Revista En Femenino
Algunos de los grandes fallos de la educación tal y como se lleva a cabo en la mayoría de escuelas del mundo occidental son el sistema de evaluación -ponemos demasiado peso en los exámenes y calificaciones y no damos suficiente importancia a la atención personalizada-, muchas veces por falta de personal, también falla muchas veces la estimulación de la creatividad, pocas veces se da la importancia debida a la educación emocional, a fomentar el amor por el aprendizaje, una comprensión profunda de lo que se pretende aprender, de manera que el niño retenga y sepa utilizar el conocimiento que está adquiriendo.
En mis primeros años como docente, comprobé muchas veces cómo varios alumnos que dominaban muy bien la materia en clases se ponían nerviosos ante un examen, o se sentían enfermos o afectados por circunstancias familiares y reprobaban un examen. Otros, en cambio, no sé cómo, porque en clases demostraban una falta de manejo de la materia preocupante, aprobaban. Por eso creo que el sistema de evaluación es deficiente y que las calificaciones no reflejan el conocimiento que pueda tener un alumno.
Por eso que cuando descubrí el Método Kumon, con un programa de matemáticas y otro de lectura, donde enseñan a los niños resolución de problemas para fomentar el interés, la curiosidad y el hambre por aprender por su cuenta, tuve que venir a contártelo aquí ya que fomentan el aprendizaje autónomo alc onfiar en una educación que va más allá de los libros para enseñar a los niños que son capaces de aprender lo que deseen por sí mismos.
Este enfoque ayuda a los niños a tener lo que yo llamo un aprendizaje verdadero ya que sabrán resolver todo tipo de problemas en sus vidas al reforzar la confianza en sí mismos, la responsabilidad, la perseverancia y una sana autoestima. El método se personaliza según cada niño -compensando de alguna manera aquello que falla en la escuela-, adaptándose al ritmo y las necesidades de cada uno para que aprendan poco a poco por sí mismos cualquier cosa que se propongan.
Ha llegado el momento de preocuparnos por lo que verdaderamente importa: el pensamiento crítico y un hambre voraz por aprender -aprender de verdad-.
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