Año 52 a.C: tras seis años de guerra y conquista romana prácticamente toda la Galia Comata (Galia Melenuda ya que coma enlatínsignifica «melena, cabellera» debido a que sus habitantes se dejaban el pelo muy largo. Era la Galia más extensa de todas pues comprendía las actuales Francia y Bélgica, junto con parte de Holanda al sur del río Rin) se encuentra alzada en armas contra Roma. El arverno Vercingetórix, caudillo militar de la revuelta, se repliega hacia Alesia tras el fallido sitio de la ciudad de Gergovia por parte de Cesar. Tras una serie de escaramuzas con el ejército de Cesar al que venía hostigando con su caballería durante su retirada, se revuelve y contraataca causando gran número de bajas entre la caballería gala.Vercingetórix que ha perdido la iniciativa, acampa a las afueras de Alesia con su ejército, compuesto por unos 80.000 soldados de infantería y 12.000 de caballería. Nos encontramos en Junio del 52 a.C. La ciudad de Alesia, capital de la tribu de los mandubios, se hallaba en la cima de una colina, en una meseta a orillas del río Brenne, en la Galia central. Ubicada en una larga ladera de acusadas pendientes, presentaba al oeste una amplia llanura aunque por el resto de sus lados todo el terreno era elevado. Las lomas, en su conjunto, se disponían en forma de media luna con un arroyo que discurría por el norte y el sur de la colina central.
Pero tras Gergovia, Cesar se había retirado en buen orden y como tantas veces a lo largo de la Historia, se disponía a obtener de una aparente derrota una espectacular victoria. Una vez que fue informado de la situación del ejército de Vercingetórix , Cesar volvió nuevamente a la ofensiva ya que ahora que el ejercito galo, que estaba cerca, les proporcionaba un objetivo claro; se dirigió a marchas forzadas hacia Alesia y allí levantó su campamento al día siguiente, frente a la ciudad e inmediatamente salió a reconocer el terreno. Contaba con unos 40.000 legionarios, 15.000 auxiliares y 5000 jinetes germanos. En los últimos seis años César había conquistado casi toda la Galia Comata, cruzado el Rin (55 a.C) e invadido Britania dos veces (55 y 54 a.C), consiguiendo crear el ejército más experimentado y curtido en batalla del mundo romano. Sus soldados le eran absolutamente leales.
En este momento a Vercingetórix se le ofrecían varias posibilidades pero finalmente, teniendo en cuenta la orografía del terreno y la situación de Alesia, que le daba la ventaja del terreno, decidió hacerse fuerte en la ciudad. En Alesia no podía acabar como en Avárico ya que era demasiado grande, apenas había terreno llano con que rodearla y estaba lo suficientemente alta y bien fortificada tras sus murallas, rodeadas de altas colinas y ríos.
Una vez reconocido el terreno y las defensas galas Cesar decidió evitar el asalto y opto por un asedio, lo que le obligaba a extender su ejército en delgadas líneas en torno a la ciudad; así que como era costumbre en él, no perdió el tiempo, comenzando la construcción de un enorme conjunto de obras defensivas. Los grandes bosques cercanos eran abundantes en madera, lo que permitirá a Cesar y sus hombres cómoda y rápidamente las defensas en apenas tres semanas. Se levantará una muralla de unos 18 km que incluía 23 fortines así como 7 campamentos donde los soldados podían descansar. Al oeste, en la zona donde se abría la llanura, los romanos cavaron un foso de lados rectos de 6 m de anchura y unos tres metros de profundidad que iba de un arroyo a otro para bloquear pero sobre todo, retrasar, el avance del enemigo por ese sector.
Pero la verdadera línea de defensa se encontraba a unos 120 m. por detrás: dos zanjas, la interior llena de agua allí donde era posible y un foso exterior en forma de V y tras ellas, una muralla de unos 3,5 m de altura, reforzada con torres de tres pisos de altura a intervalos regulares de 20-25 m. La tierra de todos estos fosos se utilizará para construir un terraplén sobre el cual se alzó la empalizada de la muralla. Por delante de esas zanjas se colocaron una serie de obstáculos y trampas, a los que los legionarios les dieron sus propios nombres: Sepulcros o cippi, cinco hileras de unas estacas con puntas afiladas y endurecidas al fuego, amarradas entre sí de forma que no podían arrancarse, lilia o lirios, estacas que se escondían en fosos en V y se cubrían de maleza y follaje confundiéndolos con el terreno o los tribulos, unos pinchos semi enterrados. Frente a ellos unos postes de 30 cm clavados en diagonal en el terreno con dardos salientes encima, los stimuli o aguijones. Estas trampas causaban muchas víctimas entre los atacantes, especialmente si intentaban ataques nocturnos y su principal función, más que causar bajas, era ralentizar el avance del enemigo, ralentizar una carga y despojarla de ímpetu para cuando alcanzase las defensas principales.
Una vez completadas las obras de asedio, Cesar ordenó la construcción de un segundo anillo mirando al exterior, una línea de contravalación, para poder defenderse de cualquier intento de romper el cerco y poder hacerle frente a un posible ejército de socorro. Esta segunda línea, replica de la primera, presentaba una muralla de 21 km incluyendo cuatro campamentos de caballería y atalayas de piedra cada 300 metros. Entre cada una de las dos líneas, había una distancia de un estadio (unos 185 m). Así mientras los romanos trabajaban sin descanso en el nuevo sistema defensivo, los galos lanzaban de cuando en cuando alguna incursión de hostigamiento.
Al mismo tiempo, muy lentamente, se estaba reclutando el ejército de socorro que una vez puesto en armas, se dirigió aun más lentamente hacia Alesia. Según las fuentes 250.000 infantes y 8.000 jinetes y aunque sin duda es una cifra exagerada, se trató del ejercito galo más grande puesto jamás en armas.
Pero los defensores de Alesia nada sabían de la situación de este ejército y ante la perspectiva de un largo asedio, deciden expulsar de la ciudad a ancianos no combatientes, mujeres y niños y de esta forma poder destinar todas las provisiones a los combatientes. Pero una vez fuera de las murallas de Alesia, los romanos no les permitieron traspasar sus líneas, como precaución contra un posible ataque una vez comenzaran a dejar pasar a los expulsados; también se mostraban reacios a dejarles pasar y establecerse en un lugar en el que ellos mismos obtenían su sustento, agotando así rápidamente sus recursos. Así pues, los galos pensaron que los romanos les dejarían pasar y ponerse a salvo y los romanos a su vez pensaron que los galos se verían obligados a readmitirlos al no permitirles cruzar. Ambos se equivocaron y de esta forma dejaron morir de hambre a los civiles en tierra de nadie.
Tras tres meses de asedio, en septiembre hace su aparición el ejército de auxilio, acampando en un terreno elevado al suroeste de la ciudad, aproximadamente a 1,5 km de la línea romana de contravalación; al día siguiente se despliega con la caballería al frente y tras ella la infantería mientras Vercingetórix hace salir a sus tropas de la Alesia ordenando que rellenen una parte del foso, esperando para atacar en combinación con el ejercito de auxilio.
Cesar desplegará sus legiones en ambas líneas y ordena a la caballería salir dando entonces comienzo una feroz batalla entre la caballería de ambos ejércitos durante toda la tarde; aunque parecía que los galos tenían ventaja la lucha terminará al producirse una carga de la caballería germana que cesar había mantenido oculta mas allá de sus obras de asedio y que dará el triunfo de esa jornada a los romanos, infringiendo numerosas bajas al ejercito de socorro. La infantería gala no intervino en los combates y ambos ejércitos regresaron a sus campamentos al final de la tarde. Al mismo tiempo los romanos forzaban a Vercingetórix a regresar a Alesia.
Dos noches más tarde, el ejército de auxilio atacará las posiciones romanas a media noche, (Cesar comentará que las bajas por ambos bandos muchas veces se debían a fuego amigo) iniciándose el ataque con un gran grito para indicarle a Vercingetórix que lanzase a su vez un ataque. La tardanza en organizarlo y el tiempo empleado por los sitiados en rellenar unos tramos del foso les hicieron llegar tarde en apoyo del ataque de sus camaradas y los romanos pudieron repeler ambos ataques con el empleo de las reservas. Tras este nuevo fracaso, los líderes del ejército de socorro galo se comenzaron a explorar el terreno, algo que los romanos habían hecho nada más llegar, decidiendo que el punto más vulnerable en las defensas romanas era el campamento romano de la ladera de la colina que conformaba la punta noroeste de la media luna que rodeaba la ciudad. Sólo dos legiones ocupaban ese campamento y no habían integrado ese campamento en las líneas defensivas ya que esto habría aumentado su ya enorme tarea de fortificación. Los galos lanzarán contra esta posición un cuarto de su infantería, unos 60.000 hombres al mando de Vercasivelauno, primo de Vercingetórix.
Situaron a sus guerreros durante la noche tras la pendiente opuesta y permanecieron allí ocultos mientras se lanzaban ataques de distracción y a medio día del 2 de Octubre se desplegaron por la cima de la colina, bajando en tromba pendiente abajo sobre el campamento legionario. Simultáneamente Vercingetórix también lanzará ataques desde la zona interior. Teniendo que hacer frente a estos ataques en varios puntos de sus posiciones, los romanos no disponían de suficientes tropas para cubrir todo el terreno al ser las líneas muy amplias y estar sometidas a una considerable presión por parte de los galos. En este momento de la batalla, Cesar se sitúa en una posición elevada que le poder observar la acción y comienza a dar órdenes a las reservas para que refuercen los sectores amenazados. Los galos se estaban abriendo camino frente al campamento romano así que Cesar envió a Labieno con seis cohortes como apoyo; también dio instrucciones al legado superior de abandonar su posición y sacar del campamento sus tropas si no era posible mantenerla. Tras esto, dejó su puesto de observación y recorrió las filas alentando a sus hombres mientras luchaban.
Vercingetórix que había lanzado simultáneamente a sus tropas en varios puntos mejor fortificados aunque con menos tropas, consiguió derribar una de las torres con garfios y cuerdas por lo que Cesar tuvo que mandar a Décimo Bruto con algunas tropas y una vez que este si vio superado por el enemigo, enviar más tropas con Cayo Fabio para poder cerrar la brecha. Solucionado este problema, acudió en ayuda de Labieno con cuatro cohortes de varios fortines cercanos; dividió las fuerzas de caballería en dos grupos, manteniendo uno con él y enviando el otro a atacar a Vercasivelauno por un flanco. En este punto de la batalla, Labieno había perdido el control del terraplén del campamento pero había establecido una línea de defensa dentro del fuerte con catorce cohortes que unió a las sus seis cohortes y a las dos legiones (una legión al máximo de su capacidad estaba compuesta por unos 5120 hombres y dividida en diez cohortes; cada cohorte comprendía unos 480 hombres divididos en seis centurias de ochenta hombres) originarias del campamento. Cesar aparece con los refuerzos e inicia el contraataque cuando al poco tiempo, la caballería cesariana sorprende a los galos por el flanco comenzando la desbandada gala.
Vercingetórix, al ver como se retira el ejército de socorro decide suspender el ataque y volver a Alesia. En este momento, al situación ya es desesperada para los defensores a los que se les estaban agotando las provisiones y no tenían posibilidad de huir. La fuerza de socorro tampoco lo tenía fácil: había fracasado varias veces y para colmo, un ejército tribal de esas dimensiones no podía abastecerse en el campo de batalla por mucho tiempo.
Al día siguiente, Vercingetórix convoca un consejo de guerra y les informa que va a rendir la plaza y que el mismo se entregará a los romanos. Nadie pone ninguna objeción, por lo que se mandaron mensajeros a Cesar que exigió la rendición incondicional, entrega de las armas y rendición de todos los líderes de la revuelta. Vercingetórix fue hecho prisionero hasta la celebración del triunfo de Cesar en Roma seis años después, donde sería estrangulado ritualmente. Todas las tribus que participaron en el alzamiento se rindieron, habían sufrido una derrota aplastante, pero Cesar será generoso con Eduos Y Arvernos, pueblos importantes a los que era preferible tener como aliados. Había sido una gran victoria pero ahora tenía que construir la paz.
Después de algunas operaciones para terminar con el enemigo en el año 51 a.C., la Galia Comata seguiría siendo una provincia del Imperio Romano durante más de cinco siglos.