Las alergias existen cuando el sistema inmunitario confunde a una sustancia inofensiva por una toxina o patógeno. Por ejemplo, cuando tenemos fiebre del heno, es porque nuestro sistema inmunológico está tratando el polen como si se tratara de una infección bacteriana y por lo tanto aumenta la producción de histaminas al punto de generar hinchazón, contracción muscular y picazón.
Existen un sinnúmero de alergias, así como las intolerancias (en el que un alimento contiene simplemente algo a lo que nuestro cuerpo es sensible a). Identificar el causante de la reacción alérgica puede cambiar nuestras vidas para mejor.
La progesterona es una hormona esteroide que juega un papel en el ciclo menstrual, el embarazo, y la embriogénesis (la formación de embriones). Esta hormona es producida en los ovarios (y en el cuerpo lúteo después de la ovulación) y en las glándulas suprarrenales y la placenta durante el embarazo.
Un desafortunado efecto secundario potencial de la progesterona es la alergia. Esto también se conoce como “dermatitis autoinmune de progesterona” en su forma más reconocida. Aquí la alergia es en realidad una alergia a la combinación de las hormonas producidas en el embarazo y el ciclo menstrual.
Hasta hace poco tiempo los investigadores habían descartado la posibilidad de que alguien pudiera ser alérgico a sus propias hormonas, ya que se creía que las moléculas eran demasiado pequeñas para ser identificadas por el sistema autoinmune. Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que la combinación del estrógeno y la progesterona hacen que las moléculas sean suficientemente grandes como para ser confundidas con toxinas.
El principal síntoma es una erupción generalizada que tiende a ocurrir en el período perimenstrual o después del uso de suplementos de progesterona.
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