vimos la imponente fachada de la iglesia del mercado de San Cosme y Damián.

Data del siglo XI y está dedicada a los dos Santos, patronos de los pobres y los enfermos.


Entramos en el edificio de la Santa Croce, un lugar encantador y lleno de historia que fue en el s. XIII un refugio para enfermos, huérfanos y también peregrinos.

Hoy, ocho diminutas habitaciones albergan una serie de tiendas con todo tipo de artesanía. Se ha conservado de maravilla.


Abundan las preciosas vigas antiguas, así como gran parte de los suelos originales. Las pequeñas puertas son muy pintorescas. Afuera se encontraba un patio con hermosas casas y plantas.

Pero el plato fuerte estaba por llegar. Nos encaminamos hacia el Palacio Imperial. Antes de llegar se encontraba una pequeña capilla que pertenecía al palacio y se encontraba cerrada.

El palacio junto con el casco antiguo y las minas de Rammelsberg, conforman el Patrimonio de la Humanidad que les otorgó la Unesco en 1992.

Este reconocimiento se debe a la importancia histórica del palacio y el resto de la ciudad como centro del Sacro Imperio Romano Germánico y por su conexión milenaria con la extracción de minerales preciosos.

Subimos la pequeña colina y entramos en el palacio pagando un tiquets de 7,5eu por persona.


Se podía ver por libre y visitamos el Salón Imperial donde había una muestra de pinturas históricas donde se cuenta la historia de los emperadores medievales.

Descendimos hacia la sala donde se encontraba la tumba del empersdor Emrique III (1017-1056), el constructor del Palacio Imperial de Goslar.

Volvimos de nuevo hacia el centro de la ciudad pues aún quedaban calles por recorrer con casas de madera.


Parece ser que en la ciudad de Goslar hay más de 1500 edificios de este tipo, todo un lujo para el visitante.

Finalizamos la visita tomando unas cervezas artesanas en la Markenplatz.
