el dorado Genil, abrigado por muros de miel.
Cual Boabdil, me negué a pagar el impuesto impuesto
por este reino de pecados.
El semblante desgarrado, hundido en el ayeo frente al mar del cielo
se conflagraba a tientas, en penitencia,
bajo el punteo claro de la lluvia.
Gota
a
gota
cuerpo
a
cuerpo
se derramaba el agua
sobre la capota del jazmín y el perfume apagado del azahar.
Dónde quedó ese verde mar...
Donde la rosa soñaba con el canto lejano del mirlo en ausencia
no hubo más que un silencio truncado por un liviano manto de brisa,jondo lamento, casi quedo.
Allí me quedo.
Allí me quedo.En un palacio de goteo
de ecos en sus entrañas,huérfana en poetas de los Nasrí,
arrancada de los cuentos cuya prosa regaban los jardines altos del Generalife,
lloro a lloro
ayeo en ayeo
recordando a las estrellas cuyas estelas
se sueñan cinceladas en su tez.Allí me quedo.
Allí me quedo.¡Ay Alhambra!
Sé mi vera que no tengo más alegría
que tu pena en mi pena.Ahoguémonos como un pez milenario
en la ausencialloro a lloro
para convertirnos en escaleras de agua,
en un eterno arrollo.