LOS MALES DE LA DEMOCRACIA PUEDEN CURARSE CON MÁS DEMOCRACIA de A. E. Smith
En ocasiones el Pepitogrillo que habita en mi sopla en el oido para recordarme que el ser crítico es un valor que no debo rechazar. Lejos de mi intención estará apoyar con mis palabras a Sortu, de la misma manera que a cualquier otro partido político, pero uno no llega a entender por qué hay que condenar nada. Me explico: no entiendo que personas sin condenas pendientes y que mantienen todos sus derechos civiles intactos (trabajan, pagan impuestos, viajan al extranjero, pueden ejercer el derecho al voto…) tengan que condenar explícitamente la violencia de ETA.
El que suscribe no está a favor, ni justifica a los pistoleros pero, por dios, que nunca se me ocurrió que en este país era obligatorio condenar el hecho. Y si así fuera, aseguro que por mis bemoles que no lo haría, pero no porque no lo haga en mi interior sino porque mañana a algún iluminado se le puede ocurrir la obligación de condenar a los obesos, a los fumadores…o vaya usted a saber. Si los miembros de Sortu tienen conexiones con ETA, pues que se demuestre y se les detenga con pruebas. En el estado de derecho, para bien o para mal, las suposiciones no valen. Son necesarias las pruebas. Y si el tribunal no permite el registro del nuevo partido porque hay hechos que avalan su conexión con los violentos no se por qué no se les detiene y se les juzga como dios manda.
Uno espera de quien acusa que aporte pruebas concluyentes que sirvan para enjuciar a unos e ilegalizar a Sortu, pero resulta extraño que lo primero no se produzca pero sí sirva para lo segundo. Por otra parte resulta preocupante que la resolución se ejecute en función de valoraciones o reservas sobre lo que se piensa que puede ser la naturaleza de la agrupación. Además, se le pide al acusado que aporte la carga de la prueba de su regeneración cuando en el sistema judicial español es algo que corresponde al acusador.
Repito que no es necesario comulgar con las ideas de Sortu, de la misma manera que no lo es con La Falanje Española -con largo historial de muertes y represión- o con Fuerza Nueva y su exhibición de símbolos fascistas (ambos partidos legalizados y de ideas totalitarias), para pensar que en este caso hay algo que no convence.