Hace unos meses empecé a hablar del porqué de ese éxito inesperado y global del género zombi con The Walking Dead. En realidad, no es la única historia de muertos vivientes que ha triunfado, pero sí de las pocas que no solo decidió basar su trama en correr hacia delante y no mirar nunca hacia atrás.
Cinco claves que explican el éxito de The Walking Dead, en Doblando tentáculos
El 23 de agosto, su spin-off confirmaba lo que ya todos sabemos a estas alturas: la saga se ha consolidado desde la novela gráfica hasta la serie de televisión (ahora dos) y el videojuego, que ya ha anunciado su tercera temporada, y se ha convertido en toda una franquicia.
En el juego se percibe tan bien como en la serie ese mundo de peligros constantes donde los eventos superan siempre a los personajes. Un lugar que no es para niños ni para viejos, y donde muy a menudo la maldad y el egoísmo parecen surgir como el único camino para la supervivencia.
¡AVISO DE SPOILER! Este artículo tiene presente que el lector ha visto hasta el final de la quinta temporada de la serie de televisión, los dos primeros episodios de Fear The Walking Dead y ha jugado los dos primeros juegos de TellTale Games.
¿Pero es esto cierto? ¿Quedan algunos hombres buenos, o todos han perdido su humanidad por el camino? ¿Qué pensará un recompuesto Morgan al final del episodio dieciséis de la quinta temporada cuando ve cómo nada más entrar por las puertas de Alejandría Rick ejecuta a Pete de un disparo certero entre ceja y ceja?
¿El fin justifica los medios?
En el universo de The Walking Dead es imposible seguir viviendo como se hacía antes del apocalipsis zombi. Sobre este tema, suele haber pocas dudas. Como Tobias informa a Madison en el segundo episodio de Fear The Walking Dead (1×02 So Close, Yet So Far), el fin del mundo llega muy rápido; y entonces no hay teléfonos, ni electricidad, ni estructura social.
Quizá uno de los mejores ejemplos que podemos ver en el inicio del spin-off es el del policía que aprovecha el atasco en la autopista para llenar de botellas de agua el maletero de su vehículo. Esta, sin embargo, no es una actitud única, sino que sería aquella que, con el tiempo, más probabilidades tiene de acercarse hacia conductas como la del Gobernador (David Morrissey) en Woodbury o la de los supervivientes del santuario de Terminus, en Georgia.
En la primera temporada del videojuego, las decisiones que debemos tomar como protagonistas reflejan perfectamente esta concepción de lo difícil que resulta escoger entre el menor de dos males: salvar a Shawn o a Duck, saquear un coche lleno de provisiones o abandonar a parte del grupo, y cosas mucho peores que nos depara esta primera partida.
Si lo has jugado, échale un vistazo a Las 15 decisiones más difíciles de ‘The Walking Dead: Season 1’ en El tipo de la brocha para rememorar. Si no, ¡ojo!, que te cargas la mayoría de sorpresas del juego.
Por otra parte, durante muchos meses el Vivir juntos, morir solos (casi) patentado por Jack Shepard en Lost (2004-2010) se aplica también al grupo de Rick Grimes, donde en un mundo donde la estructura social se ha derrumbado y no hay orden ni reglas de ningún tipo, a lo máximo que se puede aspirar es a mantener un grupo consecuente con su propia filosofía de vida antes del inicio de este extraño cosmos en el que les ha tocado sobrevivir.
Por el camino, se pierde aquello que se deseaba conservar
No es extraño que pueda darse esa paradoja de realizar continuas acciones malas por definición en busca de buenos resultados.
La única opción, pues, es apegarse el máximo posible a la ética que cada cual tenía antes de estos sucesos, teniendo presente que, durante el proceso, no solo los eventos nos sucederán, sino que los mismos conforman (en un apocalipsis y en nuestro día a día) nuestra personalidad y conducta, con el agregado de que ya no existen reglas a las que debemos suscribirnos como sí ocurría antes de todo esto.
Así podríamos decir que en este universo ya no existen hombres buenos en el sentido estricto del término, pero que no es extraño que pueda darse esa paradoja de realizar continuas acciones malas por definición en busca de buenos resultados.
Algunos ejemplos son:
- Rick arrancando la yugular a un asaltante del grupo de supervivientes que acoge a Daryl para que no viole a su hijo.
- Lee pidiendo a Clementine que acabe con él para que no llegue a convertirse en un zombi.
- Clementine asesinando a un perro famélico que le ha mordido al abrir una lata de conservas a causa del hambre extrema.
La principal cuestión a debatir aquí es que, como decía Aristóteles, el bien nace de causas enteramente buenas, en cambio, para que proceda el mal basta que una sola causa sea mala. En realidad, lo que The Walking Dead nos dice es que debemos aspirar al bien, pero no siempre podemos rehuir el mal ni mantener nuestras acciones en un punto medio cuando se trata de supervivencia.
Sin embargo, asumir que esas acciones malas, por tener consecuencias positivas, son buenas per se, es lo que hace que Rick pueda acelerar sin pensar demasiado en que va a dejar paralítico al oficial Lamson y, seguidamente, dispararle a quemarropa entre ceja y ceja.[1]
Este diálogo entre lo que fuimos y lo que somos también está implícito en la relación de Tyreese y Sasha, que demuestra que hay una línea muy fina entre la supervivencia, el bien y el mal. Sobre ello tenemos varios ejemplos de personajes que han actuado sin pensar excesivamente en su integridad y han terminado por morir: Lee (The Walking Dead: Season 1, de Telltale Games), más preocupado por Clementine que por su integridad es un buen ejemplo, pero también el propio Tyreese. En el punto contrario está su hermana, Sasha, quien pone en peligro a su propio grupo por exceso (como hizo anteriormente Shane o Carol, en prisión) y no por defecto, y cuyas acciones también se mueven entre estos dos extremos.
Rick Grimes (Andrew Lincoln) junto al cadáver de Shane (The Walking Dead 2×12, Better Angels).
[1] Es muy importante tener presente que, como ya hemos comentado, puede que entre las diferentes opciones que se nos presentan no exista la posibilidad de actuar bien, o que actuar bien suponga un peso enorme para nuestra integridad o la de nuestros compañeros frente a lo que significaría, normalmente, en nuestro mundo, algo que como hemos visto cientos de veces radicaliza la toma de decisiones en The Walking Dead.
La vida y la muerte
Rick nos ha llevado mucho más lejos de lo que nunca hubiera imaginado, eso lo reconozco. Shane nunca podría haberlo hecho.
Carol Peletier (3×01, Seed)
Se abre aquí otra paradoja: ¿la falta de humanidad de algunos supervivientes es aquello que permite mantener una conducta ética menos extrema en los demás? ¿Es gracias a Rick, quien ha terminado por asesinar a decenas de personas a sangre fría, lo que ha permitido que el resto de los suyos sobrevivan y conserven una mayor integridad?
Si es así, hay que tener presente que este castigó con el exilio a Carol por una conducta similar durante el tiempo de vida en la cárcel y la epidemia que allí se desarrolló en la cuarta temporada. Asimismo, si bien la conducta de los hombres y mujeres de Woodbury o de La Terminal fue mucho más inhumana, si hubiésemos seguido el desarrollo de estos en vez del de Rick de cerca, probablemente también encontraríamos ciertos atenuantes que aplicar en su conducta (ni mucho menos tantos, no me cabe duda).
En cierto modo, es muy similar a la percepción de que Daryl o Michonne son más consecuentes y mantienen una moral más elevada cuando, en realidad, son cómplices de la falta de ética y humanidad que ha demostrado Rick, sobre todo, tras abandonar el refugio de la cárcel. Algo de lo que, durante el tiempo en Alejandría, Michone entiende e incluso actúa, por primera vez, contra Rick (si bien parece bastante lógico que todo el grupo dejase la ética a un lado para posicionarse junto a su líder.
Endurecerse, o descomponerse
Rick, Lee, Clementine o ahora la familia Clark-Manawa comprueban cómo es muy complejo establecer un nivel ético y humano en un lugar donde la violencia y el egoísmo funcionan mejor en el 99% de las situaciones. Donde defender un estatus moral equis supone colocarse, desde el principio, en desventaja frente a nuestros enemigos, y sobre todo donde no existen las segundas oportunidades.
Todo indica que, en esta línea, conservar nuestra supuesta inocencia solo depende de dos factores: que alguien la pierda en nuestro beneficio, o de arriesgarnos a actuar siempre que sea necesario, anteponiendo nuestra supervivencia a nuestra humanidad, relajando otras directrices sociales que no funcionan en este nuevo mundo y asumiendo que si el transcurso de los sucesos externos, moldea nuestra conducta, estamos destinados a morir o a convertirnos en monstruos; o las dos cosas.
En estas circunstancias, se podría decir que viviríamos, pero no lo haríamos como seres humanos. ¿Pero es posible vivir como personas en un mundo como el que se nos presenta? Y lo que todavía es más importante, ¿vale la pena vivir si no podemos hacerlo como seres humanos?