Revista Cultura y Ocio

Algunas reflexiones sobre religión y radicalidad

Por Cayetano
Algunas reflexiones sobre religión y radicalidad


Hace treinta o cuarenta años casi nadie hablaba de terrorismo islámico. Salvo casos concretos aislados, no era un fenómeno tan generalizado como hoy.  Cabe preguntarse: ¿Por qué hay en la actualidad ese estallido violento de terror y fanatismo como nunca lo ha habido en la historia contemporánea?  ¿Ha ocurrido algo en el mundo en los últimos años que haya radicalizado a parte de este colectivo?   ¿Pinta algo aquí el conflicto palestino?

¿Y la guerra en Afganistán en los años 80? ¿Y Guantánamo, con sus torturas confesadas?   ¿Y la invasión de Irak por el trío de las Azores?  ¿Las injusticias y las humillaciones por parte de terceros países pueden convertirse en caldo de cultivo para que proliferen conductas extremistas?  ¿La conducta de EEUU, de Israel y de parte del mundo occidental ha sido siempre la adecuada? 

Los agravios, las humillaciones, las injusticias... no justifican las conductas radicales -nada puede justificar la barbarie- ni las oscuras maquinaciones de los que desde las sombras manejan los hilos, pero ayudan a explicarlas, a entender que determinadas condiciones pueden servir de caldo de cultivo para que proliferen ciertos comportamientos. Pone la piel de gallina ver escenas donde se cometen atrocidades contra gente inocente. Esas decapitaciones, esas matanzas masivas... Me niego a pensar que los cientos de miles de los integrantes de grupos de radicales fanáticos y los voluntarios que cada día se unen a sus filas sean psicópatas de nacimiento. Tiene que haber un componente vivencial y también educacional, ideas que van madurando en el hogar, en el barrio y en lugares de reunión por razones que se arrastran de lejos. Un resentimiento, un odio que se va gestando lentamente, día a día, años tras año y ese odio va pasando de generación a generación, de padres a hijos, hasta que se hace crónico. 

La pobreza fomenta también la radicalidad.  El radical no nace, se hace.
Las religiones no nos hacen buenos ni malos necesariamente.
Tampoco nos hace malos no profesar ninguna en especial. Hay ateos que se comportan con sus semejantes más "cristianamente" que muchos creyentes, sin esperar a cambio ninguna recompensa divina. 

Las religiones -o sectores dentro de ellas- no siempre presentan mensajes positivos, y algunas parecen no evolucionar conforme a los tiempos y permanecen estancadas en una perpetua Edad Media, pero relacionar credo religioso con violencia es un error. Y denota cierto interés ideológico en establecer esa relación. Meter a todos en el mismo saco no es serio ni conveniente.  Tampoco es sensato, ni siquiera estratégico. 

A nadie se le ocurre descalificar globalmente a las instituciones católicas  por causa de los escándalos financieros, por sus prebendas, por los abundantes casos de pederastia o por las declaraciones  integristas o machistas  fuera de tono. Hay gente que desde dentro no "comulga" con esas actuaciones indecentes, nada piadosas ni "cristianas".
No, no resulta adecuado ni conveniente generalizar. Sobre todo en el tema del fanatismo y de la violencia. 
Hasta ahora, que sepamos, las principales víctimas del terrorismo islámico son los propios musulmanes.  Además podemos encontrar incitaciones a la violencia en cualquiera de las tres grandes religiones monoteístas.  La Biblia está llena de ejemplos poco edificantes, de pasajes truculentos y de matanzas.  (1) 
Como señala Bruce Feiler, "judíos y cristianos que con aire de suficiencia se consuelan pensando que el Islam es la única religión violenta, están ignorando intencionadamente su pasado. En ninguna parte, el forcejeo entre fe y violencia se describe más cruda y vívidamente que en la Biblia hebrea." (2) Los cruzados durante la Edad Media hacían la guerra santa contra el infiel y la Santa Inquisición ni te cuento qué hacía con los conversos sospechosos y con los herejes.  Ese no es el tema. El asunto es si una religión puede ser utilizada con otros fines poco piadosos. Y que ciertos predicadores inciten a cometer barbaridades como ya lo hacían Torquemada o Savonarola en su día o algunos Papas predicando a favor de las cruzadas. Ahí es cuando las creencias se convierten en instrumentos para conseguir un fin. Y ese es el lado oscuro y terrible de las religiones: su utilización con fines espurios para movilizar a las masas.
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(1) Deuteronomio 7:1-4     
"Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entrarás para tomarla en posesión, y haya expulsado de delante de ti a muchas naciones:heteos, gergeseos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos: siete naciones mayores y más fuertes que tú, y cuando el Señor tu Dios las haya entregado delante de ti y tú las hayas derrotado, entonces destrúyelas por completo. No harás alianza con ellas ni tendrás de ellas misericordia. No emparentarás con ellas: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo”.
(2) Bruce Feiler, Donde Dios nació : Un viaje por tierra a las raíces de la religión. Harper Collins, USA. 2005. 

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