Bob Dylan está considerado uno de los mejores letristas de la historia del rock
Durante mucho tiempo, y aun hoy, hubo y hay muchos ciudadanos que miran al rock con desprecio y consideran que es algo superficial y surgido de mentes peligrosas y escasamente culturizadas. Vamos, que existen criaturas que tienen el convencimiento de que quienes hacen o gustan del rock & roll son gentes poco menos que analfabetas. Sin embargo, echando un vistazo a los versos y letras de las canciones se encuentran reflexiones agudas y profundas
La realidad es que desde que existe el rock & roll existen autores preocupados por decir, por contar, por reflexionar y transmitir inquietudes y anhelos. No pocos músicos de rock han dejado escritos textos de verdadera altura más allá del hecho de que gran cantidad de piezas no van más allá de chico-chica, amor-desamor y asuntos similares. De hecho, cualquiera que tenga un mínimo interés y conocimiento podría citar a los grandes letristas del rock. Por otra parte, como es lógico, la lírica de las canciones no llega a todos del mismo modo, es decir, lo que a unos les parece sublime a otros les suena a rollo.
Bob Dylan siempre se ha tenido por un autor preocupado preferentemente por transmitir sus pensamientos, como demuestra casi la totalidad de sus temas. Uno de sus títulos esenciales es ‘Blowin' in the wind’ (1963), donde recapacita acerca de lo que significa ser hombre: “¿Cuánto tiene que recorrer un hombre para que se le pueda llamar hombre?”; y luego: "¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y fingir que simplemente no ve?". La respuesta, dice el Nobel de Literatura, está en el viento. Igualmente se considera ‘Like a rolling stone’ (1965) una de las cumbres de las letras del rock: “Hubo un tiempo en que vestías tan bien (…) solías reírte de los demás (…) pero ahora no hablas tan alto ni tienes tanto orgullo (…) fuiste a las mejores escuelas (…) pero ahora tienes que aprender a vivir en la calle. ¿Qué se siente al estar solo, sin hogar, como un perfecto desconocido, como una piedra rodante?”. En sus cientos de obras Dylan ha reflexionado sobre casi todo.
Lennon y McCartney han dado sobradas muestras de su talento para la escritura de versos y estrofas, sobre todo cuando, antes de 1965, se cansaron de escribir canciones de amor. Jhon habló de nostalgia e incluso de filosofía y sentir humano, aunque con aires sicodélicos, en canciones como ‘Strawberry fields forever’ (1967). Dice: “Vivir es fácil con los ojos cerrados, y malinterpretar todo lo que ves”. Luego de los Beatles, dejó piezas tan emblemáticas como ‘Imagine’ (1971), considerada una de las cimas del rock como herramienta del pacifismo: “Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único, espero que algún día te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno”.
Por su parte, Paul también escribió con profundidad e intención. Así, en ‘Hey Jude’ (1968) propone rechazar la negatividad y difundir la positividad, pues ésta siempre da mejores resultados: “Toma una canción triste y hazla mejor. Recuerda dejarla entrar en tu corazón (…) No cargues el mundo sobre tus hombros (…) Es un tonto el que se hace el tonto para que su mundo se vuelva más frío”. Muchas otras grandes letras ha escrito Macca; aun con los Beatles, en ‘We can work it out’ (1965), meditó sobre la complejidad de las relaciones amorosas y la frustración de no poder comunicarse: “Intenta verlo a mi manera. ¿Tengo que seguir hablando hasta que no sepa continuar? (…) Piensa lo que dices, puedes equivocarte y estar convencida de lo que dices. Podemos aclararlo y resolverlo o decirnos buenas noches”.
Y tampoco era manco a la hora de escribir George Harrison. Para Beatles hizo letras tan mundanas como ‘Taxman’ (1966), que iba contra los impuestos y los recaudadores. Y luego, ya en solitario, publicó discos excelsos con letras de gran hondura, por ejemplo ‘Art of Dying’ (1970): “No hay nada de lo que hayas estado intentando en este mundo que pueda igualar o superar el arte de morir. ¿Me crees?”.
Lo de palmar puede verse de un modo menos trascendente. Así, los californianos Grateful Deaddijeron en 1987 en su tema ‘Hell in a bucket’: “Puede que me esté yendo al infierno, pero al menos estoy disfrutando el viaje”. Una forma de ver la cosas típica de los muertos agradecidos, de García, Weir y sus secuaces.
Paul Simon es igualmente un escritor con hondura, de los que expresan pensamientos y reflexiones.En ‘A hazy shade of winter’ (1968) aconseja: “Aférrate a tus esperanzas, amigo mío. Es algo fácil de decir, pero si tus esperanzas se van, simplemente finge que puedes construirlas de nuevo". Y en el clásico ‘The boxer’ (1970): “Un hombre oye lo que quiere oír y no tiene en cuenta el resto”, o sea, ‘los demás’ es un concepto secundario.
El pacifismo y la unidad son temas recurrentes a lo largo de las décadas. Mike Pinder (Moody Blues) escribió en 1971 el tema ‘My song’, en él expresaba su deseo: “Espero que algún día seamos, en perfecta armonía, un planeta con una sola mente. Entonces te diría todas las cosas que tengo en lacabeza”.
El canadiense Neil Young es uno de los grandes del rock norteamericano, algo que se evidencia tanto en sus textos como en sus instrumentaciones, ritmos, sonido, intención… En su emblemática ‘Rockin’in the free world’ (1989) denuncia: “Hay un niño más que nunca irá a la escuela, nunca llegará a enamorarse y nunca será genial”, es una crítica a la sociedad estadounidense, en la que las desigualdades eran (son) extremas. En ‘Barstool blues’ (1975) muestra su vena romántica: “Y te vi en mis pesadillas pero te veré en mis sueños. Y podría vivir mil años antes de saber lo que eso significa”; en esta habla del amor perdido, el cual está tan arraigado en su cabeza que piensa en ella incluso dormido, aunque en realidad no sabe por qué. Sencillo, original, poético, directo…, Neil Young.
Lógicamente estas no son más que una gota en un mar de letras y canciones, pero sí representan lo que los autores pueden dar de sí. Y no es poco.
CARLOS DEL RIEGO