La embistió pues, y atacó resueltamente. Defendía la entrada del puerto una gruesa y fuerte cadena; por consejo del intrépido Juan de Corbera se determinó romperla en medio de las tinieblas de la noche. Al empuje de las galeras no pudieron resistir los gruesos y duros eslabones, y rota la cadena y penetrando la armada por el puerto adelante, saltaron los aragoneses al muelle.
Acudieron allí los marselleses en gran número, pero rechazados y arrollados por los intrépidos marinos catalanes y por los briosos soldados de Aragón, se fueron retirando de calle en calle.
Llovían sobre los españoles piedras y proyectiles arrojados desde las torres y las casas. Nuestros soldados se vengaban con incendiarlas, y comunicando el viento, que soplaba reciamente, presentaba la ciudad en aquella noche un espectáculo lastimoso y horrible. Las mujeres se refugiaron en los templos, pero el rey mandó que fuesen respetadas y protegidas: dos soldados de los que andaban a saco, descubrieron en una casa las reliquias de San Luis, obispo de Tolosa, que se veneraba con gran devoción en todo el Mediodía de Francia, y el rey ordenó que con toda reverencia fuese llevada y depositada en su galera tan preciosa joya (9 de noviembre). Abandonó la ciudad casi destruída sin querer dejar en ella guarnición, y embarcándose la gente arribó la armada victoriosa a Cataluña en la cruda estación de diciembre. Seguidamente pasó el rey a Valencia, en cuya iglesia mayor se depositó la sagrada reliquia, testimonio de la piedad y recuerdo glorioso del valor bélico de Alfonso V de Aragón (2).
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(2) Bartolomé de Faccio, en la Vida de este rey.
Zurita, Anal. de Aragón, lib. XIII, capítulo XXXII.
La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX. Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.