Revista Diario

Alerta con el "veneno" en la alimentación de nuestras familias

Por Covadongamora

Desde hace unos años llevamos planteándonos el tema de la alimentación con mi marido. La voz de alerta fueron unas manzanas que compramos hará unos 7 años, cuando aún estábamos estudiando la carrera en Valencia, en un supermercado bastante comercial (al que no haré publicidad...). Las manzanas quedaron olvidadas en un cajón de la nevera, y a los meses lo abrimos. ¡Sorpresa! ¡Las manzanas seguían igual! Ningún cambio, ningún síntoma de maduración. ¿Cómo podía ser? Ahora imagino que debía ser alguna variedad transgénica o irradiada.

Hemos pasado por diversas etapas en el proceso desde entonces, hemos compartido informaciones, y a día de hoy intentamos consumir todo lo que podemos de producción ecológica local (frutas y verduras) y de empresas nacionales dedicadas a otros sectores ecológicos (arroz, pasta, legumbres, zumos, huevos..). Es cierto, que en ocasiones, algunas circunstancias no nos lo permiten, pero es una decisión familiar que consideramos importante y que mantenemos normalmente.  
Y más aún pensando en los peques. No puedo darles unos cereales Chocapic sabiendo cómo se ha conseguido el cacao, no puedo comprarles determinados "aperitivos" sabiendo que en realidad son combustibles derivados del petróleo, no puedo darles cierto tipo de leche que parece agua con tintura blanca... Simplemente no puedo, siento que no puedo meterles "veneno" conociendo ciertas cosas. 
Y creo que tranquilamente se le puede llamar "veneno" a determinados productos que realmente nos alejan de la salud de "Somos lo que comemos". Veneno por su composición, veneno por la forma en que se han manipulado, veneno porque su resultado es tremendamente diferente al producto de origen, veneno por todos los aditivos de color, sabor y olor que llevan que desvirtúan la esencua del producto natural, veneno por el "enganche" que generan solicitando a nuestro cerebro más y más, y veneno también por la forma en que se han obtenido sus ingredientes, y que esconden detrás salarios injustos, explotación, esclavitud infantil, deforestaciòn de campos y selvas, modificaciones trangénicas.... 
Nosotros como adultos tenemos un pasado escrito en este sentido. Es cierto que no habían tantas opciones ni productos ecológicos, pero también me gustaría pensar que no habían productos tan procesados y por ello algo más libres de todos los aditivos ahora tan frecuentes. Nosotros podemos ahora iniciar un capítulo en nuestra salud, en nuestras manos está la opción de comprar donde deseemos.
Y también tenemos la llave de la de nuestros hijos. Porque nosotros somos los que les ofrecemos la bollería industrial, nosotros somos los que les llevamos a las cadenas de comida rápida, nosotros somos los que para cenar ponemos unas salchichas de frankfurt elaboradas con los deshechos y sobras de otros productos, nosotros somos los que a mitad tarde les damos una bolsa de patatas... ¿No nos damos cuenta de la cantidad de azúcar que les hemos dado a lo largo del día en todos esos alimentos procesados?, ¿no entendemos por qué les cuesta conciliar tanto el sueño con tanto estimulante?... Ideas para que reflexionemos...
Es cierto que no podemos/ debemos meterlos en una burbuja, que lo que hay y lo que se vende es lo que hay. Y que queramos o no, están ahí. Pero sí que podemos escoger que consumir algunos productos sea un extra o una excepción, no la tónica general diaria. Y con eso, ya estaremos reduciendo mucho el consumo de este tipo de productos. Y por otro lado ofrecerles (como siempre se dice) productos sanos y variados. Pero que sea una realidad. Intentando que sean lo más naturales posibles, porque sino, el cuerpo acaba pidiendo esos aditivos, no encuentra el sabor de la fruta natural, no disfruta de un simple trozo de pan con tomate...
Dos anécdotas que pueden ilustrar esto para que veamos cómo es real: he visto a un par de niños que todas las mañanas de desayuno toman bollería industrial con total normalidad y mi hijo en dos ocasiones que consumió determinada chuchería con determinado aditivo, sufrió de dolor de estómago y su cuerpo lo sacó. ¿Casualidad? Puede ser. Pero también una frase de una amiga me hizo pensar: ¡Qué sabio es el cuerpo que lo saca! ¿eh?
Por ello, hoy y este año nos sumanos de nuevo al Boicot a Nestlé y sus marcas: Bonka, Aquarel, Maggi, L´Oreal, Kit Kat, Nesquik... Por varias razones:
 -El uso de aceite de palma (antiecológico y cancerígeno) que destruye el hábitat de los orangutanes.
-La promoción de fórmulas lácteas alegando beneficios para el lactante y violando el Código de Comercialización de Sucedáneos.
-La esclavitud de muchos niños en las plantaciones de cacao de las que se nutre Nestlé para todo lo relacionado con el cacao y el café.
Además, varios vídeos con explicación muy sencilla y directa que podéis ver pinchando en el enlace:
-Sobre KitKat, el aceite de palma y Greenpeace
-Sobre El lado oscuro del chocolate: los niños esclavos
-Sobre La verdad detrás de Nestlé
-El Libro negro de las marcas
Porque por el momento, es nuestra responsabilidad lo que les ofrecemos y lo que hay en casa para consumir. Porque por el momento, igual que intentamos velar por su bienestar emocional (con nuestras carencias indudables), debemos cuidar su bienestar físico y mantenerlo lo más libre de contaminantes externos que conocemos perfectamente. Cuando acudimos a casa de alguien nos atenemos a lo que se nos ofrece, pero en nuestro terreno hay ciertas cosas que están vetadas y que pueden sustituirse por otras de manera sencilla.
¡Cuidemosles sus cuerpecitos!

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