Alfonso Guerra ha dicho que las dictaduras, cuando son eficientes en términos económicos, tienen un pase. Lo dice el Vicepresidente del gobierno de España que desindustrializó el país por orden de Europa. A Alfonso Guerra, como a Felipe González, nunca les ha interesado lo que tenga que ver con los derechos humanos. Esta pareja de pillos siempre apoyó los negocios del Rey Juan Carlos, fueran en Marruecos, en Arabia Saudí o en la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, delincuente que mandó disparar contra su pueblo cuando el caracazo. Felipe González y Alfonso Guerra pusieron en marcha las Cumbres Iberoamericanas, donde Presidentes y Jefes de Estado corruptos se reunían para hacer negocios y robar a sus pueblos. Una buena parte de ellos terminó en la cárcel. Los de España no. Se ha pedido investigar la fortuna inexplicada de Juan Carlos I, pero Alfonso Guerra, ese granujilla que dice que ha leído a Antonio Machado, votó en contra.
Alfonso Guerra y Felipe González son amigos de los socialistas pillos, pero nunca han terminado de llevarse bien con los socialistas de verdad. Que los dos hayan quitado hierro a la dictadura de Pinochet, que asesinó a 4000 personas, entre ellas parte de la dirección del Partido Socialista de Chile, es una señal de que hay cosas que, en verdad, nunca les dolieron. Porque si te duele que Pinochet haya asesinado a tus compañeros, no rebajas la gravedad de esa dictadura. No se te olvida nunca. Y no moderas su brutalidad para criticar a Venezuela.
A Alfonso Guerra, como a Felipe González, no les molestaría una guerra en Venezuela, porque ellos y sus amigos de las Cumbres harían negocios. Además, sueñan con que, sobre las ruinas del país, regresaría Acción Democrática, el partido de Carlos Andrés Pérez con quien tantos puros se fumaron. A Alfonso Guerra, que dice que se emociona con Mahler, no le preocupa en absoluto lo que pase con los derechos humanos en Venezuela si interviene Trump. Por cierto, quien ha nombrado a Elliot Abrams como enviado espacial para Venezuela. Abrams fue responsable de apoyar a grupos que vulneraron los derechos humanos en Nicaragua y El Salvador. Él mismo fue condenado por el Irán- Contra. Drogas por armas. Un pacificador. Pero a Alfonso Guerra, los derechos humanos le dan lo mismo. Solo le emociona el adaggio de la Quinta de Mahler.
Me contaba una amiga suya que Alfonso Guerra, que también mintió sobre su supuesta austeridad, se hace las camisas en Italia. Otro fraude. Esta gente pilotó la Transición después de apuñalar a Adolfo Suárez, que era mucho menos pillo que ellos. Ahora dicen que lo adoran. Guerra y González se enfadan cuando les demostramos que son un fraude. Y supongo que también cuando les decimos que ser socialista y defender la dictadura de Pinochet les convierte en unos tipos sin la más mínima fibra moral.
Yo sé que Alfonso Guerra nunca ha leído en serio a Antonio Machado, que nunca ha sido republicano, que desconoce la dignidad de los que resistieron en la guerra y en el franquismo porque él nunca movió un dedo, salvo cuando colocó a su hermano a inaugurar una manera de hacer política en Andalucía en democracia. Decía Machado:
Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar. Guerra, el blanqueador de dictaduras, nunca ha rozado la belleza. Estos hombres débiles se adornan de ira de bestia herida y moral de lombriz. Hubo gente que creyó un día en Alfonso Guerra.
Si Machado viviera haría la segunda parte de Don Guido con una Alfonso Guerra repintando sus blasones. Falsos, por supuesto:
Buen don Alfonso y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.