Cuando se realiza una valoración acerca de cualquier resultado, no es única y desde luego irá enfocada al fin o fines que se persiguen. En el caso de un resultado electoral, estos fines responden a la posición política de los partidos implicados, y todas, si los datos ofrecidos son ciertos, son respetables y han de ser tenidas en cuenta. Al fin y al cabo, los números no hablan, sino las personas que los cuentan, por tanto están sujetos a la subjetividad.
Ante todo, LA DEMOCRACIA HABLA, y la mayoría de los españoles han elegido a los conservadores, obteniendo el mejor resultado en la historia del Partido Popular y el peor en la historia del PSOE desde el año 77. Ante esto, poco más hay que decir, y sólo queda preguntarse ¿por qué? Cualquier valoración sobre si la decisión de los españoles ha sido o no equivocada no solo es de malintencionados, sino de antidemocráticos y de resentidos.
Partiendo de ahí, la explicación es fácil: el Partido Popular no ha ganado las elecciones, sino que el PSOE las ha perdido por una crisis multifacial, brutal y con un cáncer metastásico: EL PARO. Una situación que ha llevado a una desesperación general en la población afectada principalmente proveniente del sector de la construcción, y gravemente herida por la crisis financiera mundial, que se ha cocido en otras ollas. Quizás uno de los principales errores del gobierno de Zapatero fue no pinchar a tiempo la burbuja inmobiliaria, pero esa burbuja (o sueño fatal) no la creó Zapatero, sino Aznar, y la destrucción del empleo que se creó durante la misma, el impago de hipotecas desorbitadas de casas que estaban sobretasadas y la deuda familiar que ahora nos quita el pan, son consecuencia de la desorganización financiera creada durante la burbuja. Burbuja que es criatura del Partido Popular, el mismo que ahora con mayoría absoluta nos llevará a ese fatal año 98 en el que se creó, y el mismo que nos hará repetir los errores del pasado.
Con una absoluta mayoría, se produce un préstamo temporal de votos para un "cambio" que ya nos ha traido una nueva subida de la prima de riesgo y una bajada del IBEX, eso se llama ¿CONFIANZA?. Es triste olvidar que podríamos haber estado como Grecia e Italia porque nuestras circunstancias son peores, y sin embargo, ¿por qué no nos han rescatado? De todas formas, habrá cambio de gobierno en todos los países de la Unión Europea, hasta en Alemania y en Francia...
La CEOE nos impondrán unos ministros que velarán por lo privado en detrimento de lo público y que nos quitarán de un plumazo todos los derechos sociales conseguidos. Ojalá que esto no arrastre a un arrepentimiento prematuro, porque sinceramente sería doloroso.
A nivel local, por primera vez en Marmolejo el Partido Popular alcanza la posición conseguida, y las lecturas pueden ser múltiples y bien delicadas. Algunos podrían pensar que ha sido gracias a su candidato, el Sr. Herrera, pero esto quedaría refutado en el momento que recordemos que el mismo candidato se presentó por primera vez en el año 2003 cuando el PP gobernaba a nivel nacional con mayoría absoluta, y bajó de 4 a 3 concejales, obteniendo el PSOE mayoría absoluta en Marmolejo. Está claro, por tanto, que no es el candidato sino la marca PP, y un paro de más del 44% que ahoga a los marmolejeños.
Resaltando de antemano que las lecturas de unas generales difícilmente podrían ser extrapolables a nivel local, no podemos dejar de reseñar que los votantes son los mismos en unas y otras elecciones, y que por tanto, ha habido una clara huida de votos de Izquierda Unida hacia el Partido Popular y UPD y del PA al PP y a UPD, ya que el PSOE prácticamente se ha mantenido ganador resistiendo a esta debacle socialista y tras haberse visto mermado en las municipales. Esos son los votos que bailan sin ideología predefinida, y que el PP ha captado por inercia nacional, sin que ninguno haya hecho nada por captarlos a nivel local.
Ahora toca echar balones dentro o fuera (aunque prácticamente están fuera), lo que cada partido quiera, pero está claro que aquí hay que mover ficha a quien toca moverla o seguir estando como hasta ahora.
Un voto es un número, su intención una voluntad, y su utilidad depende de quién se sienta aludido.