"Siempre me gustó inventar historias. De pequeña los mayores me miraban raro porque hablaba sola, pero en realidad lo que hacía era dar voz a mis muñecas, que vivían las mil aventuras que creaba mi imaginación. El siguiente paso fue poner a mis amigas a representar los cuentos que yo inventaba sobre la marcha y en los que, por supuesto, yo era siempre la protagonista. Eso me llevó a convertirme en actriz, y durante algunos años (bastantes) las luces de candilejas me deslumbraron y el mundo literario pasó a un segundo plano, aunque jamás lo abandoné. No recuerdo ningún periodo de mi vida sin algún rato diario de intimidad con un libro, ni tampoco sin buscar refugio en la escritura, aunque fuera de forma esporádica, pero nunca sin un cuaderno y un libro cerca de mí. En aquella época solía decir que cuando fuese vieja y me hubiese hartado del mundo de la farándula, me retiraría a una casa en la playa, viviría rodeada de perros y gatos y me dedicaría a escribir.
Francisco Gijón
No tuve que esperar tanto (bueno, todavía queda pendiente la casa en la playa). En algún momento comprendí que me gustaba más escribir historias que representar lo que habían escrito otros, y sin apenas darme cuenta, me vi irremisiblemente inmersa en la creación literaria. Escribí mi primera novela, Nunca fuimos a Katmandú, y todo fue sobre ruedas; enseguida me aceptó una agencia literaria, después una editorial; la novela se publicó y se vendió bien, sobre todo en ebook, convirtiéndose en un bestseller en el año 2012. Al mismo tiempo la crisis me alcanzó y me quedé sin trabajo, por lo que, lo quisiera o no (aunque más bien sí), me convertí en escritora a tiempo completo.Solo han pasado cinco años desde entonces y me parece una eternidad por lo rápido que ha ido todo y lo que ha cambiado mi vida. Ya son cinco los libros que tengo publicados: Nunca fuimos a Katmandú, Habana Jazz Club, Gatos por los tejados, Nepal cerca de las estrellas y Aburrilandia, el país sin libros. Todos ellos están disponibles en Amazon en ebook y papel.
Además, Amazon, me está traduciendo Habana Jazz Club al inglés y al alemán. Y mientras escribo una nueva novela, intento encontrar editorial para otra que ya está lista para su publicación.
Todo esto sería muy bonito si no fuera porque, lamentablemente, no puedo vivir de mi trabajo, como la mayoría de la gente vive del suyo, que sería lo lógico y deseable. Parece que los escritores debemos pagar una especie de peaje por dedicarnos a lo que más nos apasiona, como si fuera un lujo que no tenemos derecho a permitirnos. Espero que esto cambie algún día y que ustedes lo vean. Y yo también."
No dejéis de visitar El rincón de Francisco Gijón, es muy interesante :)