Hace nueve días vociferaba D. Alfredo P punto “hemos vuelto compañeros”, con voz rota por la disfonía adquirida, no se sabe si en los debates para tratar de convencer a sus compañeros de partido o en los lamentos por la situación que atraviesa actualmente el PSOE. Curiosamente el término compañeros y el menos utilizado ya, de camaradas, suena en los mitines, en los congresos, en las campañas electorales de candidatos descamisados, inusualmente próximos al electorado, delq ue se olvidan hasta la siguiente cita con las urnas. El Sr. Rubalcaba empezó a ocupar cargos en la alta política allá por el año 1.982, o sea, que lleva más de tres décadas en la cresta de la ola, tras haber lidiado con diferentes secretarios generales -ahora lo es él mismo- y haberse sostenido tanto durante la etapa de gobierno como cuando le tocó hacer oposición. No cabe duda de que es un animal político y camaleónico, un superviviente nato, cuya valía no puede ponerse en entredicho; del mismo modo, es evidente que supone actualmente para su partido, la ruina electoral en un horizonte próximo, en el que el término compañeros sienta mal a la clase no trabajadora, es decir, a los millones de parados que viven en España como pueden mientras los representantes públicos disfrutan una vida de regalo. Eso es algo que un partido que se dice de izquierdas no puede consentir. Estamos ante una formación que cambió los ideales de la igualdad por los mandados de la economía de mercado y que se alinea más con el capital que con los trabajadores, alentando además, a través de esa extraña relación con el PSC, la consulta soberanista en Cataluña. En definitiva, que hace bueno el chiste: Ni es socialista, ni es obrero ni es español. Al PSOE le queda solo la P de Alfredo y con ella no parece que vaya a ganar unas elecciones.