Esto no es único de Singapore, se da también en Malasia e Indonesia sobre todo. Esa sensación de andar por la calle y un olor pestilente se te clava en la nariz – y se resiste a dejarte durante horas – buscas un baño público como fuente del horroroso hedor, pero no hay, buscas una cañería rota, tampoco, un vertedero, una basura… nada.
Pero te acabas dando cuenta que en todos esos lugares hay una tienda de fruta, bueno sólo de Durians, la fruta pestilente y símbolo del sudeste asiático!
Y es que el durian, una fruta con forma de balón de rugby, verde, con pinchos, que pesa unos 5kg de media es la fruta más pestilente que he olido y probado en mi vida.
Muchos hoteles tienen prohibida la entrada a sus clientes que hayan comprado un durian. Un simple trocito de durian en un ascensor durante 30 segundos deja una fragancia que perdurara ahí – agarrada y estancada- durante el resto del día…
El sabor es parecido al olor. Yo intento comprender la fruta esta como intentando explicar a alguien porque me gusta el queso roquefort.
Dicen que en helado esta más rica, yo lo probé y no estoy de acuerdo. Igual de malo. Puede que tenga un toque interesante pero se desvanece rápidamente frente al sabor fuerte a putrefacción.
Toma oda que se acaba de llevar el durian por mi parte.
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