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"Algodón de azúcar y jazz" de Janina Sfetcu

Publicado el 13 julio 2016 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo

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Sobre el autor: Janina Sfetcu Impresiones

Me adentro en el universo poético de Sfetcu como ella recomendó en su presentación del día 12 de marzo en la capital logroñesa: " Imaginad un algodón de azúcar, y acompañadme en este viaje"

Ese viaje, donde muestra su modo de ver, de vivir, de sentir sobre la dulzura y el desamparo, las ansias de expandirse.

Algodón de azúcar como símbolo de la dulzura y lo interminable y grande que puede resultar a menudo degustar la vida en toda su extensión y el saxo que acompaña su poemas en melodía silente de nostalgia y recuerdos.

La cita con la que comienza esta incursión por la emoción poética de altura es: "El alma libre es rara, pero la identificas fácil cuando la ves. Charles Bukowsky"

Y acierta de pleno esta introducción al bucear el alma de Sfetu a través de su poesía, un alma libre de condicionantes, siempre en busca de aquello que transciende.

En versos concisos e intimistas a la par que líricos, donde demuestra una habilidad innata para hacer del verso divinidad, Sfectu divide el poemario en dos partes; a las que a su vez anteceden citas de Alejandro Jodorowsky; "la poesía es solo amor, transgrede las prohibiciones y se atreve a mirar de frente a lo invisible." y en la segunda parte Alejandra Pizarnik: "La noche tiene forma de grito de lobo"

De ahí que esta primera parte de algodón de azúcar y jazz Sfectu se adentre de lleno en la invisibilidad del ser en su primigenia:

Me acosté al lado de tu sombray vi que el espacio vacío, que había
entre el espacio y mi mirada
era inmenso para un mundo tan pequeño.


Anhelos superpuestos, el futuro en cada poro del instante como acicate a ese presente en el que Sfectu confiesa: "Me temo que lo sustancial ya no tiene esencia,/ que los caminos que anduvimos huelan a pólvora, a fosas comunes."

Con unas estrofas casi diría que metafísicas, y su remembranza y nostalgia de su tierra, Sfectu disecciona el ser y se cuestiona; no se queda en la superficie, tiene ansias infinitas de conocer, de conocerse a través de su poesía la que utiliza casi como una terapia contra su dolor, en ese frio invernal sin duda recuerdo de de su Rumania natal, que se convierte en frio del alma; en suspiro, en emoción poética sublime y libre de perjuicios donde analiza sin condicionantes su mundo en un amalgama de tropos poéticos donde predominan las imágenes sensoriales:

Huele a casas vacías (...) El otoño sabe a ti (...) Persiste el olor asentado estratégica mente en el rostro (...)

El apostrofe cobra una vigencia absoluta en la segunda parte del poemario:

Mis páginas no escritas podrían emprender el vuelo hasta el más oscuro lado tuyo (...)
que concluye con un verso especialmente hermoso:
Me arrodillo ante el lienzo de tu vida.

Yo también, y espero las sucesivas presentaciones que la poeta tiene previstas y sin duda alguna recomiendo este poemario para los amantes de la buena poesía.

Reseñado por María del Pilar Gorricho del Castillo



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