Algo muere en mí cada vez que
Algo muere en mí cada vez que se apaga un latido,
Cuando, todavía, no era su destino,
Y cae en el orificio del eterno olvido,
Despareciendo en silencio, perdido.
Algo muere en mí cada vez que se alza un muro,
una alambrada tejida con miedo y temor,
que silencia los agonizantes susurros
hasta convertirlos en un nada sin corazón
Algo muere en mí cada vez que
Se viola, compra, maltrata, esclaviza
El cuerpo de una mujer
hasta quitarle la vida
Algo muere en mí cada vez que una palabra
Una alegría sin piedad mata
Algo nace en mí cuando un cuerpo nace a la vida
Creo en ellos los niños y las niñas
Ellos albergan la esperanza que no está perdida
Son nuestras invisibles heroínas