Revista Opinión

Algún día no muy lejano los españoles seremos "sirvientes" de los actuales inmigrantes

Publicado el 05 septiembre 2012 por Franky
Los españoles valemos poco, menos que la mayoría de los pueblos del mundo. Nos hemos deteriorado tanto y nos hemos debilitado hasta tal extremo que pronto seremos los sirvientes de los actuales inmigrantes, mucho más fuertes, preparados, competitivos y esforzados que los decadentes y degradados hijos de España.

¿Puede un español actual, acostumbrado a depender del Estado y a vivir de las subvenciones, competir con un africano que ha abandonado su tribu, cruzado el Sahara y abordado una peligrosa patera para realizar su sueño en España? ¿Puede uno de nuestros jóvenes desempleados, adictos al botellón y a la paga de sus padres competir con un chino que está dispuesto a trabajar dia y noche para alcanzar la prosperidad? ¿Qué puede hacer un español habituado al desempleo y a los subsidios frente a un latinoamericano que ha abandonado a su familia y atravesado el océano para ganar unos euros, enviarlos a los suyos y seguir esforzándose hasta el infinito por un puñado de monedas? ¿Pueden nuestros políticos, educados en el seno de partidos políticos casi mafiosos, verticales, autoritarios, corporativos, corrompidos hasta la médula, habituados al peloteo del jefe, el despilfarro y los privilegios, comparase como otros líderes esforzados del mundo emergente, que han tenido que demostrar que son los mejores para alcanzar el poder?

Desgraciadamente, muchos hijos de la España actual están tan podridos, acobardados y debilitados que han sido conquistados por la vagancia y son presas de la vida fácil, lo que les ha llevado a perder toda potencia y competitividad y a no tener otro destino que servir a otros pueblos más fuertes y esforzados, como camareros, payasos, cuidadores o empleados de hogar.

Dicen que nuestros jóvenes son la generación mejor preparada de la Historia de España, pero es una mentira inventada por los políticos para esconder su fracaso como formadores y educadores del pueblo, al que han embrutecido para gobernarlos mejor, acostumbrado a la vagancia, la molicie y la dependencia del Estado, un cóctel que hace de las personas carne de esclavos y gente sin capacidad de rebeldía, esfuerzo y sacrificio. La prueba está en que apenas el 10 por ciento de los jóvenes condenados al desempleo optan por abandonar el hogar de sus padres o abuelos, en los que viven mantenidos como auténticos vagos, para emigrar en busca de trabajo. La mayoría prefiere vegetar, disfrutar del alcohol, de la droga y de las largas noches de fiesta, acompañados por otros muchos fracasados.

Si fueran chinos, africanos o latinoamericanos, hace ya mucho tiempo que habrían salido a conquistar los espacios y derechos que la pobre España, degradada por sus políticos, les niega, perpetrando así una de las mayores injusticias de la historia de nuestra nación.

España está invadida por elementos negativos que son incapaces de entender cómo funciona el mundo actual: políticos que prometen crear puestos de trabajo ignorando u ocultando que no son los políticos sino los empresarios los únicos que saben y pueden crear riqueza; sindicalistas habituados al dinero público fácil, que hablan de derechos, de protección y de subvenciones, sin recordar al pueblo que el mundo actual está dominado por el esfuerzo , la austeridad y el sacrificio; padres cobardes que no se atreven a mirar a sus hijos a los ojos, cuando llegan en la madrugada, para no verlos borrachos o atiborrados de drogas; legiosnes de educadores que han perdido la batalla de la dignidad en las universidades, institutos y escuelas, donde han abandonado el esfuerzo y el sacrificio, sustituyéndolos por el buenismo y por una educación propia de esclavos acobardados y dependientes del poder.

Ningún recorte impuesto por Europa, ninguna subida de impuestos decretada por el gobierno, ningún ajuste fiscal ni medida alguna que salga de la actual España podrá detener el desastre porque el desastre somos nosotros, empezando por nuestros políticos, ineptos, corruptos y decadentes, siguiendo por nuestras instituciones antidemocráticas y abusivas, finalizando por un Estado enfermo de obesidad mórbida, incosteable porque está plagado de parásitos con carné de partido, y por una sociedad infectada por la cobardía y el miedo, incapaz de rebelarse ante la injusticia, de realizar con valentía los esfuerzos que la historia le demanda y de corregir la ruta indigna de una España que está siendo conducida por sus miserables líderes políticos hasta el matadero de la Historia.

Ni una sola de las medidas adoptadas contra la crisis o de los recortes que padece la sociedad está orientado para resolver el verdadero problema, que es ético. Ninguna medida esta dirigida contra los corruptos, ni contra los parásitos, ni contra los que se enriquecen con dinero público a costa de los demás, ni contra la inflación de políticos, ni contra la baja estofa de la clase dirigente, ni contra la decadencia. No hay regeneración, sino simples parches inútiles. Nadie ha tocado la esencia del drama, que es la clase política y sus aliados financieros y empresariales, un núcleo poderoso que controla el país, pero tan deteriorado moralmente que derrama sobre España su injusticia, su egoísmo, su arrogancia, su arbitrariedad, su indecente impunidad y otros vicios que terminan por corromperlo todo.




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