Hace cuatro años que el pequeño, pero gran policía, Camille Verhoeven, perdió de una sola tacada a su mujer y al hijo que ésta llevaba en su seno, y al que con tanta ilusión Camille esperaba. Su capacidad para el servicio y en especial para algunos casos como los de rapto o secuestro es cuestionada por sus superiores. Sin embargo alguna vez habrá que probar, piensa su jefe inmediato, el comisario Jean Le Guen, quien le tiende una pequeña trampa al encargarle, en tanto regresa de vacaciones el comisario Menard, investigar el secuestro de una mujer de poco más de treinta años. Camille se reencuentra con su anterior equipo de colaboradores y se mete de tal manera en el asunto que cuando le ofrecen apartarse de él se niega en redondo.
En el equipo están Louis y Armand, sólo falta Maleval que vio su carrera truncada en la entrega anterior de la serie. De estos dos, Lemaitre presta una gran atención en "Alex" a Armand, el policía tacaño, un peligro para los novatos por la sangría en tabaco, cafés y bolígrafos a que sin piedad les somete. Con todo no se hace odioso al lector pues junto a este gran defecto en él habita la gran virtud de la amistad sin fisuras y de la entrega total al trabajo por muy penoso que éste pueda ser. De Louis ya no se nos dice tanto pues por "Irene" , su novela anterior, ya sabíamos de su alto origen socioeconómico y de sus profundos conocimientos culturales que también en este segundo relato de la serie exhibe y con los que asimismo contribuye a hacer avanzar la investigación. Por otro lado, el tranquillo y civilizado Louis es el contrapunto del colérico Camille; los dos juntos sirven para controlarse mutuamente y no caer en estériles enfrentamientos con otras personas como, por ejemplo, el joven juez Vidard de treinta años quien marca distancias con el ya casi cincuentón Camille Verhoeven con mantras del tipo
"ya no vivimos en la cultura del. culpable. Hoy vivimos en la cultura de la víctima" que a Camille le sacan de quicio. En cuanto a Le Guen en esta entrega me ha parecido más humano y cercano al comandante con quien mantiene una relación de sincera amistad que le ha llevado a ser su testigo de boda en más de una ocasión y que en un momento dado, con gran sentido del humor, tras haberle sorprendido con una mujer, le dirá:
"Jean, te lo advertí la última vez, ¡sabes que no quiero volver a ser tu testigo! En ningún caso."
La novela se estructura en tres grandes apartados, que como suele ser norma en estos relatos policíacos de un comienzo desestructurado con acciones en contrapunto que suceden sin que los actores de unas y otras entren en contacto (Primera parte) avanza en la segunda hacia una mayor proximidad entre los policías y sus perseguidos; para finalmente, y en la línea de la más clara novela intelectual policíaca, componer el puzzle definitivo a base de colocar las piezas que se han ido dejando caer durante la lectura y resolver definitivamente el misterio no sólo del caso del secuestro primero sino del porqué de una serie de crímenes aparentemente sin conexión entre sí. Un auténtico ejercicio de orfebrería literaria el que realiza Lemaitre en "Alex".
Como en la reseña que hice sobre "Irene" (leerla aquí) señalé no pocas características del estilo Lemaitre no quiero ser reiterativo repitiéndolas; tan sólo señalaré dos o tres de ellas que me parecen de especial interés en este relato:
- En primer lugar es imposible dejar de referirme a ese vocabulario bronco, áspero, duro, en línea con las situaciones de extrema crueldad y de terror psicológico que abundan en la novela. Estas expresiones, en conjunción con los referentes a los que aluden, son de tal nivel que en no pocas ocasiones, -lo confieso-, me he sentido ciertamente perturbado por la brutalidad de los mismos. A aumentar el choque entre lo habitualmente admitido y lo referido en el relato sobre la realización de alguno de los crímenes contribuye la narración que de los mismos realiza Louis con su fantástico nivel cultural que sirve para adormecer la bestialidad de éstos. Esta inclinación civilizadora desarrollada por Louis la deshace Camille a fin de colocar a cada cual en su lugar:
"No, Louis, ese hombre no ha construido un antiguo instrumento de cultura. Eso es una referencia tuya, una impagable referencia histórica que demuestra que eres un hombre cultivado. Él ha construido simplemente una jaula. Y es demasiado pequeña". (pag. 91).
- En segundo lugar es imprescindible prestar atención a la gran importancia que la literatura tiene dentro de esta obra literaria. Es decir, la metaliteratura aparece también de lleno en "Alex" si bien a diferencia de en "Irene" en la que las referencias literarias lo eran casi en su totalidad de novelas policiales, negras o góticas, aquí el homenaje de Lemaitre abre el foco y pasa a serlo de la gran Literatura, de aquellas obras señeras, especialmente de las que son objeto de estudio en Colegios e Institutos, con lo que de paso, entiendo, Lemaitre extiende su homenaje a estos centros educativos:
"Ediciones de bolsillo exclusivamente: Celine, Proust, Dostoievski, Rimbaud. Camille lee los títulos: "Viaje al final de la noche", "Un amor de Swann", "Los falsificadores de moneda", "Las amistades peligrosas", "El lirio del valle", "El rojo y el negro", "El gran Gatsby", "El extranjero".-Parece la biblioteca de una estudiante de instituto.Camille anota también estos: "Los prometidos", "El amante sin domicilio fijo", "El nombre de la rosa" y "Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas", "El retrato de Dorian Gray", "Retrato de una dama" o "Emma" en su lengua original."(pág. 214-5)
Referido también a este aspecto de lo metaliterario quisiera destacar que el autor francés homenajea a no pocos autores contemporáneos, entre ellos algunos españoles como Antonio Muñoz Mólina a quien cita en los agradecimientos o Javier Marías mediante la referencia a una de sus obras:
'Páginas arrancadas: "Mañana en la batalla piensa en mí", "Anna Karenina". Hay párrafos subrayados con tinta violeta. "Middlemarch;", "El doctor Zhivago". Louis los ha leído todos. "Aurelien", "Los Buddenbrook", y Sandrine Botanz les había hablado también de Duras, de sus Obras Completas, aunque en el montón no haya más que una o dos páginas de "El dolor"'. (pág. 258).
Aunque ésta sea una suposición más arriesgada, me ha parecido encontrar en unos momentos del relato alguna referencia intertextual a la novela "Las horas" de Michael Cunnigham que a su vez está referida a "La señora Dalloway" de Virginia Woolf. Esa novela "Las horas" es la base de una estupenda película dirigida en 2002 por Stephen Daldry que hará cosa de tres años -¡madre mía cómo pasa el tiempo!- comenté en este blog (acceder a la reseña de "Las horas" aquí). Es difícil demorarse más en esta cuestión sin desvelar nada del thriller, pero quizás alguien que la haya leído podría reafirmarme en mi sospecha o definitivamente hacerme salir del engaño.
- Por último, no puedo dejar de señalar esos inestimables, y necesarios, momentos de relax que Pierre Lemaitre nos concede a través de no pocas alusiones humorísticas que sirven para disolver la tensión en una sonrisa. Así sucede con las frecuentes referencias a la enfermiza tacañería de Armand, el choque entre la zafia realidad del mundo delincuencial y la exquisitez del policía Louis, los chistes a propósito de la estatura de Camille... Pero incluso momentos durísimos como la descripción de un brutal asesinato se resuelve en ocasiones mediante un comentario humorístico:
"Lo mató asestándole primero un golpe muy violento en la parte posterior del cráneo con un objeto puntiagudo, quizá un pico y luego le aplasto la cabeza a palazos.
- Lo que demuestra que realmente le tenía ganas- dice Camille." (pág. 122)
En otros momentos las frases contienen un humor más agrio que visto desde la óptica de quienes sirven de objeto de burla no parece tal:Final"Un centenar de sillas rodean el parquet, brillante como una moneda nueva, y una treintena de parejas pasan y vuelven a pasar disfrazadas de invitados a una boda, de españoles de poca monta, de Charleston o de bolero." (pág. 179).
Una magnífica novela negra que en España apareció antes de "Irene" aunque en verdad sea la segunda de la serie. A mí me ha sorprendido menos que la anterior aunque ha mantenido mi atención al presentar un caso muy diferente al de la primera narración. En cuanto a la adicción lectora que supone el estilo Lemaitre es alucinante comprobar cómo se lee la novela en pocos días disfrutándola de una manera fantástica.Tras esta novela increíble, satisfactoria, e impresionante yo ya estoy buscando la tercera entrega de esta serie Verhoeven que tanto me está agradando. ¿También os pasa u os ha pasado a vosotros?