Revista Opinión

Algunos fallos de un gran polemista

Publicado el 02 junio 2014 por Romanas

Algunos fallos de un gran polemista.
Algunos fallos de un gran polemista.
Algunos fallos de un gran polemista. Durante mis 50 años de ejercicio profesional ante los tribunales de justicia españoles, quieras que no, he tenido que aprender una serie de reglas, no me atrevo a llamarlas normas, que son fundamentales a la hora de lograr el asentimiento de las personas que nos escuchan 1) Una de ellas es no trates de vencer sino de convencer, quien quiere vencer en una polémica  no aparece como una personal normal sino como un prepotente y provoca naturalmente la antipatía de quienes le escuchan; Pablo perdió ostensiblemente ese total autodominio que le caracteriza cuando ese tipejo, el tal Inda, insistió una y otra vez en tratar de demostrar la que es la principal acusación de todos los enemigos que el de Podemos tiene que son muchísimos y muy poderosos, de que este grupo se halla financiado ni más ni menos que por el nuevo Estado bolivariano de Venezuela, del que indudablemente ellos, Podemos, y yo somos fervientes admiradores; el tal Inda, el mismo tío que cuando era director de Marca dijo aquello de que a Messi había que pararlo por lo civil o por lo criminal, se empeñó en este caso en hacer como que demostraba su afirmación blandiendo un papel en el que él decía que constaba la percepción por Pablo de unos 320.000 dólares procedentes del gobierno venezolano y cuando Pablo le respondió que el papel que el referido tío esgrimía lo que hacía no era sino indemnizar en concepto de dietas los días que él, Pablo y su equipo habían permanecido en aquel país dando unas clases, el susodicho Inda se fue por los cerros de Úbeda, sabedor como sabe, porque es uno de los fieles seguidores del ministro de Prensa y Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, de que una mentira que se repite y se mantiene a capa y espada hasta el final, por lo menos siembra dudas sobre su posible veracidad; entonces, Pablo, perdiò los nervios y dijo que aquello era algo rastrero, lo que siendo absolutamente verdad no puede decirse en una controversia dialectica. 2) Otra, no utilices nunca la amenaza, éste no sólo es también el recurso de un prepotente sino también de un tío que lo que pretende es reducir al silencio a sus contrincantes, como hacen continuamente Aznar y Florentino que afirman “urbi et orbi” que llevarán a los tribunales , y los llevan,  a todos los que se atrevan a decir algo  contra ellos, y así lo están haciendo lo que explicaría esa ominosa losa de silencio que hasta ahora los está protegiendo. Según acabo de leer en no sé qué periódico, Pablo ha amenazado con hacer lo mismo que estos individuos.  3) Otra más, no seas nunca evasivo, no digas, por ejemplo, cuando te pregunten algo muy duro de responder, “éste no es el momento de plantearse esa cuestión”, como hiciste el otro día cuando te preguntaron si ibas o no a renunciar a tu escaño en el Parlamento europeo, ya que, efectivamente, es una artimaña utilizar tu atractivo personal, tu glamour ante las cámaras para ayudar a ganar escaños en unas elecciones cuyos resultados tú, personalmente, no piensas cumplir.                  4) No insultes nunca porque, en ese preciso momento, perderás toda la razón que tengas. No estuvo bien que ante las cámaras le llamaras “rastrero” a Inda por mucho que todos estemos convencidos de que lo es. 5) Esfuerzate en no parecer obsesionado con un tema o con un argumento sino que debes dar en todo momento la impresión de ser una persona con un gran flexibilidad: No puedes andar todo el tiempo llamando “casta” a todo lo que se te ponga por delante cuando la conducta que acabamos de describir en el número 3 es representativa de lo que hacen todos esos tipos que se presentan a las elecciones europeas para luego no cumplir con su obligación si salen elegidos, como vas a hacer tú también. 6) Sé generoso hasta el infinito con tus adversarios dialécticos ello no sólo te hará más elegante sino que también propiciará tu buena apariencia  ante los que te escuchen. 7) Ten especial cuidado en no contradecirte nunca porque ello acabaría radicalmente con tu credibilidad.     Dicho todo esto, he de manifestar que nunca en mis 85 años de vida social me había encontrado jamás con un dialéctico más hábil que el nuevo Pablo Iglesias. Se nota no sólo su formación rigurosamente universitaria donde no hay más remedio que manejar las artes de la controversia para afrontar cotidianamente las posibles discrepancias del auditorio al que te diriges sino que seguramente habrás de haber estudiado a fondo no sólo las reglas de la lógica sino también de la dialéctica. Ya sé que algunos de mis mejores amigos no admiten esta clase de razonamiento sino que son acérrimos partidarios de la sentencia: “quod natura non dat, Salamantica non praestat”, lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta, pero el caso es que la realidad es más o menos así. Todo esto, a propósito de ese fenómeno de masas que ha resultado ser el nuevo Pablo Iglesias. Todas las actuaciones que he tenido el placer de seguirle me han convencido absolutamente, a primera vista. Después, no sé cómo, han comenzado a plantearseme ciertas dudas sobre la idoneidad de algunas de sus posturas.


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