Después de leer La Chica del Tren (podéis leer mis impresiones aquí y aquí. Las de Brianna aquí), leer Alex ha sido como entrar a un mundo nuevo porque es un libro bien escrito en el que no te esperas casi nada de lo que pasa. Casi. Alguna cosita sí te la esperas, pero no es demasiado importante y no te estropea la novela.
Pierre Lemaitre nos presenta una historia con tres partes bien diferenciadas en las que la protagonista pasa de un papel a otro, sorprendiéndonos una y otra vez. Desde luego, no es una novela para lectores aprensivos ya que hay algunas escenas duras y explícitas desde el principio que os lo harán pasar muy mal si sois sensibles. Me decía Brianna Wild que había leído en un grupo de Facebook dedicado a la novela negra que era «bastante gore». Creo que eso depende de la sensibilidad de cada uno. A mí algunas escenas me resultan duras, pero no gore. Eso ya lo dejo a la opinión de cada uno.
Tengo que reconocer que, cuando me encontré por primera vez con el inspector Verhoeven y su superior, pensé en Astérix y Obélix. El inspector mide metro cuarenta y cinco y el superior es más alto y una mole. Mi mente enseguida encontró el parecido. Claro que me duró unos minutos. Enseguida me hice una imagen clara de ambos personajes bastante alejada de los personajes de Goscinny y Uderzo.
Lo que más me ha gustado ha sido la alternancia entre los capítulos en los que Alex es la protagonista y los dedicados al inspector y la investigación. También el hecho de que ella sea mucho más inteligente de lo que parece, de lo que la policía cree. Y, cómo no, el que vaya diez pasos por delante de la policía y del mismo Verhoeven que idiota no es, precisamente.
No son para alimentarla. Son para atraerlas. No será el hombre quien la mate. Serán las ratas.
Alex es una joven atractiva en la treintena que ha sido secuestrada en una calle de París. Su secuestrador es una mala bestia que aparte de golpearla, ha construido una jaula de madera para ella tan pequeña, que la joven apenas se puede mover. Desnuda, a merced de ese hombre, el frío, la posición en la que está y las ratas, parece que su destino está decidido. El encargado de investigar el secuestro es Camille Verhoeven, que se encuentra con muchas dificultades, ya que nadie conoce a la chica. Cuando por fin encuentran el lugar en el que ha sido confinada, descubren que ya ha escapado de la tortuosa prisión. Y a partir de aquí comienza la verdadera historia y donde conoceremos realmente a Alex, las razones por las que ha sido secuestrada y el porqué de que aparezcan cadáveres relacionados con ella por todo París.
Alex es el volumen central de una trilogía, aunque en realidad las tres novelas son autoconclusivas, con lo cual el hecho de que sea parte de una serie no afecta demasiado a la lectura (excepto por el tremendo spoiler de la primera que aparece en esta novela).
Como ya comenté antes, la historia está contada en dos tiempos que se alternan (por una parte Alex y por otra Camille). Alex dista muchísimo de ser una víctima (a pesar de que en el fondo lo es). Camille arrastra el trauma de haber perdido a su esposa (Irène, del primer volumen).Y, por otra parte, están los compañeros de Verhoeven: Louis y Armand, completamente opuestos y, al mismo tiempo, complementarios. Los capítulos son cortos, lo que aporta dinamismo a la historia y cada capítulo te pide otro más y otro, resultando muy difícil abandonar la novela.
La novela está, además, dividida en tres partes diferenciadas (de las que no os puedo hablar para no destriparos la historia) en las que se suceden giros totalmente inesperados que poco a poco van construyendo el complejo puzzle de la vida de Alex. Cierto que va bajando el ritmo a medida que se va resolviendo la historia, pero apenas se nota.
Una de esas novelas que merece la pena leer. Al contrario de lo que sucedía con la anterior novela que comenté, esta la recomiendo encarecidamente. Lemaitre es un excelente escritor y yo diría que, casi casi indispensable.