Revista Cine
Director: Joe Swanberg
"Alexander the Last" es otra de las películas que vi dentro de la semana, película de tan solo 70 u 80 minutos (ya no recuerdo bien). Se puede ver la evolución de Joe Swanberg, aspectos más depurados y pulidos, pero el resultado general sigue siendo torpe, tosco y desaprovechado. Obviamente, los detalles van después del salto.
Es desalentador que, todavía, lo mejor de Joe Swanberg siga siendo "LOL".
"Alexander the Last", en efecto, era una muy interesante película durante su primera mitad (35 minutos); tenía aquello, esa cosa concreta, que le faltaba a su anterior trabajo: conflicto dramático, y, por extensión, verdadera actuación, y además, mayor cuidado e intención al momento de encuadrar (no diré tanto como crear imágenes, pero se entiende el punto, ¿no?). La trama, en su buen tramo, está llena de matices y funciona como un juego de espejos relativamente fascinante. Trata de Alexander, la protagonista, una actriz que se queda sola luego de que su novio músico saliera de gira con su banda, aunque desocupada no quedará, pues debe atender a los ensayos de la obra teatral que la contrató. En dicha obra, ella es la protagonista junto a otro sujeto, un actor proveniente de Tennessee, y ambos conforman a una pareja tan apasionada como violenta, debiendo enfrentarse a numerosas escenas (teatrales) de sexo y tensión de pareja. El caso es que la protagonista comienza a sentirse atraída de su co-protagonista y, para más remate, su hermana entra en juego al verse atraída por el dichoso actor. No describiré mucho más, sólo basta señalar que Swanberg logra crear a un personaje central dotado de verdadera personalidad y desarrollo psicológico, empujándola a un verdadero estado de confusión y caos, todo envuelto en este entramado de emociones y tensiones genuinas y actuadas o fingidas, que de alguna forma difuminan el límite entre lo real y lo ficticio. Realmente interesante.
La trama se desperfila y arruina cuando el novio vuelve de su gira. En este momento, Swanberg descuida por completo el juego de espejos entre realidad y obra de teatro (que queda como mero telón de fondo) y vuelve a lo mismo de "Hannah Takes the Stairs": personajes en crisis sentimentales y personales que lo único que hacen es llorar y hablar, hablar y hablar sobre lo mal o confundidos o exasperados que se sienten. Deja de haber verdadero conflicto, la tensión dramática se reduce a una gris línea recta y la narrativa, ya digo, deviene en insulso ejercicio de cotidianidad improvisada. Algunos dirán que Swanberg desarrolla sus inquietudes y preocupaciones, tales son la apatía, las relaciones interpersonales, etc., peor hay una diferencia muy grande entre tener temas de los que pretender hablar y, efectivamente, contar una historia que a la vez contenga dichas preocupaciones, que las narre. Y ya después la obra no importa, el rollo entre la hermana y la protagonista y el actor tampoco, y todo lo bueno se transforma en ecos silenciados por la vacuidad de los excesivos balbuceos (llamarlos "diálogos" sería muy indulgente de mi parte) y la arbitrariedad con que la protagonista pelea, se distancia y se reencanta con su novio (y viceversa).
Aún así pienso que Joe Swanberg puede seguir evolucionando positivamente, al menos para lograr, con total plenitud, una buena película. Vayamos de a poco, mejor, de a poco.
...más que positivo: seropositivo....