A estas alturas nadie se sorprende si digo que DFW es uno de mis escritores de cabecera. Eso no significa que haya traído toda su obra, pero sí que poco a poco y título a título irán llegando. Hoy traigo a mi estantería virtual, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.
Estamos en este caso ante una recopilación de ensayos, artículos y pensamientos en general del autor. fueron publicados en sus revistas habituales, como Esquire o Harper's y tratan temas que estuvieron de moda no hace tanto y que todos seguimos conociendo hoy en día. Por esto de que el hombre es el mismo animal que ve una piedra y se tropieza, se cae, se la lleva a casa, le pone nombre y la coloca en lo alto de la escalera para verla (o no) cada día al bajar a la calle, voy a empezar aclarando que DFW se usa a sí mismo y sus propias experiencias como diana para su mordacidad. Dicho esto hay que añadir que es particularmente divertido el ensayo sobre el crucero, así como varios en los que el turismo es analizado de forma despiadada tanto de forma individual como en su modo rebaño. Explicarán qué se come y cómo tanto como el olor a salud de las zonas rurales, invariablemente asociado a los excrementos de animales como vacas, y dará datos de cada una de las cosas en las que en su día se fijara dejando que sea el lector quien decida su sinceridad. Esto es; un sector dirá que se siente como el autor fingiendo que nunca estuvo al otro lado mientras que otra parte será realmente el autor, que estuvo en un lado que critica porque "el que está libre de pecado que tire la primera piedra".
El crucero, por si alguien se lo pregunta, era uno de esos viajes a todo trapo por el Caribe bajo la naviera Celebrity Cruise Line, del cual el autor no deja punto sin remover, pasajero sin descubrir o bingo que señalar. Es relevante decir que en este libro, como en todos los demás, el lector se va a encontrar una profusión de notas a pie de página. Esto es así porque DFW se mantiene fiel a su costumbre de utilizar las notas como una parte de la narración sin la cual no hubiera sido posible concebir ni el libro ni su lectura. Y sin embargo no es el fin último de la narración el lograr que los lectores se diviertan. Más allá de toda duda razonable, el autor realiza un ataque al hedonismo aceptado por quienes realizan cruceros y soñado por quienes miramos en webs año tras año su precio.... pero no. Y es que el ser humano se acostumbra rápido a ser complacido en cada deseo, sobre todo en los que no sabía que tenía, y no tarda en verse con el derecho a disfrutarlo y el deber de pedir más.
Algo supuestamente divertido... es efectivamente divertido, pero hay que señalar que está fuertemente influenciado por la cultura de los noventa, lo que supone que el paso de los años y las generaciones han provocado una pérdida de enganche para los lectores que no conozcan el contexto de la obra. Con todo, muy recomendable para pasar un buen rato.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.