Gabrielo, un auténtico capo político insular canario, se encuentra al inicio del relato amordazado, atado de pies y manos y con una bolsa de plástico en la cabeza. Su situación es ciertamente comprometida. Nadie va a pasar por su casa donde se encuentra al menos hasta dentro de dos o más horas cuando se le eche de menos en alguna reunión. Además, reflexiona, es probable que quien haya ideado esta manera de asustarle, darle una lección o, lo que es más probable, deshacerse de él no tenga intención alguna de acudir a desatarle. No, desde luego está en un momento difícil, el más difícil de toda su existencia, y eso que la vida que ha llevado hasta este momento ha tenido de todo..
Precisamente es de ese todo que ha sido su vida de lo que nos vamos a ir enterando según que Gabrielo, vaya meditando, pensando, reflexionando, de manera más o menos desordenada sobre sus posibles agresores, su llegada y ascensión en la vida política de la localidad, su familia, sus amores, sus desatenciones a Maru, la madre de su hijo y la mujer a la que más ha querido y sigue queriendo, aunque para hacer el amor Sol sea especial, una hembra espectacular. Pero una cosa es eso y otra muy distinta amar de verdad... Todos estos pensamientos se le hacinan al narrador, a Gabrielo, en su cerebro que cada vez oxigena peor porque la bolsa de plástico que dos hombres le colocaron en su cabeza antes de marcharse -uno de ellos olía a ron que echaba para atrás y por eso él lo llama el ronero- no tiene ni un maldito agujerito por el que el aire pueda reponerse. En su ofuscación y confusión mental las reflexiones le llevan hasta a pensar en Dios y en lo que pueda haber al otro lado.
Según leía esta novela de Alexis Ravelo, a mi cabeza acudía el recuerdo vívido que desde que la leí hace ya una pila de años, y precisamente en la isla de Gran Canaria, ¡enorme casualidad!, tengo de "La muerte de Artemio Cruz" del mexicano Carlos Fuentes. Como digo, no podía quitarme de la cabeza esa enorme novela en la que en su lecho de muerte Artemio Cruz rememora sus 71 años de vida por la que pasa prácticamente un siglo de la historia de México. Desde su orfandad de un hacendado caído en desgracia y unos inicios duros Artemio se elevará socialmente hasta convertirse en uno de los hombres más ricos e influyentes del país, a costa de negocios despiadados y corruptos. Hasta aquí la similitud entre ambas novelas: la corrupción es tema esencial en Un tío con una bolsa en la cabeza, así como el ascenso desde abajo hasta una elevada posición social y política por parte de ambos protagonistas. Pero el resto, o sea, la manera de presentar esta vida en progresión hacia arriba, es bien diferente en uno y otro escritor. No cabe comparación entre ambos y no la voy a realizar por entender que es inapropiada y absurda. Eso sí, animo a quien haya llegado hasta aquí a que lea esa magnífica novela del escritor mexicano Premio Miguel de Cervantes en 1988 y Premio Princesa de Asturias en 1994.
Dos asuntos principales aparecen en Un tío con una bolsa en la cabeza. Uno es el de la corrupción política: Gabrielo se arrimó a Colacho, el Viejo, y éste lo colocó primero de asesor y luego ya en las listas electorales al ayuntamiento de San Expósito, la ficticia localidad canaria donde sucede la historia. Desde allí y tras dar el Viejo un paso al lado, él ocupará su lugar y seguirá sus procedimientos corruptos a la hora de realizar recalificaciones de terrenos, dar concesiones a constructoras, permisos de cambios de actividad a unos sí y a otros no, primacía en las licitaciones y concursos públicos a unos frente a otros, y así. Ese es el uso que el narrador hace del poder, porque para él eso es el poder y por eso quiso llegar hasta él.
"El poder no corrompe. Al poder se llega ya corrompido. Corrupto hasta la médula. O desde la médula. Nadie que no sea un miserable moral desea el poder. Yo lo sé porque yo lo soy. Porque he andado siempre entre poderosos y no he conocido a ninguno de quien no se pueda decir exactamente lo mismo. Y cuando quien anhela poder no llega a obtenerlo, la frustración se lo come por dentro y acaba por pudrirlo del todo."
El otro asunto principal es el de la investigación que desde su incómoda y terminal situación Gabrielo realiza sobre quien será el inductor o realizador de la agresión que ha sufrido. ""Estoy aquí investigando mi propio asesinato"". Todos sus amigos (el Tano, Saulo, Alfredo, Carlos, Chago...), sus mujeres ( Maru y Sol principalmente), sus fuentes de ingreso ( Aguilar, Boris...), los miembros de su familia (la madre ingresada en una residencia, su hermano Feluco, su cuñada Encarna)... Todos estos seres pasan por la cabeza de Gabrielo en este recorrido vital que realiza en busca de posibles inductores o realizadores de la agresión que ha sufrido.
Además de los asuntos, en Alexis Ravelo es fundamental la manera de contar, o sea, el estilo. Ya en otras novelas suyas que he reseñado en este blog (" Tres funerales para Eladio Monroy", " La ceguera del cangrejo" o " Los milagros prohibidos") he hablado sobre ello, por lo que os animo, además de a leer las novelas del autor canario, a pasaros por las reseñas. Lo fundamental para mí es esa escritura tan suya que mana de manera fluida, espontánea y natural de su pluma. Es un estilo coloquial, muy próximo al modo de hablar, popular y natural, entre nosotros; esto hace que leyendo a Ravelo uno se sienta bien, confortable, se reconozca en su sintaxis, en su manera de decir y de referirse a personas y cosas.
Quizás resulte algo más difícil captar el sentido preciso de alguno de los localismos (canarismos) propios de sus islas, a las que aquí como en todos sus libros declara el autor, sin manifestarlo explícitamente, su inmenso amor. Son términos como ' sachar', ' maúro', ' gavia', ' fotingo', y otros de esta guisa. Más fácil, desde luego, es captar el significado que albergan algunas creaciones léxicas que realiza el escritor para transmitir de mejor manera, no exenta de humor en algunos casos, su alcance. Son palabras como ' miseriento ', ' bobomierda ' o ' muertosdehambre ' que para quienes estamos familiarizados con su literatura no nos sorprenden al ser en él habituales.
En cuanto al punto de vista del narrador, éste siempre es el del amordazado Gabrielo que cuenta, reflexiona, rememora y se desespera dentro de esa bolsa de plástico que de no evitarlo él mismo, algo o alguien, puede llevarle a la muerte. Hay algún momento en que cede la voz narrativa a la 2ª persona en un sentido generalizador o impersonal como cuando habla sobre los amigos que hoy día uno se encuentra por las redes sociales y con ellos "te cuentas cómo te va, te cambias chistes, quedas para echarte cañas que nunca te echarás". También hay algún momento en que sin dejar la primera persona narrativa cambia al plural para incluir en ella a las personas de las que está hablando, en el ejemplo que pongo a continuación la incluida es su amante Sol: "Mandábamos dinero, pero no era tanto. Y ella iba para allá una vez al año. [...] Viajábamos mucho, con Sol".
Que Alexis Ravelo es una biblioteca andante y que ha leído a un amplio número de escritores que sin duda alguna, como no podría ser de otro modo, le han influido, es algo que leyéndole se percibe a las primeras de cambio. Pero, por si acaso no hubiéramos sido conscientes de ello, es el mismo autor quien en el capítulo de los agradecimientos, al final de la novela, dice textualmente lo siguiente:
"A lo largo de la novela se citan, directa o indirectamente, las obras de Rafael Chirbes, Juan Rulfo, John Berger, Descartes, David Foster Wallace, John Fowles, Cormac McCarthy, Nicolás Maquiavelo, Juan Gelman, Immanuel Kant, Ludwig Wittgenstein, Martin Heidegger, Adela Cortina, Marguerite Yourcenar, Baruch Spinoza, Federico J. Silva e Italo Calvino, además de los cantautores Rafael Amor y Javier Krahe. Creo oportuno consignar aquí esas deudas."
Sí, está bien. Todo lo que dice en esas líneas es claro y se le agradece. Pero yo personalmente, ya lo digo al inicio de esta reseña, hecho en falta alguna referencia, siquiera de pasada, a "La muerte de Artemio Cruz" de Carlos Fuentes, una novela que constantemente he tenido en mi cabeza en el curso de la lectura. También esta novela de Alexis Ravelo me ha hecho recordar otra, de más reciente lectura. Me refiero a "Lincoln en el Bardo" de George Saunders [leer . No doy más aclaraciones del porqué para no destrozar el enorme disfrute que supone leer la novela de Ravelo.
Para finalizar diré que Un tío con una bolsa en la cabeza me ha parecido una novela curiosa por el planteamiento aunque en cierta manera el método se me ha hecho algo repetitivo según transcurría la misma. Cierto es que al final hay un giro procedimental curioso y muy interesante que hace que la novela repunte y la cierres con un magnífico sabor de boca.
Otros títulos de Alexis Ravelo reseñados en el blog:
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He leído este libro de Alexis Ravelo, además de por la satisfacción que me produce su literatura, por recomendación de Rosa Berros quien la incluye entre los tres títulos que propone dentro del Reto "Serendipia recomienda 2022".