Leo en La Vanguardia un artículo de Josep González, presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa de Catalunya Pimec, con el que coincido plenamente. Aboga por que el gasto público se plantee en base cero, es decir, que se analice la procedencia de cada euro que se vaya a gastar y no se parta de dar por bueno lo que se venía gastando sin cuestionarse si tiene sentido. La técnica del Presupuesto Base Cero ya se viene aplicando en el mundo empresarial desde hace años, y permite asegurarse de que no se perpetua el derroche o el gasto injustificado «porque siempre se ha hecho así» o «porque se da por supuesto».
Siempre he pensado que las millonarias cifras de gasto público serían recortadas en mucho si se pusieran en mandos de gestores profesionales y se aplicaran criterios racionales de eficiencia.
Al final esa ineficiencia acaba siendo pagada por los contribuyentes, y redunda en un país menos productivo y menos rico.