Las listas de espera para derivaciones a otros especialistas ante las dudas diagnósticas que se nos planteanen atención primaria, cuando están entre 3 y 12 o más meses sin información alguna sobre su situación, condicionan que el paciente, optando por su desconfianza ante explicaciones que contradicen las campañas publicitarias, oriente su atención hacia servicios de urgencia o consultas privadas. En los primeros, la capacidad resolutiva, aun siendo mayor que en atención primaria, no permite grandes alharacas y en las segundas la profusión de pruebas, dicho con todo respeto, únicamente queda limitada por la capacidad económica del paciente, pero ambas pueden cuando menos calmar la lógica ansiedad que produce el malestar no siempre bien resuelto.
Cuando por fin se produce la deseada consulta con la especialidad correspondiente no acaban las peripecias porque el paciente de nuevo acude a nuestra consulta tanto para solicitar una segunda opinión como para, lo que es mas sangrante, pedir una serie de explicaciones que sea por lo que sea el especialista no ha sabido o no ha querido exponer. Y ahí estamos nosotros haciendo dibujos y esquemas a partir de las apañadas explicaciones del paciente y utilizando ese tiempo del que no disponemos sin haber podido leer el preceptivo informe de vuelta de la colaboración solicitada.
Puede que sea un iluso pero si de cada derivación que realizo a otro nivel pudiera recibir el informe correspondiente quizás la próxima ocasión pudiera evitar dicha derivación y si así no fuera, por lo menos parecería que la asistencia sanitaria es una atención coordinada.