Ding!
Llaman a la puerta.
Ding Ding!
Vuelven a llamar.
Ding Ding Ding!
Debe de ser importante.
Din…
¿Quién es?
Y entonces te responde. Y el pelo se te eriza. Tiemblas. Cómo es posible qué…? Y preguntas…
Tu?
Y te responden…
No, tú.
Yo?
No, no. Tú.
Y entonces te preguntas. Y el pelo se te eriza. Tiemblas. Quién…? Pero ya es demasiado tarde. Y afirmas…
Yo.
Y te responden…
Si, tú.
Robert Doisneau, “The Doorbell” , 1934