Cada día que pasa estoy más convencido de que existe un interés oculto por derrumbar a Tussam, probablemente con la intención de privatizarla y que algún listillo pueda hacer su agosto mediante las correspondientes concesiones municipales de rigor.
Cuesta entender el apoyo que está recibiendo por parte de la corporación municipal una empresa como Lipasam, con mayor deuda que la empresa de transportes urbanos y generando muchísimos menos ingresos propios que ésta, y el encarnizamiento despiadado con el que se están cebando con Tussam.
Y que no me vengan con los cuentos de la buena pipa de que si las huelgas en feria y demás pamplinas a través de los voceros de turno en los medios de comunicación. Como ha quedado más que demostrado en diferentes artículos publicados en este blog, Tussam jamás ha hecho una huelga en feria. Sin embargo, en mi memoria sí se repiten imágenes del real atestado de basuras y desperdicios en alguna que otra ocasión.
Las plantillas de ambas son parecidas y su función social de la misma magnitud. Es difícil comprender entonces la diferencia de trato existente para con ambas.
Mientras en la empresa de limpieza no paran de hacer aportaciones y firman un plan de viabilidad que apenas supone recortes para los trabajadores, en Tussam las aportaciones menguan cada año, se incrementa el volumen y costo de sus servicios sociales y se cargan las cuentas con inversiones propias de multinacionales, todo con una finalidad rayana en la propaganda más que en la utilidad, y se trata de volcar todo ese peso megalítico sobre las espaldas de los trabajadores implantando a sangre y cuchillo un plan de viabilidad que supone una condena a muerte para la empresa.
Mientras el gerente de Lipasam, Rafael Pineda, presume de haber reducido en cinco el número de sus directivos para acoplarse al plan de austeridad, Arizaga, ese hombre, por no poder no puede ni presumir siquiera de haber ahorrado en papel higiénico y, no contento con ello, se dedica, a falta de mejor cometido, a pisotear sus propias instrucciones en su beneficio y al resto de sevillanos que les den. Arizaga, ese hombre, del único ahorro que entiende es el de viajeros, por eso se encarga cada año de incrementar notablemente el vertiginoso número de los que se pierden para siempre.
Y todo eso sin entrar a cuantificar la cantidad de millones que se le han inyectado a la empresa pública de limpieza en estos años para sanearla, mientras a Tussam se la ha sometido a un carrusel de gastos ciclópeos y a unas más que insuficientes aportaciones municipales. De la gestión de su patrimonio, tanto el físico como el humano, mejor ni hablar.
Debe ser por aquello del refrán de que unos crían la fama mientras otros cardan la lana, pero lo cierto es que en este tipo de maniobras se vislumbran sombras amenazantes que no pueden augurar nada bueno.