Año: 2015
Editorial: Autopublicado
Género: Novela
Valoración: Muy recomendable
Hoy vuelvo con una novela autopublicada, encadenando dos lecturas de este tipo seguidas, mi récord absoluto. Pero el libro que traigo hoy, El mar llegaba hasta aquí, es especial, ya que es la primera ocasión en que un autopublicado me gusta de verdad. Las razones, a continuación.
El mar llegaba hasta aquí es la historia de Leo, un chico que huye de Barcelona cuando rompe con su novio y va a parar a Granada. Allí, bajo la lluvia que nunca cesa de caer, conoce a Adán, el que viene a convertirse en su amor platónico, pero con quien sólo consigue construir una infructuosa relación de amistad.
El primer “inconveniente” que le encontré a este libro fue que trata de amor, un amor que no termina de salir como el protagonista desea, pero amor al fin y al cabo. Como los que ya hayan leído alguna otra de mis reseñas habrán notado, este tipo de libros me cuestan más que la media. El segundo “inconveniente” es que se trata de la primera novela que leo donde los personajes son gays y temí no sentirme identificado. Bien, una vez mencionados ambos puntos, he de decir que estoy valorando este libro estrictamente por su innegable valor literario, dejando de lado mis gustos personales (sobre todo los musicales, que es en lo que, en realidad, han surgido las mayores discrepancias con el autor).
Y es que donde esté un libro bien escrito, que se quite lo demás. Y El mar llegaba hasta aquí lo es. Punto. En las notas que he ido tomando durante su lectura se pueden encontrar cosas como narración fresquísima, increíblemente cercano, dibuja imágenes simples pero de gran belleza, muy visual: cálido, alegre, incansable… Se trata de una historia que te lleva, te envuelve como las corrientes de agua que en la novela fluyen desde todas partes, que está tan perfectamente hilada que resulta imposible dejarse atrás una coma. Esto último se ve reforzado por un lenguaje directo, sin complejos ni remordimientos, pero al mismo tiempo capaz de atrapar la singularidad de cualquier detalle por cotidiano que sea.
Aparte está el mundo que Álex Pler ha creado, que parece el nuestro, pero que es sutilmente distinto, inmerso en otro medio. La lluvia impenitente, los cohetes que, de cuando en cuando, parten hacia el espacio, la gente que desaparece… son elementos que hacen que este libro beba de un realismo mágico que todo lo envuelve de misterio, de ganas de saber qué hay más allá.
Pero como no todo iban a ser flores, también nos encontramos con unos personajes demasiado banales. El mar llegaba hasta aquí refleja a la perfección uno de los males de los que más adolece nuestra sociedad, y esto es la frivolidad enfermiza, el egocentrismo desquiciante de la gente, que sigue con su vida y sus preocupaciones vacuas (culto al cuerpo, hacer vida social, estar siempre atento a las redes: lo que digan los demás) sin preocuparse por que el mundo esté al borde del abismo. Los personajes se desentienden del sufrimiento que pueda estar padeciéndose más allá de sus mismas narices. Ellos son el centro del universo conocido o por conocer (¿qué más da, verdad?). En este sentido, el fondo de la novela, su background, es naive a rabiar, tanto como nuestra propia sociedad, ni más ni menos.
Esta carencia total de crítica social ha conseguido que me devane los sesos pensando si no es eso lo que en realidad pretende el autor: acentuar nuestro hedonismo, mostrarlo tan estúpido y vacío como es. Pretendida o no, la doble lectura mordaz siempre quedará entre líneas para quien (como yo) quiera encontrarla.
No me enrollo más. Recomiendo El mar llegaba hasta aquí con fervor y con la ilusión de quien ha descubierto un cofre lleno de antigüedades y recuerdos en mitad de un naufragio.
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