Revista Ciencia

Alergias e intolerancias alimentarias a debate

Por F.guiral - S.pérez

Sara Pérez Jerónimo

Periodista

Aunque a simple vista los alimentos pueden parecer inofensivos, en muchas ocasiones consumir un determinado producto puede suponer un gran riesgo para una persona, si padece sin saberlo una alergia o una intolerancia alimentaria. No obstante, en estos momentos vivimos en una sociedad en la que día a día cobra protagonismo conocer nuevos aspectos relacionados con nuestro cuidado personal.

De este modo, nos preocupa saber qué comemos, los alimentos que debemos dejar de consumir porque nos sientan mal, conocer los productos por los que los podemos sustituir, etc.

A pesar de todo, la alergia y la intolerancia alimentaria son dos reacciones adversas producidas por el consumo de un determinado alimento que en muchos casos no sabemos diferenciar. Un problema al que hay que añadir el desconocimiento por parte de la mayoría de la sociedad sobre las pruebas diagnósticas y las nuevas modas de recurrir a pruebas de alto coste que son todo un fraude.

Alergia Vs. Intolerancia Alimentaria

Las reacciones adversas a alimentos se manifiestan como una anomalía derivada de la ingestión, el contacto o la inhalación de algún alimento. Según las distintas manifestaciones clínicas derivadas de éstas, se dividen en tóxicas (aquellas que pueden ocasionar trastornos en cualquier persona), y las no tóxicas, que sólo afectan a individuos susceptibles. Éstas últimas se dividen en dos subtipos: alergias e intolerancia alimentaria.

En primer lugar, la alergia alimentaria tiene un origen inmunológico, ya que al producirse la reacción adversa se activa automáticamente el sistema inmunitario. Su principal causa está relacionada con la producción de un determinado tipo de anticuerpos contra la inmunoglobulina E (IgE) tras el consumo de un determinado producto.

Alergias e intolerancias alimentarias a debateLos alimentos con mayor tendencia a originar una alergia alimentaria son la fruta, la leche, los huevos, el trigo, el pescado o marisco y los frutos secos.

Aunque la mayoría de las reacciones alérgicas alimentarias son leves, hay un cierto número de casos en los que el paciente, tras entrar en contacto con el alimento tabú corre el riesgo de sufrir un shock anafiláctico, el cual puede provocar su muerte si no recibe tratamiento médico inmediato.

Pese a que más o menos una de cada tres personas se considera alérgica a algún tipo de alimento, la prevalencia de esta afección es bastante menor de lo que se piensa. Se estima que tan sólo un 2-3% de la población adulta sufre algún tipo de alergia alimentaria, frente un 3-7% en niños antes de los 3 años.

Sin embargo, este dato contrasta con el estudio publicado recientemente en la revista Pediatrics, en el que se determina que sólo en Estados Unidos, uno de cada 12 niños tiene alergia a algún alimento y más de un tercio de los afectados padece alergias poco frecuentes.  Y es que esta enfermedad crónica es especialmente complicada en el caso de los niños, ya que por su edad aún no pueden prescindir del consumo de determinados alimentos para su correcto crecimiento y desarrollo. No obstante, la mayoría  de los menores de 3 años superan las alergias sin problemas.

Por su parte, la intolerancia alimentaria (también denominada hipersensibilidad no alérgica a un alimento) tiene síntomas muy similares de los de la alergia. Sin embargo, su principal diferencia es que no activa el sistema inmunológico.

La intolerancia alimentaria se produce generalmente por una deficiencia de las enzimas responsables de la digestión de algunos alimentos, es decir, una situación en la que el cuerpo es incapaz de digerir correctamente un alimento o alguno de sus componentes.

Los síntomas de la intolerancia alimentaria son muy similares a los de la alergia. De este modo, los pacientes pueden sufrir dolores de cabeza, edemas, ronchas, problemas digestivos y diarreas.  No obstante, una notable diferencia con las alergias es que las personas con algún tipo de intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades de ese alimento sin que les afecte.

Entre las reacciones de intolerancia alimentaria se encuentran las de origen funcional, ocasionadas por carencias enzimáticas; por sustancias farmacológicas, tanto aquellas que encontramos de forma natural en los alimentos, como en algunos aditivos; y por último, las reacciones derivadas por mecanismos indeterminados.

Alergias e intolerancias alimentarias a debateActualmente, las dos causas más frecuentes de intolerancias alimentarias están relacionadas con la lactosa y el gluten, aunque existen algunos alimentos que contienen sustancias químicas de forma natural que puede provocar el desarrollo de una intolerancia alimentaria. Algunos ejemplos de estas sustancias son la feniletinamina (chocolate); tiramina (algunos tipos de pescado, embutidos, café, cerveza o vino tinto); serotonina (plátano); octopamina (cítricos) o la histamina (vino, fresas).

¿Qué es la intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa es una afección intestinal que impide que esta sustancia que forma el azúcar natural de la leche se pueda digerir, lo que provoca al paciente flatulencia, malestar general, diarrea y otro tipo de problemas intestinales.

Muchas veces se confunde la intolerancia a la lactosa con la alergia a la leche o a la proteína de la leche de vaca. Sin embargo, son afecciones totalmente distintas. La intolerancia a la lactosa radica en el aparato digestivo, mientras que la alergia la proteína de la leche de vaca o caseína se da en el sistema inmunitario.

Una moda que puede poner en juego tu salud

Lo primordial cuando nos enfrentamos a un problema de salud es recurrir a la ayuda de un verdadero especialista, capaz de diagnosticar una posible afección mediante métodos y pruebas de detección científicamente válidas y testadas. Sin embargo, en la actualidad, ha aumentado la proliferación de técnicas de diagnóstico que no están avaladas por la comunidad científica.

La lista de pruebas diagnósticas no validadas ha alertado de forma unánime a las Sociedades de Alergología e Inmunología Clínica, las cuales consideran un fraude manifiesto este tipo de métodos. No obstante, al igual que ocurre con el seguimiento de determinadas dietas, la realización de estas pruebas diagnósticas cuenta con acérrimos seguidores.

Alergias e intolerancias alimentarias a debateSon muchas las clínicas que presentan novedosos métodos para diagnosticar alergias e intolerancias. Revestidos con un halo de modernidad y presentados como la panacea dorada, nos venden pruebas citotóxicas, test de sensibilidad alimentaria o biorresonancias.

¿Cuál es su fundamento? Sin ir más lejos, la “base científica” de pruebas como la biorresonancia gira en torno a la creencia que el ser humano emite ondas electromagnéticas buenas y malas.  De este modo, de este tipo de “prueba diagnóstica” se desprende supuesta información enérgico vibracional e impulsos terapéuticos curativos.

Es muy importante no olvidar leer la letra pequeña, y es que en estos momentos, no existe ningún método diagnóstico alternativo eficaz. Es esencial recordar que este tipo de métodos no están validados, son más costosos y retrasan el diagnóstico real del paciente.

“El primer riesgo es el mal diagnóstico de la enfermedad, pero también hay que tener en cuenta el riesgo para el bolsillo del paciente, ya que pagará por algo que no le servirá para nada” asegura Javier Monteseirín, presidente de la Sociedad Andaluza de Alergología e Inmunología Clínica.

El diagnóstico de la alergia y la intolerancia alimentaria debe llevarlo a cabo el especialista mediante un análisis exhaustivo de la historia clínica del paciente y las pruebas cutáneas pertinentes. De este modo, la prueba diagnóstica referencial para la detección de estas patologías es la denominada prueba de provocación oral, doble ciego y controlada con placebo, la cual consiste en exponer al paciente al alimento sospechoso de causar los síntomas de forma controlada en un centro sanitario.

El debate por el momento seguirá abierto. En el terreno de juego se enfrentan la moda de realizarse pruebas más chic, más caras y menos eficaces. En el otro lado, médicos, expertos y especialistas que recomiendan dejar de lado este tipo de pruebas y acudir a la consulta del alergólogo. Y de momento, el árbitro del partido eres tú. ¿Qué decides?


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