Revista Cultura y Ocio

Alfredo Sanzol, autor y director de "La ternura"

Publicado el 05 julio 2018 por Juancarlos53
Compartir la vida con amigos y compañeros que gustan de la literatura es, al menos para mí, un regalo. Y lo es porque constantemente de unos y de otros se retroalimenta mi conocimiento lector y, como en esta ocasión, también alguna de mis asistencias al teatro.
La cosa es que hará poco más de diez días en una de esas comidas de despedida (¡mira que nos decimos adiós los humanos, y lo que lo celebramos!) que preceden a las vacaciones de verano, J. D., compañero de trabajo primero y de tertulia literaria después además de buen amigo, me dijo entre el bullicio festivo de la celebración: "El otro día vi 'La Ternura' en la Abadía y me encantó".  Lejos de caer en saco roto, archivé en mi cabeza lo mejor que pude esta información valorativa: debería ver esta obra; sí, procuraría verla. Y dicho y hecho, ayer tuve la oportunidad de hacer realidad mi deseo.  
Alfredo Sanzol, autor director ternura
El autor
Quise ver esta obra, además de por el buen criterio de J.D. que nunca yerra el tiro, porque la firmaba Alfredo Sanzol, hombre de teatro donde los haya, distinguido pese a sus no muchos años (nació en Madrid en 1972) con variedad de premios y galardones: Premio Max de las Artes Escénicas en tres ocasiones (2011, 2012 y 2013), Premio Ceres por su obra "En la luna" en 2012, Premio Nacional de Literatura Dramática por su obra "La respiración" en 2017, y hace nada, el 7 de mayo de este año 2018, se alzó con el Premio Valle Inclán de Teatro precisamente por la obra que tuve la suerte de ver ayer. Y digo suerte porque "La ternura" estará en el madrileño Teatro de la Abadía sólo hasta el próximo 15 de julio. En esta ocasión no puedo lanzar mi habitual queja de lo poco que se mantienen en cartel los buenos espectáculos teatrales porque "La ternura" es una obra que viene del año 2017 habiendo permanecido en cartel con gran éxito del 27 de abril al 4 de junio de aquel año.

Comedia española actual, Shakespeare

(Foto tomada de Revista Teatro Madrid)


Mi impresiónTras haber asistido a la representación muchas certidumbres que tenía se me han asentado más y otras que intuía han aflorado con fuerza en mí. Entre las primeras está la de que William Shakespeare es un gigante inmortal de la literatura dramática. ¡Pues vaya descubrimiento!, diréis más de uno. Bueno, bueno, tampoco hay que ponerse bravo. Lo que quiero decir es que cada vez que he asistido a buenas representaciones de obras de Shakespeare siempre se ha dibujado en mi mente la equivalencia de que el dramaturgo inglés es al teatro lo que un Beethoven o un Mozart son a la música, o sea, los tres auténticos monstruos de la naturaleza. 
De los dos Shakespeare teatrales, el autor de tragedias y el autor de comedias, Sanzol hace uso para "La ternura" fundamentalmente de la veta cómica del bardo anglosajón. A lo largo de la representación los personajes en no pocas ocasiones abren o finalizan sus parlamentos con referencias explícitas a títulos y/o momentos de comedias de William Shakespeare. Las expresiones 'mucho ruido y pocas nueces', 'como gustéis', 'noche de reyes'... o alusiones a momentos y/o personajes del tipo el 'Asno', o la pócima que al despertar hará enamorarse a quien la haya ingerido de lo primero que vean sus ojos, las olas del mar que arrojan a seres vivos a la playa... vertebran toda la representación y sirven para conformar un producto que es homenaje al genio de Stratford por partida doble: la primera por el explícito reconocimiento a la obra del dramaturgo; la segunda, y más importante, por construir una obra cómica moderna utilizando los palos del andamiaje teatral clásico.
Eva Trancón, Elena González, Natalia HernándezSi la certidumbre que tenía sobre Shakespeare se ha asentado en mí aún más si cabe como acabo de explicar, la intuición que albergaba en mi interior, la de la calidad e interés del teatro de Sanzol, tras esta obra de "La ternura" he podido constatarla bien a mi gusto. Construye el escritor una historia de ribetes muy clásicos: Una tempestad acaba con la Armada Invencible que Felipe II enviaba contra Inglaterra. Desde el primer momento aparecen ribetes de comedia pues el movimiento de olas que darán al traste con tan imponente ejército es provocado por una mujer -la Reina Esmeralda- que viaja a bordo de una de las naos y que no desea que ninguna de sus dos hijas acaben casadas con hombres a quienes en su vida han visto y con quienes están prometidas sin su consentimiento. La magia de esta madre protectora ha ingeniado que tras la tempestad aniquiladora ellas tres arriben a una isla desierta donde jamás volverán a ver a hombre alguno, género humano al que odian. Pero no saben que allí, en esa isla, desde ya hace veinte años, tres hombres, un padre con sus dos hijos, viven en paz y armonía libres de las odiosas mujeres de las que no pueden referir más que maldades pues ellos, sobre todo el padre y el hermano mayor, han sufrido con ellas lo que no está escrito.
Como se ve pues ya están puestos los palos del andamiaje teatral. Todo comienza con un error pues quienes huyen de los hombres se topan con tres fortachones leñadores. Para evitar ser reconocidas como mujeres se disfrazarán de soldados: la madre será el Capitán; la hermana mayor que frisa ya la edad de cuarenta, será el Teniente; y la menor, el Alférez. El equívoco está servido. Ellas habrán de disimular su condición ante estos rudos leñadores que lanzan sapos y culebras por sus bocas contra el género femenino. Ellos inexplicablemente se van a sentir atraídos por estos seres humanos. Su rudeza choca con la ternura que les invade cuando están junto a ellas, ¡que son hombres! se dicen luchando contra esta atracción 'anti-natura'.
Todo en la representación transcurre con gran ritmo y en un ambiente en el que reina la comicidad. A la Reina Esmeralda, maga hacedora de planes mil que para todo tiene, la situación de contacto con estos seres del otro sexo echa por tierra toda su planificación. La comedia que se representa ante nuestros ojos tiene los componentes de la clásica comedia de enredo (disfraz, atracción inevitable, magia, personajes doblados...) pero avanza un grado penetrando el texto y los propios líos amorosos dentro del mundo que vive el público que asiste a la representación: discriminación de la mujer, tópicos sobre hombres y mujeres que dicen las unas y los otros, la importancia del sentimiento amoroso por encima del género como demuestra la atracción de estos hombres hechos y derechos -los leñadores- por otros hombres -los soldados que ocultan mujeres-, la necesidad de vivir la vida por uno mismo sin el control y dirección excesivos de los padres, etc.
La obra funciona como una máquina perfecta gracias a la dirección del propio autor que ha dispuesto una escena vacía con tres salidas al foro que sugieren diversas y cambiantes localizaciones por las que entran y salen los personajes creando en la cabeza de los espectadores todo aquello que refieren: un volcán, la subida al mismo, una cueva, el alojamiento de los soldados, etc. Pero nada se sostendría si no lo soportasen tres grandes actores y otras tres grandes actrices: 
El Leñador Verdemar Paco Déniz
La Reina Esmeralda Elena González
La Princesa Salmón Natalia Hernández
El Leñador Azul-cielo Javier Lara
El Leñador Marrón Juan Antonio Lumbreras
La Princesa Rubí Eva Trancón
Paco déniz, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras
Los seis brillan a gran altura y en todos ellos reside buena dosis de comicidad. Quizás sea Juan Antonio Lumbreras en el papel de padre de Verdemar y de Azul-cielo quien mejor encarne esa cualidad de desengañado totalmente del universo femenino, y por eso quien mayor hilaridad provoca en el público en algunos momentos gloriosos de la representación. Pero la relación natural que se establece entre los hijos de uno y las hijas de otra suscita, aparte de momentos de humor muy logrados, esa gran ternura a la que alude el título pues en el fondo ella, la ternura, es la síntesis de lo que en verdad es el amor.FinalLa obra es tan divertida , tan actual, tan clásica y con tal cantidad de cualidades literarias que no me extrañaría verla de tournée por distintas localidades españolas durante este verano o en los próximos meses. Desde luego si la veis por vuestros lugares de residencia o de veraneo no lo dudéis, acudid a verla, os daréis de bruces con una genial autor-director, unos magníficos actores y actrices, y un texto que envuelto en humor del bueno toca temas muy propios de nuestra condición humana.
Alfredo Sanzol, autor y director de

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